Microviolencias en el aula universitaria y su impacto en la trayectoria académica - Volumen 12 Número 4 - Página —-


REVISTA INCLUSIONES – REVISTA DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES

ISSN 0719-4706
Volumen 12 Número 4
Octubre - Diciembre 2025
Páginas 21-35
https://doi.org/10.58210/ri3687

Microviolencias en el aula universitaria y su impacto en la trayectoria académica
/
Microaggressions in the University Classroom and Their Impact on Academic Trajectories


Dra. Teresa Castro Mata

Universidad Autónoma de Chihuahua, México

tcastro@uach.mx

https://orcid.org/0000-0003-1110-9565

Mtro. Gilberto Acosta Castañeda

Universidad Autónoma de Chihuahua, México

gacostac@uach.mx

https://orcid.org/0000-0001-7373-7271

Dra. Paola Grajeda Arguijo

Universidad Autónoma de Chihuahua, México

pgrajeda@uach.mx

https://orcid.org/0009-0006-9821-1771


Fecha de Recepción:
 20 de Septiembre de 2025

Fecha de Aceptación: 25 de noviembre de 2025

Fecha de Publicación: 15 de diciembre de 2025

Financiamiento:

Se financió con recursos propios.

Conflictos de interés:

Los autores declaran no presentar conflicto de interés.

Correspondencia:

Nombres y Apellidos: Dra. Teresa Castro Mata
Correo electrónico: tcastro@uach.mx

Dirección postal: C. Escorza 900, Col. Centro 31000, Chihuahua, México


Licencia Creative Commons Atributtion Nom-Comercial 4.0 Unported (CC BY-NC 4.0) Licencia Internacional

Creative Commons License

Resumen

Este artículo analiza las microviolencias presentes en el aula universitaria y su impacto en la trayectoria académica de mujeres y diversidades sexuales. A partir de entrevistas semiestructuradas y grupos focales con estudiantes de licenciatura, se identificaron experiencias de desvalorización académica, invisibilización en espacios de participación, uso de lenguaje sexista y exclusión de oportunidades. Los hallazgos muestran que estas prácticas, aunque sutiles y naturalizadas, generan un efecto acumulativo que debilita la motivación, el sentido de pertenencia y las posibilidades de desarrollo profesional. El análisis se sustenta en la noción de violencia simbólica de Bourdieu y en la perspectiva foucaultiana del poder como red de relaciones, lo que permite comprender cómo estas dinámicas reproducen desigualdades estructurales en la educación superior. Se concluye que las instituciones deben implementar políticas inclusivas y protocolos específicos para visibilizar y prevenir microagresiones en los espacios académicos.

Palabras clave: educación superior; género; microagresiones; minorías sexuales; violencia simbólica.

Abstract

This article explores microaggressions in university classrooms and their effects on the academic paths of women and sexual minorities. Based on semi-structured interviews and focus groups with undergraduate students, the study identified experiences of academic devaluation, invisibility in participation spaces, sexist language, and exclusion from opportunities. Findings show that these subtle and normalized practices have a cumulative effect that undermines motivation, sense of belonging, and professional development opportunities. The analysis is rooted in Bourdieu’s concept of symbolic violence and Foucault’s view of power as a network of relations, which helps explain how these dynamics sustain structural inequalities in higher education. The article concludes that universities need to adopt inclusive policies and specific protocols to make microaggressions visible and prevent them in academic spaces.

Keywords: gender; higher education; microaggressions; sexual minorities; symbolic violence.

Introducción

En las últimas décadas, la atención hacia las violencias en los espacios universitarios ha cobrado una relevancia creciente, impulsada tanto por el avance de los movimientos feministas como por la visibilización de prácticas que afectan la equidad de género y el derecho a una educación inclusiva. Si bien el acoso sexual y otras formas explícitas de violencia han recibido mayor atención en la agenda académica, existen manifestaciones más sutiles y persistentes que también condicionan la experiencia formativa y las trayectorias académicas. Estas prácticas, conocidas como microagresiones o microviolencias, se caracterizan por su cotidianidad y por el efecto acumulativo que generan en quienes las experimentan.[1]

Diversos estudios han documentado que estas interacciones, en apariencia menores, influyen de manera significativa en la motivación, el sentido de pertenencia y las oportunidades de participación de las mujeres y de las personas pertenecientes a minorías sexuales dentro de las aulas universitarias.[2] En el contexto latinoamericano, se ha señalado que estas dinámicas se articulan con desigualdades históricas de género, lo que refuerza la reproducción de jerarquías en el espacio educativo.[3]

El análisis de las microagresiones requiere apoyarse en marcos teóricos sólidos. La noción de violencia simbólica, desarrollada por Pierre Bourdieu[4] y ampliada junto con Jean-Claude Passeron[5], ofrece un lente para comprender cómo la desvalorización de ciertos grupos opera de manera estructural en las instituciones educativas. Bajo otra óptica, Michel Foucault[6] explica que el poder circula en las interacciones cotidianas, lo que permite entender la naturalización de estas prácticas. De igual forma, la literatura reciente sobre clima institucional en educación superior muestra que el sentido de pertenencia y la permanencia estudiantil se ven afectados por este tipo de experiencias.[7]

A partir de lo anterior, el presente artículo tiene como objetivo analizar cómo las microviolencias normalizadas en el aula universitaria inciden en la trayectoria académica de mujeres y diversidades sexuales en una universidad pública del norte de México. La investigación pretende contribuir a la discusión académica sobre equidad en la educación superior, al tiempo que busca aportar evidencia empírica que oriente la formulación de políticas institucionales inclusivas y programas de sensibilización docente.

  1. Marco Teórico

El análisis de las microviolencias en la educación superior exige situarlas en un entramado teórico que combine enfoques sociológicos, filosóficos y psicológicos. La noción de violencia simbólica de Pierre Bourdieu[8] resulta fundamental para comprender cómo determinadas formas de dominación se ejercen de manera sutil y a menudo inconsciente, reproduciendo desigualdades en los espacios académicos. En su trabajo conjunto, Bourdieu y Jean-Claude Passeron[9] subrayan que los sistemas educativos tienden a legitimar jerarquías sociales mediante prácticas que parecen neutrales, pero que en realidad favorecen a ciertos grupos en detrimento de otros. Estas ideas han sido retomadas en el ámbito latinoamericano para analizar la forma en que el aula universitaria se convierte en un espacio donde se institucionaliza la exclusión.[10]

Desde otra perspectiva, Michel Foucault[11] plantea que el poder no se concentra únicamente en estructuras jerárquicas, sino que circula a través de interacciones cotidianas. Esta mirada permite explicar la naturalización de las microagresiones: gestos, comentarios o actitudes que, aunque individuales, reproducen un sistema más amplio de dominación. Fabián A. Z. Rojas[12] refuerza esta idea al mostrar cómo el silencio y la omisión en el aula también pueden constituir formas de violencia simbólica.

En el plano psicológico, Derald W. Sue[13] definió el concepto de microagresiones como insultos o desaires cotidianos que transmiten prejuicios, ya sea de manera intencional o inconsciente. Posteriormente, Sue y colaboradores[14] demostraron que tales interacciones tienen efectos acumulativos en la salud emocional y en la confianza de los individuos. Investigaciones recientes en contextos universitarios han documentado la prevalencia de microagresiones en la enseñanza y la interacción académica, tanto entre estudiantes como en la relación con el profesorado.[15]

La literatura también ha mostrado la dimensión interseccional de estas prácticas. Jioni A. Lewis y colegas[16] encontraron que las estudiantes negras universitarias enfrentan microagresiones simultáneamente vinculadas al género y a la raza, lo que intensifica sus efectos negativos. Este hallazgo coincide con investigaciones sobre clima institucional que destacan cómo el sentido de pertenencia y las oportunidades de permanencia se ven condicionados por microagresiones de distinta índole.[17]

Por otro lado, se ha planteado un debate crítico sobre la solidez conceptual del término. Scott O. Lilienfeld[18] advierte que, si bien las microagresiones representan una categoría analítica útil, aún se requieren más estudios empíricos que respalden con evidencia sólida sus efectos en distintos contextos. En una línea similar, Erin McClure y Regina Rini[19] discuten los desafíos epistemológicos que plantea la investigación de microagresiones, señalando la necesidad de precisar definiciones y metodologías.

Para cerrar este apartado, estudios recientes han incorporado enfoques innovadores para analizar estas dinámicas en ámbitos universitarios. Investigaciones que emplean minería de texto han evidenciado cómo el acoso y las microagresiones se manifiestan en entornos académicos y digitales.[20] Asimismo, se ha documentado que las instituciones de élite reproducen desigualdades interseccionales, fenómeno descrito como el Howard-Harvard effect.[21] Estas aportaciones permiten ampliar la discusión más allá de la experiencia individual, situando las microagresiones como un problema estructural que impacta en la equidad de la educación superior.

  1. Método

La investigación se desarrolló bajo un enfoque cualitativo-exploratorio, idóneo para analizar fenómenos sociales poco visibilizados y comprender las experiencias subjetivas de los actores involucrados.[22] Este diseño permitió indagar en la forma en que las microagresiones se manifiestan en la vida académica cotidiana y cómo afectan la motivación, el sentido de pertenencia y las oportunidades de desarrollo profesional del estudiantado.[23]

2.1 Participantes

La población de estudio estuvo conformada por 20 estudiantes de licenciatura de la Universidad Autónoma de Chihuahua, de distintas áreas de conocimiento. La selección intencional buscó incluir voces de mujeres y personas de la diversidad sexual con experiencias de microviolencias en el contexto universitario.[24] De igual manera, se organizaron dos grupos focales para propiciar la discusión colectiva y contrastar experiencias en torno a las dinámicas de interacción en el aula.[25]

Tabla 1
Características de las y los participantes (n = 20)

Característica

n

%

Identidad de género

Mujeres

14

70 %

Hombres

4

20 %

Personas no binarias

2

10 %

Área de estudio

STEM

8

40 %

Humanidades

6

30 %

Ciencias Sociales

6

30 %

Año de licenciatura

1.º–2.º año

9

45 %

3.º–4.º año

11

55 %

Fuente: Elaboración propia
Nota. La muestra fue de tipo intencional y estuvo compuesta por estudiantes de distintas áreas disciplinares. Los datos se presentan con fines descriptivos y no buscan representatividad estadística. Elaboración propia a partir de entrevistas semiestructuradas y de grupos focales realizados durante el segundo semestre de 2023.

2.2 Técnicas de recolección

Se aplicaron entrevistas semiestructuradas, que permiten obtener narrativas detalladas con flexibilidad para explorar temas emergentes.[26] Los grupos focales complementaron esta estrategia al generar un espacio de diálogo donde fue posible identificar patrones de exclusión compartidos.[27]

2.3 Procedimiento

Las entrevistas y grupos focales fueron grabados con consentimiento informado y luego transcritos íntegramente. El trabajo de campo se realizó durante el segundo semestre de 2023. Para garantizar la confidencialidad, se anonimizaron los datos personales.

2.4 Análisis de la información

El corpus se procesó mediante análisis de contenido inductivo, con codificación abierta y axial asistida por software cualitativo. De este modo se logró, la identificación de categorías sobre el impacto de las microagresiones en la trayectoria académica. La interpretación se trianguló entre entrevistas y grupos focales para incrementar la validez interna del estudio.

  1. Resultados

El análisis de las entrevistas y grupos focales permitió identificar un conjunto de microagresiones recurrentes que afectan la experiencia académica de mujeres y diversidades sexuales en el aula universitaria. Los hallazgos se organizaron en cuatro categorías principales.

3.1 Desvalorización de capacidades académicas

Las y los participantes reportaron haber sido objeto de comentarios que ponían en duda sus competencias, particularmente en áreas consideradas “masculinas”, como las ingenierías o las ciencias exactas. Estas prácticas refuerzan estereotipos de género y generan desmotivación para participar activamente en clases y proyectos de investigación. Estudios previos coinciden en señalar que la desestimación de las aportaciones académicas constituye una de las formas más comunes de microagresión en la educación superior.[28]

3.2 Invisibilización en espacios académicos

Se identificó además, la exclusión simbólica de estudiantes en discusiones y actividades académicas relevantes. Las mujeres y personas de la diversidad sexual señalaron que, en múltiples ocasiones, sus comentarios fueron ignorados o interrumpidos, lo cual afectó su confianza y sentido de pertenencia. Este patrón coincide con lo documentado por Wong y colegas,[29] quienes describen las microagresiones como mecanismos que erosionan la participación equitativa en entornos educativos.

3.3 Lenguaje sexista y estereotipos normalizados

El uso de expresiones sexistas por parte de algunos docentes y compañeros fue una práctica reiterada. Dicho lenguaje contribuye a la naturalización de estereotipos de género y refuerza jerarquías de poder en la interacción cotidiana. En la literatura latinoamericana, investigaciones como las de Castillo y Pacheco[30] han mostrado que estas formas de violencia simbólica son frecuentes y tienden a pasar desapercibidas, consolidando un ambiente discriminatorio en los campus.

3.4 Exclusión de oportunidades académicas y profesionales

Las y los estudiantes señalaron haber sido marginados de actividades de prestigio, como la participación en congresos, proyectos de investigación o redes académicas. Este tipo de exclusión limita sus posibilidades de desarrollo y liderazgo, lo cual repercute directamente en la trayectoria profesional. Resultados similares han sido encontrados en contextos internacionales, donde la falta de acceso a redes de apoyo constituye un obstáculo significativo para la equidad en la educación superior.[31]

3.5 Síntesis de hallazgos

Los resultados reflejan que las microagresiones en el aula universitaria no son hechos aislados, sino parte de un patrón de desvalorización simbólica que se manifiesta en distintos niveles de interacción. Estas dinámicas coinciden con el planteamiento de Sue[32] sobre los efectos acumulativos de las microagresiones y con el marco teórico de Bourdieu[33], que explica cómo la violencia simbólica opera en la reproducción de desigualdades.

  1. Discusión

Los resultados obtenidos confirman que las microviolencias en el aula universitaria, aunque sutiles, tienen un impacto acumulativo que afecta la motivación, el sentido de pertenencia y las oportunidades académicas de mujeres y diversidades sexuales. Esta conclusión coincide con los planteamientos de Sue[34] sobre el efecto psicológico de las microagresiones, así como con los hallazgos de Sue y colaboradores[35], quienes demostraron que estas interacciones cotidianas pueden minar la confianza y el rendimiento académico.

Desde la mirada sociológica, los hallazgos se alinean con la noción de violencia simbólica propuesta por Bourdieu[36] y ampliada junto con Passeron[37], en la medida en que muestran cómo la desvalorización de opiniones, la exclusión en proyectos o el uso de lenguaje sexista actúan como mecanismos institucionalizados de reproducción de desigualdades. Estudios latinoamericanos refuerzan esta lectura, al documentar la persistencia de dinámicas de exclusión que pasan inadvertidas en las políticas universitarias.[38]

Cabe añadir que, la evidencia encontrada guarda relación con el planteamiento foucaultiano de que el poder circula en interacciones cotidianas.[39] Las microagresiones observadas en el aula no dependen exclusivamente de estructuras jerárquicas formales, sino que se reproducen en pequeños gestos y prácticas discursivas que configuran climas institucionales adversos.

Desde una perspectiva interseccional, se confirma que la discriminación se intensifica cuando las microagresiones se entrelazan con género, orientación sexual y otras condiciones identitarias. Tal como señalan Lewis y colegas[40], las estudiantes que enfrentan simultáneamente prejuicios raciales y de género experimentan impactos diferenciados en su trayectoria académica. Estos hallazgos invitan a considerar que las políticas universitarias de igualdad deben abordar no solo la violencia explícita, sino también las exclusiones simbólicas y cotidianas que erosionan el sentido de pertenencia.

Por otra parte, el estudio dialoga con la literatura crítica que cuestiona los alcances conceptuales de las microagresiones. Lilienfeld[41] advierte sobre la necesidad de contar con evidencia empírica más robusta para sostener afirmaciones generalizadas, mientras que McClure y Rini[42] señalan los desafíos epistemológicos y metodológicos que plantea el concepto. Lejos de invalidar los resultados, estas observaciones sugieren que investigaciones como la presente contribuyen a llenar vacíos empíricos y a fortalecer la definición de microviolencias en contextos universitarios.

En síntesis, los hallazgos invitan a reflexionar sobre la urgencia de respuestas institucionales. Tal como muestran Turner, González y Wong[43], la persistencia de barreras para académicos y estudiantes de grupos minoritarios revela que la equidad no puede lograrse sin un compromiso estructural. Investigaciones recientes confirman que incluso en universidades de prestigio internacional se reproducen desigualdades interseccionales, fenómeno descrito como el Howard-Harvard effect.[44] De igual manera, el trabajo de Brown[45] pone en evidencia que las microagresiones no afectan únicamente a estudiantes, sino también al personal académico, lo cual refuerza la necesidad de generar protocolos inclusivos de mayor alcance.

Conclusión

Los hallazgos de este estudio permiten afirmar que las microviolencias en el aula universitaria constituyen prácticas recurrentes y naturalizadas que afectan de manera significativa la trayectoria académica de mujeres y diversidades sexuales. Estas dinámicas, expresadas en la desvalorización de capacidades, la invisibilización en espacios académicos, el uso de lenguaje sexista y la exclusión de oportunidades, confirman que la desigualdad de género en la educación superior no se limita a casos de violencia explícita, sino que también se reproduce mediante interacciones cotidianas.

Desde un plano teórico, los resultados dialogan con la noción de violencia simbólica de Bourdieu[46] y con la perspectiva foucaultiana del poder como red de relaciones.[47] Ambas aproximaciones permiten comprender cómo prácticas aparentemente menores se convierten en mecanismos institucionalizados que sostienen desigualdades estructurales en los campus universitarios.

En términos prácticos, la investigación pone de relieve la necesidad de que las universidades implementen políticas inclusivas específicas, orientadas a la prevención de microagresiones. Entre estas acciones destacan: programas de sensibilización docente, protocolos de denuncia adaptados a la sutileza de estas dinámicas y estrategias para garantizar la participación equitativa de mujeres y minorías sexuales en actividades académicas y de investigación.[48]

En suma, se reconoce que este trabajo presenta limitaciones propias de los estudios cualitativos con muestras intencionales y acotadas. No obstante, abre un campo fértil para futuras investigaciones. Se recomienda avanzar hacia estudios comparativos entre disciplinas, así como incorporar enfoques interseccionales que permitan visibilizar cómo se entrelazan género, raza, clase y orientación sexual en la reproducción de las desigualdades.[49]


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Las opiniones, análisis y conclusiones del autor son de su responsabilidad y no necesariamente reflejan el pensamiento de la Revista Inclusiones.


[1] Derald W. Sue, Microaggressions in Everyday Life: Race, Gender, and Sexual Orientation (Hoboken, NJ: John Wiley & Sons, 2010), https://doi.org/10.1002/9781118264831

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[8] Pierre Bourdieu, La dominación masculina (Barcelona: Anagrama, 1999).

[9] Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron, La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza (Madrid: Editorial Popular, 2001).

[10] Carlos A. Barrenechea, “Pierre Bourdieu: el poder en el campo de la educación y la violencia simbólica,” Revista Perspectivas Metodológicas 17, no. 19 (2017): 45–60; Katherine A. C. Cifuentes, “Estado, escuela y violencia simbólica: construcciones desde el campo educativo,” Miradas 1, no. 22 (2020): 45–60; Fabián Quishpe, “Violencia simbólica: reflexiones teóricas y prácticas,” Saberes Andantes 6, no. 2 (2023): 55–70.

[11] Michel Foucault, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión (Buenos Aires: Siglo XXI, 2002).

[12] Fabián A. Z. Rojas, “El silencio como violencia simbólica en el contexto educativo,” Praxis Pedagógica 25, no. 38 (2022): 45–62.

[13] Derald W. Sue, Microaggressions in Everyday Life: Race, Gender, and Sexual Orientation (Hoboken, NJ: John Wiley & Sons, 2010).

[14] Derald W. Sue et al., “Racial Microaggressions in Everyday Life: Implications for Clinical Practice,” American Psychologist 62, no. 4 (2007): 271–86.

[15] Annie Lee, “Hierarchical Microaggressions in Higher Education Settings,” Currents in Teaching and Learning 12, no. 1 (2019); Kelly Young, Michael Anderson y Susan Stewart, “Hierarchical Microaggressions in Higher Education,” Journal of Diversity in Higher Education 8, no. 1 (2015): 61–71.

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[25] Annie Lee, “Hierarchical Microaggressions in Higher Education Settings,” Currents in Teaching and Learning 12, no. 1 (2019).

[26] Kelly Young, Michael Anderson y Susan Stewart, “Hierarchical Microaggressions in Higher Education,” Journal of Diversity in Higher Education 8, no. 1 (2015): 61–71.

[27] Lee, “Hierarchical Microaggressions in Higher Education Settings.”

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[40] Jioni A. Lewis et al., “Coping with Gendered Racial Microaggressions among Black Women College Students,” Journal of African American Studies 17, no. 1 (2013): 51–73.

[41] Scott O. Lilienfeld, “Microaggressions: Strong Claims, Inadequate Evidence,” Perspectives on Psychological Science 12, no. 1 (2017): 138–69.

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[46] Pierre Bourdieu, La dominación masculina (Barcelona: Anagrama, 1999).

[47] Michel Foucault, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión (Buenos Aires: Siglo XXI, 2002).

[48] Jorge Castillo y Lucía Pacheco, “Violencia simbólica en contextos universitarios,” Revista de Estudios Sociales 76, no. 2 (2021): 45–60; Mariana Vega y Patricia Ramírez, “Desigualdad y género en la educación superior mexicana,” Revista Mexicana de Investigación Educativa 24, no. 80 (2019): 321–40.

[49] Jioni A. Lewis et al., “Coping with Gendered Racial Microaggressions among Black Women College Students,” Journal of African American Studies 17, no. 1 (2013): 51–73.