Miura, el mal, el vacío y la nada  - Volumen 12 Número 3 - Página —-


REVISTA INCLUSIONES – REVISTA DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES

ISSN 0719-4706
Volumen 12 Número 3
Julio - Septiembre 2025
Páginas 183-211
https://doi.org/10.58210/ri3629

Miura, el mal, el vacío y la nada

Miura, Evil, Emptiness, and Nothingness


David Quilodran Gellona
maestroquilo@gmail.com
Fundación Instituto Profesional Duoc UC, Santiago Chile
https://orcid.org/0000-0002-6975-5167

Fecha de Recepción: 27 de febrero de 2025

Fecha de Aceptación: 21 de junio de 2025

Fecha de Publicación: 15 de septiembre de 2025

Financiamiento:

Se financió con recursos propios.

Conflictos de interés:

Los autores declaran no presentar conflicto de interés.

Correspondencia:

Nombres y Apellidos: David Quilodran Gellona
Correo electrónico: maestroquilo@gmail.com

Dirección postal: Padre Alonso de Ovalle 1586, Metro La Moneda, Santiago Centro, Chile


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Resumen: El presente trabajo, revisa las nociones conceptuales del mal, el vacío y la nada en la obra de Miura Kentaro Berserk. Analizando las definiciones de estos y como están implícitos en la obra. Se considera la noción del mal, como un elemento natural en la realidad concreta, la cual permite ahondar en la problemática del mal como voluntad. Las nociones de vacío y nada se analizan como la forma en que el ser puede primero acercarse a Dios y posteriormente a la divinidad, suponiendo que para lograrlo es preciso tener la voluntad divina. De carácter nihilista con un marcado sentido de la indefensión del ser en la realidad, la obra de Miura incorpora estos preceptos y los expone de manera tal que expresa dos ideas. La idea del mal como acción que le da sentido y propósito al ser y la idea del Dios maligno como aquella entidad que de acuerdo con su voluntad puede crear un nuevo mundo. Enmarcado en la idea del destino que no puede ser modificado por ideas deterministas de la causalidad y la retribución.

Palabras clave: mal; vacío; nada; nihilismo; causalidad.

Abstract: This study reviews the conceptual notions of evil, emptiness, and nothingness in Kentaro Miura’s Berserk, analyzing their definitions and how they are implicitly embedded in the work. The notion of evil is considered as a natural element within concrete reality, which allows for a deeper exploration of the problem of evil as will. The notions of emptiness and nothingness are examined as the ways in which the being can first approach God and later divinity, assuming that in order to achieve this it is necessary to possess the divine will. Nihilistic in nature, with a pronounced sense of the being’s helplessness in reality, Miura’s work incorporates these precepts and presents them in such a way that it conveys two ideas: the idea of evil as an action that grants meaning and purpose to the being, and the idea of an evil God as an entity that, according to its will, can create a new world. All of this is framed within the concept of destiny, which cannot be altered by deterministic ideas of causality and retribution.

Keywords: evil; emptiness; nothingness, nihilism; causality.

Introducción

El mal, como idea de la acción que perjudica al ser, siempre ha sido la oposición al bien, como dos polos de un mismo fenómeno. Siempre ha existido la búsqueda de poder alejar en lo posible el mal, ya que, siempre se le tiene consideración o reticencia por lo que desencadena su accionar. No es habitual que el mal se entienda como una acción más en la realidad, la cual, también está sometida a esta. Se puede decir que el mal es un fenómeno que está dentro de las posibilidades de la existencia. Las asociaciones que se hacen al concepto lo aúnan con la desgracia, la tragedia, lo nefasto, la culpa, el pecado y la muerte, todas dimensiones negativas. Entonces el mal sería en este caso lo negativo. Pero lo negativo no es eminentemente malo, simplemente es quitar, disminuir. En matemáticas lo negativo es una dimensión completa de números que poseen sus propias leyes, no es un concepto que pueda ser catalogado como algo malo. Lo mismo puede indicarse con respecto al vacío y a la nada, conceptos que también presentan la cualidad de ser negativos, en el sentido de que reflejan que falta algo, que no está completo, por ende, también son asociados a que son malos. Si solamente se aprecian estos conceptos de esta manera sería reducirlos simplemente a una definición a priori, pero no se podría explicar lo que en sí contienen y lo que pueden expresar si se le dan los enfoques precisos. De este modo tanto la idea del mal como el vacío y la nada, son nociones complejas que tratan de responder a la problemática de cuál es el propósito y el sentido que tiene el ser en la realidad concreta.

El presente trabajo intenta analizar de manera conceptual cómo se expresan estas definiciones[1] del mal, el vacío y la nada dentro de la obra de Miura[2] Kentaro(1966-2021), autor de manga[3] que en su obra más conocida “Berserk” plasma y desarrolla una historia[4] en la cual utiliza y aplica dichos términos. Trabajos sobre la obra de Miura existen y describen su desarrollo como medio masivo y su función estética, pero no han analizado este punto[5]. La obra de Miura posee un marcado sentido sobre la fatalidad en el mundo que lo rodea y lo plasma con una singular descripción de las acciones. Se puede apreciar la belleza de la acción sin importar si esta es una acción positiva o negativa. Por ejemplo, la descripción de Sonia después de terminar una batalla, expresa lo siguiente:

“Un hedor asfixiante…mentes entumecidas por el hedor de sangre suspendido en el aire. Teñido de rojo. Todo rojo, rojo es la puesta del sol que brilla sobre la sangre…esta escena que debería ser horrible por sí misma…sin embargo…en su lugar era una pintura inmutable”.[6]

Es como diría Baudelaire, “¡un oasis de horror en desierto de hastío!”[7]. La obra de Miura tiene múltiples niveles que hacen avanzar su historia en diferentes ritmos, dependiendo del énfasis que quiere dar en cada momento. En cuanto a la metodología de este trabajo, se ha dividido en tres apartados que buscan analizar dichos conceptos en su obra. En el primero se analiza de manera conceptual la noción del mal, las aproximaciones filosóficas que ha tenido el concepto, fundamentalmente a lo que Zubiri apela como la “voluntad del mal”, también se explica la noción del mal como retribución y como Miura lo plantea en su historia. En el segundo apartado se analiza el mal y su relación con la divinidad, se explica brevemente la libertad del mal, la noción de Mainlander con respecto al mal y su relación con Dios, así como la visión cristiana de Kierkegaard, la cual pone énfasis en la culpa y el pecado para acercarse a Dios. Miura en su trabajo busca que el mal tenga sentido y la divinidad es la que permite articular dicha sentencia. Esto se relaciona con la idea Leibniziana del “mejor mundo posible”, noción que también Miura expresa en su trabajo. El último apartado es la relación entre Dios, el vacío y la nada, que para autores como Eckhart tiene relación con la noción de que el ser, para estar con Dios debe vaciarse de todo, ser nada, para alcanzar estadios de desarrollo superiores a la existencia terrenal, esto va relacionado con Porete y su noción de “alma anonadada” para ser realmente libres. Aquí se hace la diferencia entre la noción de divinidad y Dios, las cuales son formas de representar la existencia de los fenómenos ya sea naturales como metafísicos que buscan comprender la diferencia sustancial entre el vacío y la nada, la cual, se puede expresar en que, para poder acceder al vacío de todo en la divinidad, primero hay que ser nada en la realidad con Dios. Esto se explica en función de que para poder lograrlo se debe tener la voluntad divina, única forma posible de acción. Miura lo grafica en la manera en que Griffith accede a ser Dios mediante una explicación similar a los postulados de la visión mística de Echkart y Porete. A su vez se analiza la noción nihilista de su obra fundamentalmente basados en los postulados de Nishitani, quien desarrolla un profundo nihilismo a la hora de explicar la realidad. De este modo se pretende dilucidar los alcances que presenta la obra de Miura y su desarrollo conceptual.  

  1. La noción del mal

El mundo que presenta Miura en su obra, sostiene una estructura en la que hay una realidad dada y fundamentada principalmente en la violencia. Esto lo expresa Griffith a Guts cuando están el campo de batalla:  

“Morir por un dios sin piedad no tiene sentido. En el campo de batalla, la vida de un hombre no vale ni una moneda de plata. En la época actual, las vidas de la mayoría de la gente dependen de los caprichos de unos pocos nobles y las familias reales. Y todos mueren, sus vidas se esfuman sin saber siquiera quiénes son…bueno creo que ni un rey puede vivir de la forma que quiere. Todos simplemente confían sus vidas a esta gran corriente que conocemos como destino”.[8]

González conceptualiza a este tipo de estructura en la “lógica retributiva”[9] en la cual las acciones de los individuos tienen consecuencias que generalmente se utilizan para justificar la posición social de estos, en la cual la dicotomía de lo bueno y lo malo tienen preponderancia en función de las acciones de estos:

“Utilicemos el término bueno para designar a aquellos que realizan las acciones exigidas por los poderes, sean del tipo que sean. Los poderes aseguran que a los buenos les irá bien. Y esto significa entonces que aquellos a los que les va bien, aquellos que ocupan las posiciones sociales dominantes, aquellos que prosperan en la vida, son precisamente aquellos que han realizado las acciones requeridas por los poderes”.[10]  

De acuerdo a este postulado, las acciones de los individuos no tienen valor alguno para el sujeto, ya que, tanto las acciones como los resultados de estas acciones ya están determinados. Entonces se podría presuponer que un mundo estructurado de esta manera debe ser eminentemente malo, ya que los individuos están sometidos a las consecuencias de sus actos. Según Barroso, Zubiri dice que hay dos tipos de mal:

“Zubiri distingue entre dos tipos de mal: el “maleficio”, un mal independiente de la voluntad y por lo tanto no catalogable como mal moral, y el mal estrictamente moral, el mal de la voluntad, que puede ser de tres clases: malicia, malignidad y maldad”.[11]

Dentro de la obra de Miura, el mal como acción retributiva es el marco que se presenta en la historia, pero como expresa Zubiri el mal que es independiente de la voluntad no puede ser retributivo, porque está en contra de la acción del individuo la cual no busca la maldad que es una consecuencia no esperada de la acción del sujeto. El mal es siempre un resultado no esperado. “Lo malo del mal no es su manera de decirlo, sino su manera de sufrirlo, el sinsentido que introduce en el ser humano. El mal muchas veces es lo indecible”.[12] Esto se expresa en la infancia de Guts y su relación con Gambino, el cual, sin buscar su muerte, esta ocurre y escapa del campamento. “Sería más fácil solo tirarme en el suelo y morir justo aquí, ya no habría nada más por hacer, aquí solo hay maldad”[13]. El mundo en el que Guts se desarrolla es de índole retributivo, pero sus acciones rompen con esa estructura porque no acepta que el resultado de sus acciones tengan consecuencias que sean deterministas.  Lo que presenta Miura en su historia es dar la impresión de un mundo en el cual el ser humano no tiene forma de controlar su propio destino, lo cual muestra un entorno en el que siempre la angustia se manifiesta en forma de indefensión. Barroso sostiene que esta pérdida de certeza hace que se olvide de la idea del bien y solo se presente el mal como incertidumbre:

“El ser humano angustiado tiene que hacer su vida pero sin ninguna firmeza en que apoyarla. Es decir, el angustiado ha perdido, cuanto menos, una de las dimensiones fundamentales de la verdad real, la confianza que daba la firmeza de lo real, y, por supuesto, en él se ha producido la disolución del bonum”.[14]

Las acciones de los seres humanos tienen consecuencias que no necesariamente son positivas para quien las realiza, a veces, de las buenas intenciones no resulta nada bueno. Esto lo expresa Miura cuando El Conde al ver a su esposa convertida en hereje, decide corregir esa anomalía[15]:

“Pero la sonrisa triunfante de esa traidora, te llevó a las profundidades de la desesperación. Por lo tanto, para escapar de ella decidiste acabar con tu vida, pero mientras contemplabas la muerte, tu absoluta desesperanza fue arrastrada por el ciclo de la causalidad. El elemento de tu alma, que no podía ser contenido de ninguna forma, abrió la puerta dimensional”.[16] 

De acuerdo con Viñas Vera, las acciones que ocurren son en base a la voluntad de los seres para hacer que sus actos tengan el efecto que ellos desean:

 “El mundo es capaz de convertir un acto bueno, una persona buena, en algo malo. Es demasiado frecuente ver cómo el actuar bondadoso de alguien da pie al peor de los males. El mundo tiene ese poder. ¿Por qué tiene ese poder el mundo? Porque se lo hemos dado, de alguna manera. Al mundo le hemos dado el poder de juzgar, de valorar, de nombrar las realidades. En el mundo pasa de todo, incluso que el bueno sea considerado un ser despreciable que hay que quitar de en medio”.[17] 

Barroso en una línea similar sostiene que el mal en sí no es algo que se busque de forma racional, sino más bien, son producto de las circunstancias que ocurren en la realidad. “La voluntad no puede elegir el mal por el mal; sólo elige el mal anteponiendo lo que quiere (es decir, algo tendencial) a lo que es. En este sentido, las tendencias son causa necesaria del mal”.[18] 

El ser humano imbuido en esta realidad solo tiene el camino de aceptar las situaciones que ocurren de forma tal que pueda sobrellevar su propia existencia. Kuri Camacho sostiene que en la realidad el error es algo natural a la propia existencia, razón por la cual, el mero hecho de existir da pie al desarrollo del bien, pero también del mal:

“El hombre es parte del universo creado, y en cuanto parte de este mundo, es natural, está en el orden de las cosas que se engañe o se equivoque. Está en el orden de las cosas que el hombre sea falible. Está en el orden de las cosas que el hombre esté expuesto a la muerte, al dolor y al sufrimiento, porque, por su esencia, está comprometido en la naturaleza corporal, generable y corruptible”.[19]

Miura plantea en su trabajo, que las certezas que poseen los seres humanos son simplemente creencias que permiten sobrevivir, pero eso no quiere decir que sean realmente aceptadas por los individuos. Farnese al ver la realidad del mundo, comprende que a lo que se aferraba era solamente una ilusión que en sí no tenía sentido a la hora de responder a las preguntas esenciales de la existencia:

“De alguna forma, mientras se posó bajo el cielo iluminado…jadeando cual bestia salpicada de sangre de su presa, la escena caló en mí. Era bella y solemne a la vez, casi como un fresco adornando una basílica…traté de escapar, temblando de miedo. Nunca fue capaz de sentir la presencia de mi señor. Me autoproclamo una mujer creyente…pero ni siquiera pude pronunciar ese nombre que repito miles de veces…”[20]

Según Barroso Fernández la realidad como posibilidad de la existencia se vuelve un vicio si no tiene algún sentido trascendente, por ende, la creencia de Farnese es un vicio, porque se sentía vacía[21] y Guts solo evidencia esa inquietud:

“La realidad humana se va haciendo a través de las posibilidades que se apropia, posibilidades que se van naturalizando, tornándose hábitos: es la virtud y el vicio. Así como la bonicia tiende a convertirse en virtud, la malicia tiende a hacerlo en vicio”.[22]

En este sentido, el mal como fenómeno, es una condición que existe en la realidad, se puede intentar obviar, negar, cuestionar, pero es un hecho de la realidad. Bayle sostiene que la dualidad bueno-malo debe existir, pero ninguna por sí sola está completa:

“El universo requiere que existan entes malvados y entes buenos, y puesto que la suprema bondad y la suprema malicia no pueden subsistir en un único sujeto, es necesario que en la naturaleza de las cosas exista un ser esencialmente bueno y un ser esencialmente malvado”.[23]

De ese modo, los seres humanos asocian los hechos que ocurren en la realidad y los catalogan en función de sus intereses. Entonces los fenómenos de la realidad social son los que reflejan el mal en función de si estos hechos son perjudiciales a mi propio existir. De ahí que el mal se asocie con la desgracia, porque los hechos siempre tendrán consecuencias:

“Hubo incluso épocas en las que el mal-desgracia (epidemias, terremotos, guerras, carestías) fue interpretado como consecuencia del mal-culpa. Dios castigaba con males físicos el pecado de los hombres. El gran enigma del mal-desgracia adquiría así una explicación envenenada: era el castigo razonable y merecido por el mal-culpa”.[24] 

Miura comprende esta asociación y la enfatiza en las acciones del Conde que frente a la herejía de su esposa “un mal-desgracia” esta, debía ser castigada:

“Y dijiste: ¿son dioses?, ¿o mensajeros del infierno? De cualquier forma… ¡libérenme de este dolor!, ¡si lo hacen, les daré lo que quieran!. Y luego te prometimos que te convertiríamos en un ser sobrenatural que nunca conocería la angustia o la desesperación”.[25] 

De este modo, el mal como idea adquiere significado, porque es un hecho de la realidad que existe como tal generando su propia idea de sentido. Genazzano, sostiene que Kant al reconocer el mal como algo real tiene un carácter positivo, en el sentido de ser un fenómeno de la realidad el cual está sometido a las mismas condiciones de los demás fenómenos:

“El mal, como algo negativo, adquiere una realidad y fundamento propios, lo cual lo vuelve capaz de oponerse a otra realidad, en este caso al bien. Por esta razón, es posible afirmar que, para Kant, igual que para Bayle, la maldad es algo tan real como el bien; ambos, como realidades, son capaces de cancelarse entre sí. Para Kant el mal adquiere así un valor ontológico propio, resultado así en una realidad positiva”.[26]

Miura comprende esto y lo grafica en su historia, construyendo una solución ante el fenómeno del mal, el cual es utilizado para poder dar sentido a la existencia. La mano de Dios, son los mensajeros que custodian el deseo del ser que busca dar sentido al mal, por eso que, en la obra, la distinción a priori de lo que es bueno y malo carece de sentido, porque la realidad no se manifiesta de forma binaria. Esto lo expresa el “Huevo del mundo perfecto”, que frente a su nefasta existencia, entiende que el poder de su voluntad permite crear un nuevo mundo que no necesariamente no exista el mal, sino que exista la posibilidad de darle sentido:

“Los ángeles me mostraron el mundo. De pronto me di cuenta de mí mismo y de lo que me rodeaba. Todo poseía una palabra, una forma y un significado. Comprendí que las formas intensas que sentía eran ira, tristeza y miedo y que el mundo que conocía estaba lleno de desesperación y que yo no era nadie…enterrado y desvanecido en las profundidades”.[27]

El mal en la obra de Miura no se sustenta en la lógica de vencer a un determinado ser o de resolver un problema que traerá una paz absoluta, si no que va a depender de lo que los individuos sientan con respecto a los fenómenos que surgen en la realidad. Barroso Fernández, sostiene que el mal depende en último término de nuestra propia experiencia en la realidad:

“Dado que el mal siempre es condición, ninguna cosa puede ser maléfica en un sentido absoluto; por muy maléfica que sea, seguro que tiene aspectos que pueden ser considerados benéficos. Pero es que además lo que consideramos maléfico depende, en último término, de la idea que tengamos de nuestra propia sustantividad”.[28] 

De este modo, se comprende que el mal es una acción de sentido que los individuos utilizan para dar un propósito a su existencia. Pero en la obra de Miura esto está íntimamente relacionado con divinidad, por ende, se puede argumentar cómo se relaciona el mal con la divinidad, que es lo que se analiza en punto siguiente:

  1. El mal y la divinidad

De acuerdo con la estructura desarrollada por Miura, existe una correlación entre el fenómeno del mal, entendido como una las acciones posibles que presenta el ser y la divinidad entendido como un fenómeno de naturaleza inefable y a la vez incognoscible[29]. En este sentido, si el ser desde su acción en la realidad puede condicionar las acciones de otros, puede considerarse como una acción que induce al mal: “Si produzco intencionalmente en el otro el maleficio o incito al otro a que actúe maliciosamente, entonces me convierto en el “malo” por excelencia; en el maligno. Es el mal como “malignidad”“.[30] Una divinidad puede inducir en otros su accionar en la realidad, haciendo su propia voluntad por sobre los demás. Según, Viñas Vera, no es posible entender o conocer el mal sin ser malo:

 

“El mal es lo que no puede ser entendido del todo sin dejarse atrapar en él. Este misterio de la iniquidad no queda reducido a las cosas malas que hacemos, ni es sólo el pecado que hace el ser humano, sino que el mal es esa realidad en la que no es posible habérselas con ella sin dejarse afectar. No se puede entender el mal sin hacerse malo”.[31]

Miura utiliza el Beherit, como la forma en que la divinidad induce en el ser, la inquietud por dar sentido al mal de la existencia. La mano de Dios no obliga directamente a realizar el sacrificio y pone de manifiesto que es el propio ser el que toma la decisión:

“Beherit es una llave, que abre una puerta a un mundo que se superpone con este. Esta llave invoca demonios de otra dimensión que manipulan a voluntad el lado oscuro de la historia del hombre desde hace mucho tiempo. Ellos son los cinco miembros de la mano de Dios”.[32]

Entonces se presenta la disyuntiva, de que la divinidad es en su esencia una entidad que induce al mal porque creó una estructura en la cual esta tiene un carácter real. Pero también se podría argumentar que la divinidad es esencialmente buena porque también lo bueno posee el carácter de que está inmerso en la realidad, dando como resultado que la divinidad no es ni buena ni mala, ya que ambos fenómenos se neutralizarían dando como resultado una divinidad libre de esa connotación.[33] Sin embargo, en la obra de Miura, el mal es la única condición que deja consecuencias que son irreparables en el ser, razón por la cual, tiene mayor preeminencia en la existencia que el bien, ya que la misma existencia está sujeta al inexorable paso del tiempo en el cual mientras más tiempo se está en la realidad, mayor es la probabilidad de que el mal incida en este:  

“Surge, pues, la problemática clásica del hombre enfrentado al Dios maligno: la angustia ante un mal omnipresente y atormentante; es una angustia existencial que reclama la muerte como evasión. Es un Dios que se sitúa detrás del dolor, del mal, de la injusticia y que hace del propio hombre el instrumento de sus designios”.[34] 

Este problema de una divinidad por el mero hecho de que sea una entidad inefable se tiende a pensar que no solo beneficia al ser, sino que también busca el bien, pero el mero hecho de aceptar la divinidad se debe tener en cuenta que el mal estará presente. Miura lo grafica cuando Guts le pregunta al anciano que lo lleva en su carreta. “¿crees en Dios, pero no en espíritus malignos?”[35]. Esta contradicción de suponer un bien absoluto crea una distorsión en la cual solo se acepta parcialmente la realidad y por ende, también la divinidad. Leibniz desde su perspectiva racionalista sostiene que no es contradictorio que exista tanto Dios como el mal, porque este mundo creado por la divinidad es el mejor mundo posible, es el mundo más viable que puede existir, si se pudiera hacer uno mejor, la realidad concreta sería distinta:  

“Leibniz defiende que no hay incoherencia lógica entre la existencia de Dios y la del mal. De aquí deriva el autor racionalista la tesis según la cual, Dios ha creado el mejor de los mundos posibles, porque siempre está obligado a elegir voluntariamente lo mejor en cuanto a su atributo de perfección”.[36] 

Para Kant el mal radical es un acto de libertad, porque el ser, con sus facultades y experiencia en la realidad concreta, puede decidir si hacer el bien o el mal, está dentro de sus posibilidades como el ser que existe en la realidad:

“Más allá de la discusión sobre si el rigorismo del mal es consecuente o no con la ética kantiana, no cabe duda de que el mal radical es un “acto de la libertad” (Actus der Freiheit). Y lo más importante es que el uso de esta misma libertad está constituido por principios que, a priori, es decir, sin influencia de causas naturales, determinan la acción moral del sujeto”.[37]

Mainlander, cuestiona la libertad del mal propuesta por Kant, ya que para él no existe tal libertad, porque la divinidad al crear este mundo permite que exista el mal dentro de este, razón por la cual, es algo que el ser puede tomar dentro de la misma regla que existe, por ende, no puede haber libertad en algo que existe como algo posible, la libertad sería no estar sujeto a ese tipo de decisiones.

“Por tanto, el suicidio de Dios coincide con un mundo en el que todo está permitido, un mundo saturado de individuos que, creyéndose sin ley, al promover y forzar la destrucción del mundo y de los otros, sólo evidencian su contenido esencial de aniquilación, el cual provoca la reacción destructiva, lo cual no es un ejercicio de la libertad”.[38]

Para Mainlander el único que tuvo libertad, fue Dios antes de crear toda la existencia. “La definición correcta de libertad es, por consiguiente, solo aplicable a Dios antes del universo”.[39] En este sentido, Miura crea una estructura divina, donde la libertad del ser no es lo primordial, crea más bien un “mal retributivo”, ya que las acciones del ser solo tienen una consecuencia, el vacío, argumento similar al de Mainlander:

“Cuando tu cuerpo muera tu alma será atraída y capturada por esta oleada de maldad y arrastrada al infierno y quedaras enterrado en el crisol de pensamientos oscuros por toda la eternidad. En poco tiempo mantener tu individualidad será imposible, te volverás con la oscuridad como una gota de agua en el vasto océano”.[40] 

En una estructura determinista, en donde los actos ya se encuentran resueltos, para el ser, un mundo de esa naturaleza es evidentemente malo, porque no beneficia al ser. Según Barroso Fernández, el mal es un problema de las estructuras sociales no del individuo que está sometida a esta:

“El mundo es, entonces, un mundo de condición mala para el hombre; que le posibilita para hacer el mal. La maldad es el fundamento de lo que en “en torno al problema de dios” había llamado “pecado histórico”. El sujeto de este pecado no son las personas concretas, sino las estructuras sociales y las situaciones históricas en las que aquéllas tienen que hacer su vida. En la medida en que ocurre esto, el ser humano se mueve en un mundo de mala condición”.[41] 

El ser ante esta condición busca la manera de superar dicha forma de entender su propia realidad, de ahí que para justificar dicha existencia crea dos preceptos: la ilusión de libertad y una divinidad con sentido y propósito: “Los hombres, individuos reales, sustituyen su reconocimiento de tal sistema irrenunciable con la ilusión de su libertad”.[42] En la primera se apela que el ser tiene en sí el libre albedrío, en cual él decide libremente sus acciones. Kuri Camacho sostiene que para que exista esta clase de libertad, el ser debe haber superado previamente su propia realidad, lo cual es imposible, ya que una libertad que supere la realidad no estaría sujeta a las leyes que existen:

“Un ser que posee, por una parte, una subsistencia, previa al libre albedrío personal, que sigue sus propias leyes determinadas y tiene, por tanto, su propia evolución necesaria; y, por otra parte, ese ser dispone libremente sobre sí mismo y, por tanto, es definitivamente lo que él determina hacerse dentro del ámbito de su libertad”.[43]

Esta ilusión del ser que puede decidir sobre su destino es el punto central de la obra de Miura, ya que, en el transcurso de su historia, deja establecido que eso no es tal, es decir, ninguno de los personajes pudo decidir libremente sus actos, pero ellos creen que lograron superar dicha estructura retributiva. “El poder humano no puede cambiar la voluntad divina”.[44]

Del mismo modo Berger argumenta que las acciones humanas tienen consecuencias, lo que se debe dilucidar es si los actos son de índole retributivo o no. En la obra de Miura las decisiones de los individuos tienen consecuencias, las cuales determinan el destino de los individuos.[45] “Toda acción humana tiene sus necesarias consecuencias, y toda situación humana es una consecuencia necesaria de pasadas acciones humanas”.[46] Miura plantea la noción de la causalidad, la cual es la idea que maneja las acciones que los individuos eligen “libremente”, la cual no puede ser modificada, es inevitable:

“En este mundo, el destino de la humanidad es controlado por alguien o por alguna “ley suprema”. Se asemeja a la “mano de Dios” elevándose desde los cielos. Al menos es cierto que el hombre no tiene control; ni siquiera sobre su propia voluntad. El hombre levanta la espada para cubrir las pequeñas heridas en su corazón, heridas infligidas en un pasado lejano más allá del recuerdo. El hombre empuña la espada para así poder morir sonriendo, en un futuro lejano más allá de su comprensión”.[47]

En la segunda afirmación, para autores como Kierkegaard quien, desde una perspectiva cristiana, problematiza sobre el fenómeno del mal y la divinidad como Dios. Sostiene que el error, el pecado y la culpa es una manera que permite valorar la existencia divina con el fin de acercarse a Dios y obtener la salvación del pecado. “Nos acerca más al amor de Dios la experiencia del fallo, del pecado y de la culpa que la experiencia triunfante o gloriosa de los supuestos bienes”.[48] En este sentido, según Fraijó Nieto Dios como ser absoluto es responsable de todos los fenómenos de la existencia. “Al afirmar que Dios es el creador y Señor de toda la realidad, el cristiano convierte a Dios, indirectamente, en responsable último y misterioso de todo lo que ocurre, incluso del sufrimiento y el dolor”.[49] Miura expresa esta inquietud con el inquisidor Mozgus[50], el cual sostiene que es Dios un ser absoluto, el cual posee el bien y su voluntad se debe ejercer en la tierra sin cuestionamientos. “No apartes la mirada, esta visión infernal no es más que la otra cara de la santa sede que juraste proteger. Dios no solo ofrece benevolencia a todos en esta tierra, Dios también es un juez muy severo”.[51] Para Berger la divinidad creó un mundo donde prima el caos, por ende, la divinidad no es responsable de las acciones que se expresan en la realidad concreta:         

“Este mundo, como realidad material, era la creación de fuerzas negativas, identificadas por los cristianos gnósticos con la divinidad del Antiguo Testamento. Y como la divinidad positiva no fue la que creó este mundo, no se le puede responsabilizar por sus imperfecciones. Por consiguiente, los fenómenos anómicos de este mundo no deben entenderse como molestas intromisiones del desorden en el ordenado cosmos, sino que, por el contrario, este mundo es el reino del desorden, de la negatividad y del caos”.[52] 

Como es un mundo de caos, Miura plantea que los creyentes de la santa sede son los llamados a ordenar ese caos, más que como un hecho, sino como un acto de fe. Farnese lo expresa como un discurso aprendido, pero no comprendido. “Dios no muestra sus milagros en la tierra tan fácilmente. Él existe dentro de nuestra fe…en nuestros corazones…así como en el cielo”.[53] Este tipo de discurso intenta dar certeza a la existencia humana, por ende, la santa sede lo utiliza para expresar una de las grandes inquietudes que tiene el ser en el mundo y es dar sentido y propósito a la existencia:

“El sufrimiento (anomia) debe tener un sentido, pues la ausencia de significado es lo que no se puede aceptar. Es necesario explicar los fenómenos anómicos, ya que lo importante va a ser el poder reconciliarnos con el desorden, el poder darle un sentido”.[54] 

Como para el ser es imposible a priori responder a esa inquietud, simplemente su accionar se basa en hacer lo que mejor conviene a la estructura creada. Mozgus en su visión del mundo, entiende que el sufrimiento es una parte importante del desarrollo de su propia existencia. “Mi deber sagrado es hacer cumplir las leyes estrictas de Dios. Tristemente, eso también significa que debo causar mucho sufrimiento a otros”.[55]

Para Kierkegaard, el pecado es una manera de darle sentido al amor de Dios, por oposición al mal “La insistencia de Kierkegaard en el pecado o la culpa es para poner en valor el Amor de Dios, no la maldad del ser humano”.[56] De ahí que Mozgus argumenta que el principio retributivo es la esencia misma de Dios, esto determina que no se pueda cuestionar las estructuras creadas para ese fin. En definitiva, todo se reduce a la fe[57]:

“Las personas no conocen que es la salvación, quizá eso solo está en manos de Dios. Y más que nada, nuestras acciones no deben ser realizadas de acuerdo a nuestra voluntad o a la de otros, todo está escrito en estas escrituras por Dios y únicamente por Dios…debemos actuar. No cuestiones a Dios, ya sea que derrames sangre de tu cuerpo o de tu espíritu…como ser humano, debes seguir viviendo devotamente a Dios de eso es lo que trata la fe”.[58]         

El mal como fenómeno que se manifiesta en el mundo real es una forma de explicar la existencia de la fatalidad. El ser ante esta situación toma partida para intentar dar a la existencia sentido y propósito. La divinidad en este punto es la manera que tiene el ser de obrar en la existencia eliminando aparentemente la incertidumbre que el proceso conlleva. Barroso Fernández sostiene que la institución como un ente que trasciende la temporalidad permite reducir la incertidumbre:

“La única posibilidad que la humanidad tiene de no sucumbir al caos interior, pasa por el aseguramiento de un férreo poder por parte de las instituciones. Nada bueno puede fundarse sobre la subjetividad, ya que ésta se sustenta sobre una grieta, sobre una nada. El ser humano carece de una mismidad firmemente delimitada y orientadora, así que no puede vivir en el centro de su existencia”.[59] 

El ser, al aceptar la institución como un ente fuera de él, acepta la abstracción aun cuando no comprenda cabalmente su accionar. El sacerdote del pueblo de Enoch que representa la institución de la santa sede acepta la ley divina y no la cuestiona, a pesar de la invasión de trolls. Era un mal que no solo afecta al pueblo, sino a su propia existencia. “¡Esta es la voluntad de Dios! ¡este pueblo debe encomendarse de lleno al destino que Dios le ha deparado”.[60] De esto se desprende que el mal no es racional, porque es transgresor, altera la realidad del ser. Para Genazzano el mal no tiene razón ni moral.  “El mal es, por tanto, la cancelación de la identidad entre racionalidad y moralidad”.[61] El ser busca certezas aparentes, las cuales, solo puede encontrar en el orden racional. “El individuo no se resigna al desorden o caos autodestructivo, y considera que la razón y el orden sean los principios constitutivos del sentido, del significado; en definitiva, del sistema social nómicamente establecido y legitimado”.[62] Mozgus lo expresa mediante el argumento de que él es el depositario del orden, es por eso que puede ejecutar la acción divina en este caso del Dios vacío. “Las personas como ustedes ¡No! ¡nadie en toda la tierra aparte de nosotros, en la santa sede! ¡ninguno de ustedes tiene derecho alguno de presumir que tiene la palabra de Dios”.[63] 

El mal como acción real que tiene incidencia en las acciones del ser, aun cuando se establece la intermediación divina, esta es funcional a lo que se ve en la realidad, en la que, los agentes solo pueden interpretar lo que aprecian vagamente con sus sentidos. Miura manifiesta en su obra que la divinidad en cuanto tal no necesariamente es una estructura afín al ser, es más pareciera que en ella se funda un menosprecio por la humanidad, no obstante, esto puede ser una conjetura a priori, ya que la divinidad debido a su naturaleza inefable no se conoce completamente, determinando que las categorías de bueno-malo, bien-mal son limitantes a la hora de comprender el porqué de los actos de la divinidad.

Se puede argumentar que en la obra de Miura la divinidad es de índole nihilista, ya que no tiene intención de otorgar la salvación al ser. Nishitani expresa que la realidad y la existencia del ser en esta, en un abismo de nihilidad en un devenir que el ser está sometido sin una salida aparente:

 

“Nuestra vida permanece en el borde del abismo de la nihilidad, al cual puede regresar en cualquier instante. Nuestra existencia es a la vez una no-existencia, oscila desde y hacia la nihilidad, feneciendo sin cesar y sin cesar recobrando su existencia. Esto es lo que se denomina el devenir incesante de la existencia”.[64]

Se puede afirmar de este modo que la divinidad es contraria a la existencia del ser porque es nihilista, seria de este modo negativo más que maligno, por no tener intencionalidad en el acto mismo de aniquilación del ser en la realidad, sería de este modo algo natural a la divinidad. Moya sostiene que Dios como el ser que la divinidad se expresa en la realidad, obedece a la ley natural, la cual no tiene una conceptualización binaria:

“La Dirección de Dios no es distinta del orden natural mismo, de la concatenación universal de las cosas naturales. Spinoza estatuyó inequívocamente la verdad necesaria de las leyes universales de la Naturaleza. En este contexto, la Dirección de Dios se identifica paladinamente con la universalísima determinación nomológica de los acontecimientos naturales”.[65] 

Barroso Fernández, sostiene que, si el nihilismo es una manera de expresar el mal, este debería ser trascendental. Si por ejemplo se aplicase a la intención de la divinidad en cuanto al ser. “Si resultara que el nihilismo es una forma de mal, el que lo sufre sería malicioso. Pues bien, el nihilismo puede ser descrito como el malum trascendental”.[66] Nishitani al respecto, más que catalogar el nihilismo como algo malo, lo califica de negativo y la muerte es negativo para la vida. “La nihilidad es la negatividad absoluta respecto al ser de la diversidad de las cosas y los fenómenos a los que nos hemos referido; la muerte es la negatividad absoluta respecto a la vida misma”.[67] Moya expresa que si un Dios no tiene un propósito y sus acciones son por obra de la naturaleza absoluta, la acción divina no tendría mérito, pero en ningún caso sería algo malo:

“Si Dios no actuase en función de designios ni de propósitos, entonces su acción se explicaría, o bien por causa de una necesidad absoluta (metafísica), incondicionadamente inductora de la actualidad del actuar, o bien por causa de indiferencia. Ambas opciones son inconsistentes con la existencia de un supremo opífice dotado de inteligencia y libertad operativa. Si lo primero, Dios (despojado de cualquier especie de facultad electiva) no sería loable, por cuanto su acción carecería de opciones alternativas. El curso de los acaecimientos sería único y unimembre el conjunto de los mundos posibles. Si lo segundo, entonces Dios no actuaría sobre la base de la sapiencia, y sería indigno, por consecuencia, de encomio alguno. En ninguno de los casos examinados sería meritoria la obra divina”.[68]

La divinidad para el ser no tiene ningún atributo que le signifique algún beneficio, solo apela a que Dios con su voluntad, pueda de algún modo aminorar los efectos de la ley natural sobre él.

Ahora bien al revisar la relación que existe entre la divinidad y el mal  que para esta última solo es una acción más dentro de la estructura creada. Queda pendiente como el vacío y la nada se relacionan con la divinidad, la cual se presenta ante estos conceptos como una expresión de su accionar ya no en la realidad concreta sino ya fuera de esta, que es lo que se refiere el punto siguiente:

  1. La divinidad, el vacío y la nada

En la obra de Miura es particularmente importante la reflexión acerca de Dios, su relación con la realidad y con el ser que habita en ella. De esto se desprende que hay una diferencia entre lo que es la divinidad y lo que se entiende por Dios, además como esto se relaciona con la noción de vacío y la nada. Según Castañeda Vargas, Eckhart sostiene que Dios es una manera que tiene el ser de representar la divinidad, es decir le da sentido, lo verbaliza:

“El Ser de Dios tiene entonces dos aspectos, al modo de una moneda con dos caras; por un lado Dios, por el otro, Divinidad. Dios está vinculado con el lenguaje humano y puede entenderse como la palabra o el concepto con el que se agrupan todos aquellos contenidos o significaciones que el hombre puede comprender, entender o captar acerca del ser de Dios. Está ligado, por tanto, al hecho de la creación, en cuanto que es la creatura la que, por decirlo en forma figurada, ve, percibe y capta la cara de Dios”.[69]

En este mismo sentido la divinidad sería para Eckhart el ser de Dios sin nada:

“Por su parte Divinidad es para Eckhart el ser de Dios en total reposo, sin obrar, sin actividad, sin operación, totalmente eterno y uno, en el que todas las cosas y las ideas reposan sin fragmentación de creación, sin temporalidad, sin espacialidad, sin contingencia. Es el punto de donde ha emanado todo lo creado y también el punto final hacia donde tiende todo”.[70] 

La divinidad como estructura fuera del ser con propiedad absoluta, se conceptualiza en función de toda la existencia y por ende fuera de todas propiedades de la realidad, porque las antecede como principio y después como fundamento al crear la existencia. Olivera sostiene que esta fuera de la categoría del espacio-tiempo, por ende, todo puede volver a la divinidad:

“Definiremos el concepto filosófico de “Deidad” como la unidad esencial y originaria de las almas con la divinidad, anterior a la creación. Es decir, excluyente de toda configuración espacio-temporal, o mejor dicho la aniquilación tanto de las almas como de Dios en un mismo seno”[71].

Miura expresa a la divinidad como un ser sin forma humana que se encuentra en el vacío, no está en el espacio ni el tiempo y se manifiesta a sí mismo como una idea. “Yo soy la idea, el dios deseado, la idea del mal”.[72] La divinidad que se expresa en el ser, no puede ser categorizada por la noción que tiene este de la existencia. Verdú Berganza, sostiene que la esencia de Dios es la nada absoluta:

“La Unidad de Dios, su esencia, su divinidad, es, por el contrario, un desierto absoluto de toda modalidad, una nada absoluta, inexpresable; un lugar que no es ningún lugar, que toda descripción falsea, ya que está más allá, por encima, de toda imagen y de cualquier posible relación con lo creado”.[73] 

La nada es la acción última que realiza el ser antes de entrar en el vacío. En este punto hay que diferenciar la nada del vacío[74], si bien están relacionados, la diferencia entre ambos consiste en que el vacío es la estructura que está en la divinidad la cual no posee ningún atributo, no se puede asir, porque no está en el espacio-tiempo. La nada[75] en cambio, es la estructura que está en Dios, la cual, desde el espacio de la realidad concreta se eliminan todas las acciones, ya sea de índole material, espiritual, filosófica y es el momento culmine de la existencia biológica, ya que la única manera de despojarse de la existencia es saliendo de la realidad que en este caso es absoluta. En suma, no se puede acceder al vacío sin la nada.[76] 

Griffith para acceder a la divinidad, elimina todo deseo, para llegar al vacío y de esa forma acceder a su propia divinidad, un ser que no está sometido a las leyes de la realidad concreta[77]. Es en términos de Porete un alma anonadada[78].

“Oscuridad, tan profunda sin un rastro de luz. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que fui traído a esta oscuridad? Una eternidad…pero parece un instante también. Todos mis sentidos están apagados, no puedo sentir nada. ¿y mi cuerpo? Parece flotar en el aire ¿aún estoy cuerdo? ¿o me volví loco desde hace tiempo? En este vacío…solo algo sigue vivo”.[79]

La divinidad que se presenta en la obra de Miura se relaciona con la noción de la divinidad de Eckhart y Porete. En el primero la divinidad es un abismo sin fondo, es decir el vacío:

“En efecto, el que la divinidad o deidad sea tal se debe a su inmutabilidad, a su desasimiento inmóvil [abegescheidenheit], pues posee su ser en una simplicidad atemporal que excluye por entero la sucesión y la multiplicidad, que se da en la generación de las creaturas. La divinidad debe ser considerada, así como la negación de la negación [negatio negationis], como la Absoluta Nada, como el fondo [Grund] donde se muestra como un abismo sin fondo, como un fondo sin fondo”.[80] 

En el segundo, la divinidad convierte toda la existencia en nada, la cual lleva al abismo que también puede interpretarse como el vacío. A juicio de esta, es la máxima expresión de libertad[81]:

“Ahora el Alma es nula, pues ve por la abundancia de conocimiento divino su nada que la anula y la reduce a nada; embelesada en ese conocimiento y asentada en el fondo sin fondo del abismo, el Alma cae de Amor en nada, nada sin la cual no podría ser toda. Y es tan profunda la caída, si es verdadera caída, que el Alma no puede levantarse de ese abismo, ni debe hacerlo, sino que al contrario debe permanecer en él, y la visión de ese estado le arrebata voluntad y deseo de obras de bondad, por ello se halla en reposo, en posesión de un estado de libertad que la reposa de todas las cosas por su excelente nobleza”.[82]

Este estado de la acción del ser en el cual no aspira a nada es un acto de libertad, porque se hace sin temor. “El alma que alcanza ese grado de familiaridad con Dios se abandona de tal forma en Él, que no cabe en ella ansiedad alguna”.[83] No obstante, para alcanzar dicha condición el ser no puede obrar por sí mismo, debe estar sometido a la voluntad divina, es decir, solo se puede alcanzar la nada mediante la intermediación divina:

“Es por tanto la gracia –y no el esfuerzo personal- la que opera en el alma produciendo los efectos sucesivos de purificación, iluminación y unión, tal como lo expone en su De triplici via. La gracia purifica, ilumina y perfecciona al alma, la eleva, la asimila y la une con Dios”.[84]

Miura lo expresa con el destino de Griffith, el cual fue elegido por una voluntad abstracta llamada causalidad, la cual permite su desarrollo para que el ser primero alcance lo inefable y después sea un Dios, no una divinidad:

“Desde el momento en el que tomaste posesión del Beherit carmesí, estabas cualificado para convertirte en un demonio…no quizás debería decir que lo obtuviste porque posees esas cualidades. Por eso cayó en tus manos. El que hayas usado el beherit para invocarnos es evidencia de que estás cualificado para ser nuestro semejante. Después de todo. Todos los apóstoles se reunieron aquí usando sus beherits para adoptar su verdadera forma.  Además, ese beherit que llevas no es un beherit ordinario. Solo aquel que renazca como uno de nosotros. Solo un ángel guardián de las manos de Dios lo recibe, el beherit carmesí. El huevo del rey”.[85]

La divinidad, como estructura que existe en todas partes, no puede tener una forma que pueda ser entendida, desde este punto de vista no tiene sentido de forma. Para Eckhart, la divinidad puede ser concebida como un círculo sin centro, lo cual permite que este en todo momento. “En Dios, según Eckhart, existe un anillo configurado por el ser, pero su centro es vacío esencialmente. Este entendimiento de la divinidad como un círculo sin centro, le permite estar a la vez en todas partes, pues todo lo que es lo rodea y configura”.[86] En una línea similar Miura establece a la divinidad como un espiral en un mar de almas:[87]

“El océano de los sentimientos que los humanos guardan en lo profundo de sus almas. La conciencia común que trasciende la individualidad, su conciencia colectiva, su lado oscuro es este océano. Yo nací de este mar, como el ego de este mundo. Este mundo soy yo… la oscuridad que vive…en cada corazón humano, la idea de la maldad esto es Dios”.[88]

Al poseer la divinidad un carácter absoluto, su accionar en la realidad concreta es imposible debido a que la misma existencia de todo es parte de la divinidad, la cual no tiene conciencia, ni sentido, ni razón que pueda ser aplicado al mundo de lo real, es decir, está más allá de la comprensión de lo que es la realidad. Miura concibe este problema y lo verbaliza al construir la estructura de la mano de Dios, que es la manera en que la divinidad puede incidir en la realidad concreta. Zubiri concibe a Dios como algo que tiene el poder de lo real, producto de su derivación directa con la divinidad. La divinidad para incidir en la realidad debe convertirse en Dios:[89]

“Zubiri entiende primariamente por “Dios” o “dioses” las cosas reales poderosas en las que reside el poder de la deidad: La palabra “Dios”, pues, no significa meramente un ser sobrenatural; significa una cosa poderosa donde últimamente reside e incide el o los poderes de la deidad. Los dioses son dioses porque son poderosos, porque en todo o en parte, incide en unas cosas llamadas dioses el poder de la deidad”.[90]

Miura, aborda el problema de la divinidad en la realidad concreta, mediante dos fases, la primera en el eclipse[91] y posteriormente en la ceremonia de encarnación[92]. En la primera crea un Dios, es decir, verbaliza la voluntad divina en una esencia con sentido y propósito, la cual está fuera de la naturaleza del mundo y su ley:

“Os ofrezco la bienvenida a este tiempo y espacio. Oh corderos del Dios profano nacido del hombre …disfruten hasta el éxtasis este festival sagrado. Tu honorable chico consagrado por las leyes de la causalidad… el halcón… sois el elegido en este momento y en este lugar…el elegido por la mano de Dios. Somos seres semejantes…los reyes benditos del deseo”.[93]

Mientras que en la segunda esa verbalización la convierte en una entidad que llega al plano de la realidad concreta, donde es afectado por los límites de esta, pero es la única manera en la cual los dioses pueden incidir directamente en la existencia, que en la idea de Miura es que de sentido y propósito a la existencia:

“Al tener un enorme cuerpo espiritual, no puede tener un cuerpo físico en este mundo, por lo tanto, no existen en ninguna parte. Pero hay veces que existe una excepción…cuando la concentración alcanza un punto crítico, lo que debería existir en ese dominio divino…se encarna una vez cada mil años. ¿Acaso no lo viste tú también? El sueño del halcón resplandeciente. Como cada humano en este mundo. Todos fueron testigos del mismo sueño. Fue una revelación”.[94]

Este es un paso crucial en la obra de Miura, en la cual el humano lleno de deseo, es vaciado y convertido en un nuevo Dios, que es vuelto a la realidad, en la que estará sometido a las leyes de la naturaleza. Dônega Bernardes, sostiene que un Dios no conoce todo absolutamente, ni tampoco está en todos los lugares a la vez, por ende, está sometido al dolor:

“Dios no es omnipotencia, tampoco omnisciencia, sino completamente idéntico a la incertitud de la vida, caminando por medio de tentativas conforme todos los seres existentes. Sin el poder y el conocimiento absolutos, Dios está igualmente limitado a la estagnación de la materia, por la cual el impulso vital actúa en la creación y manutención de la vida, siendo luego una escalada dolorosa”.[95]

Miura pone en concreto un Dios en la realidad, en la que deberá utilizar los medios que tiene para poder hacer su voluntad. Entonces Griffith pregunta a la divinidad del porqué de su existencia. “Pero ¿por qué? ¿por qué naciste? ¿por qué los humanos crearon esta voluntad llamada Dios?”.[96] La divinidad responde que es el deseo del ser tener una respuesta, la cual la expresa del siguiente modo:

“Humanos deseosos de razones, razones para el dolor, razones para la tristeza, razones para la vida, razones para la muerte. Motivos de porqué sus vidas están llenas de sufrimiento. Motivos de porqué sus muertes son absurdas. Querían razones para su destino que está más allá de su conocimiento”.[97]

Leibnitz trata de dar una respuesta sobre el sentido de la existencia producto de la divinidad. Sostiene que el alma humana transita en la materia uniéndose a un corpúsculo corruptible, pero su alma sigue intacta, que una vez fuera de este regresa a un estado primigenio.

“Las almas humanas, fueron creadas al principio e, incluidas en corpúsculos orgánicos, quedaron en el esperma del primer padre Adán, del cual son transmitidas a sus hijos y así sucesivamente hasta el último hombre por medio de la generación. De este modo la generación no es otra cosa que transformación y crecimiento del corpúsculo primitivo en el cual se contiene el alma. Ni siquiera en la muerte del hombre salen las almas de ese corpúsculo, pues, disuelto lo craso, exterior y corruptible, permanecen perpetuamente dentro de dicho corpúsculo; por lo cual la muerte del hombre no es realmente separación del alma de todo el cuerpo, sino únicamente una involución o inclusión en el corpúsculo”.[98] 

La idea de las almas transmitidas por medio de corpúsculos afines al alma busca dar una explicación que dé sentido al origen mismo, incluso de la misma divinidad. Esto lo ejemplifica Miura al explicar cómo logró Griffith convertirse en un humano y luego una divinidad:

“Influenciando los niveles más bajos de la conciencia humana…y combinando sangre con sangre, yo creé el linaje que te haría nacer como el hombre que eres, para allanarte el camino por la época en la que naciste…yo manipulé la historia y cree un contexto apropiado para ti. Todos los encuentros que has tenido hasta ahora…son una parte del destino que te ha traído aquí también”.[99] 

Dônega Bernardes, sostiene que Dios no tiene control en la existencia, ya que también como verbalización de la divinidad, no escapa de la naturaleza misma. Manifiesta que no hay contradicción, porque Dios tiene la facultad de hacer la voluntad del ser:

“Lo inesperado de la vida afecta también a Dios y es su lucha, en conjunto con la de todos los seres, que proporciona la interminable creación. No hay aporía, luego, entre la visión de un dios clamando por ayuda y la tradición de su omnipotencia y soberanía”.[100]

Griffith en su diálogo con la divinidad comprende entonces que fue el ser el que le dio sentido a la divinidad, para poder explicar su propia existencia. “Esto significa que…¿quiere decir que fueron los humanos quienes crearon a Dios? ¿quieres decir que fue la humanidad quien deseo esto? ¿este terrible ser? Esto parece el infierno”.[101] 

Lértora argumenta que Dios como una entidad que no tiene el control de la existencia del ser, expresa que solo hace lo que es propio a esta, es decir, su propia voluntad. “La perfecta indiferencia o disponibilidad a todo lo que Dios quiere o no quiere cumplir en ella, por ella y sin ella. Esta disponibilidad receptiva implica una disponibilidad activa en Dios en cuanto hacer su propia voluntad”.[102] Por ende, la divinidad le dice a Griffith que es la voluntad del ser, la que da sentido a todo y él solo ejecuta la voluntad de lo que es la esencia de la humanidad, es decir, la voluntad del ser es un acto divino. “Es esa mi razón de ser, al ser la razón de mi existencia…yo controlo el destino. Obedeciendo la voluntad de la esencia de la humanidad. Yo tejo el destino de todos los seres humanos”.[103] De este modo Miura expresa que cualquier cosa que realice el ser tendrá sentido en la medida en que pueda incidir en la realidad concreta:

“Haz tu propia voluntad. Yo vivo en lo profundo de tu corazón. Soy una parte de ti. Tú eres una parte de la conciencia humana. Una parte de mí. Tu deseo es mi propio deseo. Tus acciones en sí mismas serán las adecuadas para los de tu especie como un todo. Así sea que traigan salvación o destrucción a la humanidad”.[104] 

Griffith procede entonces a realizar un destino que siempre será el correcto porque será su propia voluntad, de este modo aparece para la humanidad como un salvador.[105] Nishitani sostiene que ya sea la idea de un salvador o la idea de creer en una religión, busca encontrar la esencia de la existencia que siempre es vista como una acción maligna, porque sin importar lo que ocurra en la realidad el resultado final es el mismo, el vacío:

“Sin embargo, la necesidad de la religión, el hecho de que sea algo imprescindible para la vida humana consiste en que quiebra y trastoca el modo de ser cotidiano, además de devolvernos a la fuente elemental de la vida donde la vida misma es vista como inútil”.[106]

Este punto en la obra de Miura, expresa que las acciones posibles que pueda realizar el salvador inexorablemente llevaran el mundo a la aniquilación y a la oscuridad, pero esto debe ser entendido como una acción que solo busca dar sentido al mal, ya que a partir de su llegada todas las acciones que realice tendrán sentido y propósito pero no significa que sean en beneficio de la humanidad en sí, sino de algunos elegidos por Dios. El mal en este punto obra como el acto que mueve el resto de las cosas por medio de la voluntad divina:

“La hora de la oscuridad desciende. La maldad se impondrá ante la bondad. La ilusión será la dueña de la realidad. El odio desplazará al amor. La angustia opacará la esperanza. La muerte imperará sobre la vida. Una era donde la oscuridad eclipsará la luz…como cuando la luna cobre la luz del sol. Supongo que así es como la gente lo llamará…la era de la oscuridad”.[107]

Esto es lo que el Dios permite, volver a la nada. Durán sostiene que el alma puede apreciar la nada entendiendo el sentido de su propia aniquilación “Dios crea todo de la nada y todo lo creado volverá a esa nada, el alma que reconoce su nada junto al todo de Dios descubre la clave de la aniquilación”.[108] Esto es lo que apela la acción de acercarse a la nada entender que el fin de todo ocurrirá independiente de lo que el ser en la realidad desee. Sevilla Godínez, argumenta que esto es lo que significa para el ser comprender que la existencia será nada:

“La intención de lo humano es permitir el ser por un espacio temporal limitado para, posteriormente, abdicar de la existencia y diluirse en la nada. Dejar de ser, permitir el no-ser, invita a los que quedan a la consideración del exterminio, pues de cualquier manera la aniquilación final habrá de suceder sin que la importancia del consentimiento humano sea trascendente”.[109]

Y de este modo como expresa Porete el alma será libre, para poder vaciarse de todo. “El alma aniquilada se convierte en el alma libre al darse cuenta de la gran nobleza de ser ordenada y establecida en la nada”.[110] Es el mismo sentido que Miura sostiene cuando expresa que el alma, si se adentra profundamente en el abismo. “Aunque si vas muy profundo, no podrás regresar así que nadie en vida ha ido tan lejos…aún más…en el abismo…”.[111]

Conclusión

La noción del mal en la obra de Miura se expresa como una acción natural que existe en la realidad concreta. Fundamentado en que el mal es la máxima expresión que permite dar libertad al ser. El mal de índole retributivo es una acción que regula todo el desarrollo de su trabajo. La idea de romper el ciclo y liberar al ser de esta realidad se expresa como un deseo, un ideal que se busca pero que no se puede encontrar, debido a que la estructura creada apunta hacia nociones nihilistas que no tienen consideración a la acción del ser en la realidad concreta. Miura enfatiza que el individuo quiere superar la tragedia misma de la existencia, pero cada vez que pareciera que lo supera, vuelve al punto de inicio y debe comenzar de nuevo. En un mundo, donde nada tiene sentido, Miura sostiene que el mal como acción que libera al ser es la única manera de poder dar sentido a la vida, es decir, le da sentido al mal.

La visión de Dios y su relación con el mal, se expresa de dos formas, la primera es la de Dios que lucha contra el mal, se opone a él y de esa forma se puede alcanzar la salvación. La segunda es de un Dios eminentemente malo, el cual por omisión más que por acción deja al ser la libertad de decidir sobre sus actos, pero en definitiva es la única opción posible, de esto se desprende la idea de causalidad, que es en definitiva la forma de legitimar cualquier acto que realiza el ser mediado por la acción divina, la cual está condicionada al poder de su voluntad, es decir, determina quién dominará en la realidad concreta. Las nociones de vacío y la nada están presentes en la obra en forma de acceder a la divinidad, la articulación que se manifiesta en la manera en que Griffith se convierte en Dios, la noción de ser nada, en la realidad concreta, para posteriormente una vez superado las limitaciones del mundo, quedar vacío de todo para llegar a la divinidad y regresar como un Dios, es decir, como una verbalización de la divinidad en la realidad concreta, es el marco que desarrolla toda la historia, legítima al ser y le da un carácter absoluto, ya que en la obra de Miura el ser crea a Dios y es el ser el que le da sentido y propósito a la divinidad para realizar el mal. Es en definitiva el mejor mundo posible.

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Miura, Kentaro. “Hacia tierra santa I”. Berserk 17. Japón: Hakusensha, 1999. Kindle Edition.

Miura, Kentaro. “Hacia tierra santa II”. Berserk 17. Japón: Hakusensha, 1999. Kindle Edition.

Miura, Kentaro. “Torre de la sombra I”. Berserk 18. Japón: Hakusensha, 1999. Kindle Edition.

Miura, Kentaro. “Creyente feroz”. Berserk 18. Japón: Hakusensha, 1999. Kindle Edition.

Miura, Kentaro. “Camino de espectros II”. Berserk 18. Japón: Hakusensha, 1999. Kindle Edition.

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Las opiniones, análisis y conclusiones del autor son de su responsabilidad y no necesariamente reflejan el pensamiento de la Revista Inclusiones.


[1] El presente trabajo analiza desde un enfoque conceptual las ideas del mal, el vacío y la nada. La idea de expresar analíticamente estas definiciones se enmarca en las ideas planteadas en el manga Berserk, el cual son las ideas fuerza que se presentan a lo largo de la obra. Evidentemente hay otras ideas que se pueden abarcar, como el concepto del héroe en una estructura nihilista por ejemplo. Pero en este trabajo solo se toma en consideración estos tres elementos. La dificultad se manifiesta en que no se asocian filosóficamente dichas definiciones a obras de consumo masivo y esto puede resultar como algo fuera de lugar, porque en sí misma una obra de consumo masivo solo busca entretener al público objetivo. Sin embargo también es posible utilizar categorías de análisis específicas que revisen las definiciones de estos conceptos y cómo estos se expresan en la obra. Podría considerarse como un ejercicio forzado, eso tendría lugar si la obra no presentara estos temas, pero en este caso particular si presenta esas nociones esenciales que permiten  explorar de forma más rigurosa esta obra. No es menor señalar que al principio del relato explica que ese mundo está sometido a la “ley de la causalidad” que como fuerza invisible mueve la historia y las ideas que se buscan analizar en este trabajo. De este modo se analiza la obra de Miura hacia dentro de esta, es decir, los conceptos se expresan en función de lo que significan en la obra, no desde el concepto para ajustarlo a la obra, esa diferencia permite articular conceptualmente una visión muy particular del autor.

[2] De este modo se entiende que este análisis solo es pertinente a la hora de analizar esta obra. No busca que se pueda extrapolar a otras circunstancias ni a otro tipo de trabajos.

[3] “No cabe duda que el manga se ha convertido en un nuevo lenguaje visual de vanguardia del que los artistas se sirven para sus producciones”. Macarena Torralba García, “Berserk, ¿arte o producto de consumo? Un análisis de las influencias estéticas de la obra de Kentaro Miura”. En Japón: Modernidad y vanguardia, ed. por Tomás David Almazán, Elena Barlés Báguena, (Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2023),197. “Las diferencias, de todo tipo, que tiene con el cómic occidental hacen de la historieta japonesa algo original y, quizás por ello, con un número cada vez mayor de seguidores”. Marian De Cabo Baigorri, “El manga, su imagen y lenguaje, reflejo de la sociedad japonesa”. Espacio, tiempo y forma serie V Historia Contemporánea 26 (2014), 357. “Las representaciones plasmadas en los mangas pueden oscilar entre las más fieles a una adaptación más libre (como en otros productos culturales). No sólo nos referimos a la imagen proyectada en el papel (personajes, escenarios, etcétera) sino también al desarrollo de la trama, las habilidades y/o poderes que poseen los seres legendarios, las ubicaciones geográficas, entre otras cuestiones”. Analia Lorena Meo, “Entre la hibridez y las alteridades: los casos de Bleach y Highschool of the Dead”. En Japón en Córdoba De un paso al otro lado del mundo, ed. por Antonio Santa Cruz Míguez, Torralba Macarena García, (España: Akiba-Kei-Universidad de Córdoba, 2018),181.

[4] “En el manga, podemos encontrar diversos géneros, subgéneros y estilos. Múltiples escritores e ilustradores que crean en esas páginas relatos antiguos, modernos y futuros”. Analia Meo, “Entre la hibridez…”, 195.

[5] Las obras relacionadas al trabajo de Miura son recientes y analizan otros aspectos que tienen relación a sus representaciones visuales. Para más detalle véase: Alberto Daniel Villa Gracia, “Configuración narrativa en la franquicia “crossmedia” de Berserk”. Con A de animación 9 (2019), 132-143. Guillermo González, “La diversidad de lo fantástico en Berserk”. En Territorios de la Alta Fantasía, ed. por Mario Paul Martínez Fabre, Fran Mateu, (Valencia: Tirant humanidades, 2023), 233-241. Álvaro Santero Martín, “Kentaro Miura y la influencia de la arquitectura europea en su obra Berserk”. En Dibujando historias. El cómic más allá de la imagen, ed. por Julio Andrés Gracia Lana, Ana Asión Suñer, Laura Ruiz Cantera, (Zaragoza: Prensas Universidad de Zaragoza, 2021), 665-680. Iría Ros Piñeiro, “Resignificar la arquitectura medieval española en el manga para crear una fantasía propia. Analizando Berserk de Kentaro Miura. En Estudios en neomedievalismo: juegos, letras y viñetas, ed. por Jacobo Hernando Morejón, Pilar Garrido Clemente, (Granada: Comares, 2023), 93-100. Alfath Marzuki, Suluh Gembyeng Ciptadi, “Analisis Naratif Lovecraftian Horror dalam Cerita Manga Berserk”. Kiwari 2 (2023),360-372. Natalia Kućma, “Transhuman and Posthuman in Popular Culture on the Basis of Miura Kentarō’s Berserk”. En Phenomenology of the Object and Human Positioning, ed. Hornbuckle, C.A., Smith, J.S., Smith, W.S. (United State: Springer, Cham, 2021), 191-201. Gustavo L. de Souza, Daniel F. B. de Oliveira, “Romanticsm, the Gothic and the Middle Ages in Kentaro Miura’s Berserk”. En Studies in Visual Arts and Communication, 1, (2023), 21-29. Alfonso Freire-Sánchez, “Sincronías narrativas y travesías filosóficas en la intertextualidad entre Berserk y la obra de Hidetaka Miyazaki”, Hipertext.net 29 (2024),125-34. 

[6] Kentaro Miura, Berserk, Grito de guerra del viento II.

[7] Charles Baudelaire, Las flores del mal. (Madrid: Cátedra, 2006), 493.

[8] Kentaro Miura, Berserk, Los ángeles guardianes del deseo VI.

[9] “Los poderes establecen una lógica retributiva, un “esquema retributivo”, que sirve para explicar las distintas posiciones sociales como merecidas. En este mecanismo de legitimación resulta entonces obvio que la víctima es el culpable. Y si la víctima es culpable, la indiferencia ante el sufrimiento está asegurada. Del mismo modo, si a quien le va bien es porque se lo ha merecido, la admiración ante los que tienen éxito y poder también queda garantizada” Antonio González, Buscar a tientas: una reflexión sobre las religiones. (España: Ediciones biblioteca Menno, 2020), 81.

[10] Antonio González, Buscar a tientas.., 80.

[11] Óscar Barroso Fernández, “Reflexiones en torno al problema del mal en Zubiri”. Pensamiento 71 (2015), 233.

[12] Ángel Viñas Vera, “Dios y el mal en Kierkegaard”. Pensamiento vol 77 296 (2022), 681.

[13] Kentaro Miura, Berserk, La edad dorada III.

[14] Óscar Barroso Fernández, “Reflexiones en torno…”, 242.

[15] “En esa época, la religión del falso Dios estaba invadiendo la nación. Cuando llegó vio una escena macabra, con un hedor extraño y un océano de carne retorciéndose en la agonía de la pasión. La estatua de un Dios grotesco con cabeza de cabra yacía en el centro”. Kentaro Miura, Berserk, Los ángeles guardianes del deseo V.

[16] Kentaro Miura, Berserk, Los ángeles guardianes del deseo V.

[17] Ángel Viñas Vera, “Dios y el mal…”, 686-687.

[18] Óscar Barroso Fernández, “Reflexiones en torno…”, 244.

[19] Ramón Kuri Camacho, “La nada de la noche de la fe y la nada de la oscuridad del mal y de la muerte”. En Analogías alternantes de la nada, ed. por Héctor Sevilla Godínez, (México: Ítaca, 2015), 89.

[20] Kentaro Miura, Berserk, Pasado y futuro.

[21] “Desde donde estoy…te veo igual como al ídolo que adoras…completamente vacío”. Kentaro Miura, Berserk, Ídolo vacío.

[22] Óscar Barroso Fernández, “Reflexiones en torno…”, 235.

[23] Bayle, 740. En Pablo Genazzano, “El problema del mal en el ensayo sobre el uso filosófico del concepto de las magnitudes negativas”. Con-Textos Kantianos 18 (2023), 68.

[24] Manuel Fraijó Nieto, “El mal: así lo afronta el cristianismo”. En Occidente: razón y mal, ed. por Javier Muguerza, Yolanda Ruano de la Fuente, (España: Fundación BBVA, 2008), 38.

[25] Kentaro Miura, Berserk, Los ángeles guardianes del deseo V.

[26] Pablo Genazzano, “El problema del mal…”, 69.

[27] Kentaro Miura, Berserk, Un desconocido en las profundidades de las profundidades.

[28] Óscar Barroso Fernández, “Reflexiones en torno…”, 234.

[29] Larraguibel Diez, sostiene que la divinidad está fuera de las categorías de análisis de cualquier índole, “La deidad, naturalmente incognoscible, es de algún modo supraens y supera eminentemente lo absoluto y lo relativo pues no se distingue realmente de las relaciones divinas”. Luis Larraguibel Diez, “La razón formal de deidad según Réginald Garrigou-Lagrange O.P.”. Espíritu 164 (2022), 383-384. Para Otto la divinidad es una acción que implica el sentir algo desconocido de mí, lo cual hace que sienta temor frente a lo inefable: “Por el contrario es siempre Dios en su parte irrevelable, en la espantosa majestad de su esencia divina, el que hace temblar, no sólo al conculcador de la ley, sino a toda criatura “en su desnudez”“. Rudolf Otto, Lo Santo lo racional y lo irracional en la idea de dios. (Madrid: Alianza Editorial. 1996), 121. De Rosales, coincide con Otto en su miedo a lo divino, por ende, el ser humano quiso racionalizar el fenómeno para poder comprender su misterio. “Lo divino es también terror y noche, frente a lo cual el hombre siempre ha buscado protección y auxilio en ritos, objetos, fórmulas, etc”.  Jacinto De rosales, “Una reflexión trascendental sobre lo divino”. Endaxa: Series Filosóficas 1 (1993), 121.

[30] Óscar Barroso Fernández, “Reflexiones en torno…”, 236.

[31] Ángel Viñas Vera, “Dios y el mal…”, 689.

[32] Kentaro Miura, Berserk, Los ángeles guardianes del deseo II.

[33] Para Viñas Vera, “Dios es el Bien supremo sin mancha de mal. Dios, el Bien supremo, no quiere estar al servicio del mal”. Ángel Viñas Vera, “Dios y el mal…”, 690. Ya que para este autor la divinidad es el único medio de obtener la salvación del ser. Sin embargo, también sostiene que en el caso de que el mal sea un fenómeno que emana de la divinidad, este tendría alguna justificación de su existencia. “Si Dios viera el mal nos cabría la duda de si se complace en él, lo usa para otros fines o lo justifica de algún modo” Ángel Viñas Vera, “Dios y el mal…”, 690. Para Fraijó Nieto, este un problema que las civilizaciones han expresado de forma de una dualidad, en la cual para referirse a la divinidad buena se le llama Dios y a la malvada Demonio, pero en esencia se refieren al mismo fenómeno, pero va a depender si las divinidades son perjudiciales al ser o no. “En efecto: mitos, religiones y filosofías se preguntan, desde hace siglos, cómo se compagina este mundo, roto y sombrío, con la existencia de dioses buenos y todopoderosos”. Manuel Fraijó Nieto, “el mal…”, 26.

[34] Felipe Martín Huete, “El concepto de teodicea racional en el pensamiento de Peter L. Berger”. Franciscanum LVI 162 (2014), 92-93.

[35] Kentaro Miura, Berserk, La marca.

[36] Felipe Martín Huete, “El concepto de la teodicea…”, 87.

[37] Pablo Genazzano, “El problema del mal…”, 73.

[38] Héctor Sevilla Godínez, “El suicidio de Dios. La apología del exterminio humano en Philip Mainländer”. En Analogías alternantes de la nada, ed. por Héctor Sevilla Godínez, (México: Ítaca, 2015), 69.

[39] Mainlander, 121, en Héctor Sevilla Godínez, “El suicidio de Dios…”, 55.

[40] Kentaro Miura, Berserk, Los ángeles guardianes del deseo VI.

[41] Óscar Barroso Fernández, “Reflexiones en torno…”, 236.

[42] Héctor Sevilla Godínez, “El suicidio de Dios…”, 67.

[43] Ramón Kuri Camacho, “La nada de la noche de la fe…”, 89.

[44] Kentaro Miura, Berserk, Los ángeles guardianes del deseo III.

[45] “Relacionar causa y efecto es ley de vida”. Manuel Fraijó Nieto, “El mal…”, 26.

[46] Berger, en Felipe Martín Huete, “El concepto de la teodicea…”, 78.

[47] Kentaro Miura, Berserk, El camino de la espada.

[48] Ángel Viñas Vera, “Dios y el mal…”, 684.

[49] Manuel Fraijó Nieto, “El mal…”, 28.

[50] “No menos de quinientas personas han muerto bajo su juicio. Muchos de ellos perdieron sus vidas mientras eran torturados. Son tantos muertos como en una guerra. Dicen que mientras interroga un solo lunar puede hacerte una bruja o un hereje. Es el inquisidor más famoso y temido del mundo. Por esos motivos…de seguro que es blanco de odio y rencor”. Kentaro Miura, Berserk, Hacia tierra santa I.

[51] Kentaro Miura, Berserk, Torre de la sombra I.

[52] Berger, en Felipe Martín Huete, “El concepto de la teodicea…”, 84.

[53] Kentaro Miura, Berserk, El ídolo vacío.

[54] Felipe Martín Huete, “El concepto de la teodicea…”, 81.

[55] Kentaro Miura, Berserk, Creyente feroz.

[56] Ángel Viñas Vera, “Dios y el mal…”, 684-685.

[57] “El Reino de Dios, centro del mensaje de Jesús, promete el final del mal-desgracia. La llegada del Reino pondrá fin al llanto, el hambre, la sed, la persecución. Las bienaventuranzas anuncian saciedad, risa, gozo y alegría”. Manuel Fraijó Nieto, “El mal…”, 36.

[58] Kentaro Miura, Berserk, Creyente feroz.

[59] Óscar Barroso Fernández, “Reflexiones en torno…”, 248.

[60] Kentaro Miura, Berserk, Espejo de pecado.

[61] Pablo Genazzano, “El problema del mal…”, 74.

[62] Felipe Martín Huete, “El concepto de la teodicea…”, 77.

[63] Kentaro Miura, Berserk, Hacia tierra santa II.

[64] Keiji Nishitani, La religión y la nada. (Madrid: Siruela, 1999), 40.

[65] Juan Moya, “Los conceptos spinoziano y leibniziano de Divinidad. Una colación”. Revista Filosofía Universidad de Costa Rica vol 60 102 (2002), 89-90.

[66] Óscar Barroso Fernández, “Reflexiones en torno…”, 242.

[67] Keiji Nishitani, La religión y la nada… 44.

[68] Juan Moya, “Los conceptos spinoziano…”, 90.

[69] José Castañeda Vargas, Dios y Ser Una aproximación desde Eckhart y Heidegger”. Teología y Sociedad 9 (2011), 110.

[70] José Castañeda Vargas, “Dios y ser…”, 110.

[71] Mariano Olivera, “Meister Eckarth y las metáforas místicas del alma y la Deidad”. Studium. Filosofía y Teología 42 (2018), 88

[72] Kentaro Miura, “El Dios…”, 147-148.

[73] Ignacio Verdú Berganza, “Intelecto y divinización en el maestro Eckhart”. Pensamiento 231 (2005), 448.

[74] “El despojo de sí de la Deidad implica su no disponibilidad y su ocultamiento, pero a la vez ello hace brotar la esencia de la Divinidad, no la de un Dios representado, nombrado y determinado, sino el vacío de ser, la nada, el desierto, la presencia, el silencio, el espacio abierto y libre, el Verbo, el Logos de la Deidad”. José Castañeda Vargas, “Dios y ser…”, 116.

[75] “Se trata de desapegarse de todo lo temporal y mundano que encubre y oculta la verdadera esencia divina. Aniquilar la propia voluntad. Negar atributos o cualidades personales nuestras (construcciones identitarias temporales) y las imágenes o representaciones terrenales y lógicas que tenemos de Dios”. Mariano Olivera, “Meister Eckarth y las metáforas…”, 90.

[76] “Eckhart concibe entonces a la Divinidad como nada y vacío, de lo cual se sigue que para tener la experiencia de la Deidad es necesario entrar en el vacío y en la nada”. José Castañeda Vargas, “Dios y ser…”, 113.

[77] Nishitani expresa que el ser cuando tiene ante sí la certeza de que nada tiene sentido, la nihilidad se expresa mediante cuestionar la misma existencia del mismo modo que Griffith lo hace: “El mismo proceso tiene lugar cuando uno se encuentra cara a cara con la muerte y la propia existencia se pone de relieve contra el trasfondo de la nihilidad. Multitud de preguntas surgen a la vez: ¿por qué he estado vivo?, ¿de dónde vengo y adónde voy?  Aquí aparece un vacío que nada en el mundo puede llenar, un amplio abismo se abre en el suelo sobre el que uno se sostiene. Frente a este abismo, ninguna de las cosas que constituían hasta entonces la sustancia de la vida conservan su utilidad”. Keiji Nishitani, La religión y la nada…, 39

[78] “Alma anonadada está “sin” ella cuando no tiene ningún sentimiento de naturaleza, ni su obra, ni obra alguna interior, ni siente vergüenza u honor, ni temor por nada que le suceda, ni apego ninguno en la divina bondad, ni conoce albergue de voluntad, sino al contrario, en todo momento se halla sin voluntad”. Margarita Porete, El espejo de las almas simples. (España: Ediciones Siruela, 2005), 159.

[79] Kentaro Miura, Berserk, Infiltración a Wyndham I.

[80] Esteban Vargas y Maria Luisa Brantt, “Dios y deidad en Eckhart y Zubiri: el tema de Dios como problema filosófico”. Cuadernos salmantinos de filosofía 51 (2024), 456.

[81] “El Espejo describe y promulga el proceso de la unión con Dios mediante el anonadamiento del alma que implica la aniquilación de la voluntad, que así va a ser reemplazada por la voluntad de Dios mismo”. Laura Durán, “Ciertamente no dije una palabra: el silencio de Margarita Porete”. En Silencio y palabra en el pensamiento medieval, ed. por Ricardo Díez. (Buenos Aires: Academia Nacional de Ciencias, 2020), 135.

[82] Margarita Porete, El espejo de las almas simples…, 24.

[83] Josep Saranyana, “La noción de “libertad” en el contexto de la mística neoplatónica: A propósito del Speculum animarum simplicium de Margarita Porete”. Anuario de Historia de la Iglesia 16 (2007), 274.

[84] Celina Lértora, “Espejo de Almas. Margarita Porete y la espiritualidad franciscana”. Carth 26 (2010), 321.

[85] Kentaro Miura, Berserk, Monstruos inhumanos por doquier.

[86] Héctor Sevilla Godínez, “La nada de la deidad…”, 263.

[87] “Hay algo allá ¿beherits? Son salpicaduras, ideas que han sido derramadas en este mar por toda la eternidad. Invocadas desde el otro mundo. ¿Dios?”. Kentaro Miura, Berserk, El Dios del abismo I.

[88] Kentaro Miura, “El Dios…”, 152.

[89] “deidad y Dios no son dos dioses diferentes, sino dos modos de acceso, el segundo fundado en el primero”. Esteban Vargas y María Luisa Brantt, “Dios y deidad…”, 469

[90] Zubiri, 65. En Esteban Vargas y María Luisa Brantt, “Dios y deidad…”, 463.

[91] “Llegó la hora…¡la hora del gran festival! El festín que ocurre…una vez cada 216 años…¡el eclipse!”. Kentaro Miura, Berserk, Hora prometida.         

[92] “El poder de Dios desciende de a la tierra…la concentración de esa idea se le conoce como “el festival” y el festival es esencialmente una obra divina. Una copia del fenómeno en el dominio divino. El rebaño de ovejas que ha sido guiado a la tierra sagrada manchada de sangre. Desea “el Halcón de la luz”“. Kentaro Miura, Berserk, Camino de espectros II.

[93] Kentaro Miura, Berserk, Advenimiento.

[94] Kentaro Miura, Berserk, Camino de espectros II.

[95] Carolina Dónega Bernardes, “El ignoto viandante y el itinerario rumbo a la nada”. Byzantion Nea Hellás 26 (2007), 188.

[96] Kentaro Miura, “El Dios…”, 155.

[97] Kentaro Miura, “El Dios…”, 155.

[98] Godofredo Leibnitz, Teodicea ensayos sobre la bondad de dios, la libertad del hombre y el origen del mal. (México: Coahuila, 2020), 9-10.

[99] Kentaro Miura, “El Dios…”, 158.

[100] Carolina Dónega Bernardes, “El Ignoto viandante…”, 188.

[101] Kentaro Miura, “El Dios…”, 154.

[102] Celina Lértora, “Espejo de almas…”, 324.

[103] Kentaro Miura, “El Dios…”, 157.

[104] Kentaro Miura, “El Dios…”, 162.

[105] “Todos lo vieron en sus sueños…había un reino lleno de aldeas infestadas por la peste y rodeadas por un ejército de bestias gigantes. Había una ciudad devastada por terremotos, pueblos arrasados por furiosas tormentas. Restos de familias enteras. El sol oscurecido por el humo negro, las multitudes hambrientas, los pueblos errantes. Cada evento sucedía de forma aislada, pero todos convergían en una sola idea. Cada noche su mundo era envuelto por total oscuridad. Pero entonces, en medio del caos, lo vieron, un halcón brillante aclaró la espesa oscuridad y se posó sobre la tierra cubierta de sangre. Instintivamente lo supieron: era su salvador”. Kentaro Miura, Berserk, Revelaciones I.

[106] Keiji Nishitani, La religión y la nada…, 38.

[107] Kentaro Miura, Berserk, Escape.

[108] Laura Durán, “Las almas simples, libres y nobles en el espejo de Margarita Porete”. En Neoplatonismo: mística e política, ed. por Oscar Federico Bauchwitz,. (Natal: PPGFIl, 2023), 261.

[109] Héctor Sevilla Godínez, “El suicidio de Dios…”, 63.

[110] Laura Durán, “Las almas Simples…”, 261.

[111] Kentaro Miura, Berserk, El mundo astral.