Alejandro Finisterre: de la “España peregrina” a los “Cuadernos americanos”
Alejandro Finisterre: from “Peregrine Spain” to “American Notebooks”
José Manuel González Freire
Universidad de Colima, México
jmgfreire@ucol.mx
https://orcid.org/0000-0003-0823-9676
Fecha de Recepción: 22 de Marzo de 2024
Fecha de Aceptación: 22 de Mayo de 2024
Fecha de Publicación: 10 de Julio de 2024
Financiamiento:
La investigación fue autofinanciada por el autor
Conflictos de interés:
El autor declara no presentar conflicto de interés.
Correspondencia:
Nombres y Apellidos: José Manuel González Freire
Correo electrónico: jmgfreire@ucol.mx
Dirección postal: México
Resumen
En este texto se abordará dos revistas de suma importancia en la literatura y lengua española que son la España Peregrina de 1939 y Cuadernos Americanos de 1942. Partimos primero de la edición madrileña y luego sigue esa misma, pero con otro nombre, en Cuadernos Americanos en México. Para ello el inventor, editor, poeta y académico gallego, Alejandro Campo Ramírez hará el rescate facsímil de las ediciones de Cuadernos Americanos a finales del siglo XX, recuperando un patrimonio literario inigualable, de aquellos académicos españoles que emigraron a América ya sea por trabajo, por cuestiones sociales, políticas del exilio, en el siglo XX.
Palabras clave Literatura hispánica, lengua española, exilio, México, España y América
Abstract
In this text we will address two magazines of utmost importance in Spanish literature and language, which are España Peregrina of 1939 and Cuadernos Americanos of 1942. We start first from the Madrid edition and then follow the same one, but with another name, in Cuadernos Americanos in Mexico. To this end, the Galician inventor, editor, poet and academic, Alejandro Campo Ramírez, will rescue facsimile editions of Cuadernos Americanos at the end of the 20th century, recovering an unparalleled literary heritage of those Spanish academics who emigrated to America either for work, for social and political issues of exile, in the 20th Century.
Keywords Hispanic literature, Spanish language, exile, Mexico, Spain and America
Introducción
Abordaré en primer lugar una breve semblanza biográfica de Alejandro campos Ramírez creo que vale la pena conocerlo un poco en profundidad para saber cómo se orquesta todo el funcionamiento editorial de la revista. Para luego paso a hablar de la revista española en América, Cuadernos Americanos. Fue un hombre sencillo, poeta, inventor, editor, promotor cultural, republicano, español y mexicano. Amante de su Galicia natal y de toda España y América. Víctor Gil dijo sobre Finisterre, “Perseguido por el fascismo hasta los confines de la tierra. Y su futbolín fue creado para alegrar a los niños heridos por la guerra. Su historia nos habla de la importancia que tiene el cuidar de nuestros talentos y apostar por ellos”.
Alejandro Campos Ramírez, Alexandre de Fisterra, Alexandre Finisterre, Alejandro Finisterre es el gallego con alma viajera por Europa, África y América que vivió plenamente el siglo XX y parte de este siglo XXI, que conoció culturas, tradiciones y gobiernos. Tuvo amigos y enemigos y fue el mensajero de la cultura española en el exilio con sus editoriales Ecuador 0’ 0’ 0’’ y Editorial Finisterre. Fue académico de la Real Academia Gallega; miembro de la Société del Auters et Compositeurs Dramatiques de Francia; socio fundador de la Asociación General de Industriales de Guatemala; de la Asociación Mexicana de Periodistas; de la Asociación Mexicana de Escritores; de la Cámara Nacional de la Industria de Artes Gráficas y de la Cámara Nacional de la Industria Editorial de México.
Tuvo una vida llena de altibajos, azares, aventuras, invenciones y creación de libros. No es de extrañar que haya sido un excelente editor: era un observador agudo, se involucraba completamente con lo que le gustaba y era un apasionado de las letras.
Aproximación biográfica
Alejandro Campos Ramírez, conocido como Alejandro Finisterre o Alexander de Fisterra, nació en Fisterra, A Coruña, (España), el 6 de mayo de 1919, poeta, crítico de teatro, editor e inventor del futbolín. Hijo de un telegrafista Marconi[1], y luego fabricantes de calzado, se trasladó A Coruña a los cinco años y luego a Madrid para cursar el bachillerato a los quince. La empresa donde trabajaba su padre quebró y Alejandro tuvo que ganarse sus estudios corrigiendo las tareas de los niños de preescolar, además de trabajar de peón de albañil, aprendiz de imprenta y bailarín de claqué en la compañía de Celia Gámez. Su primera revista fue Paso a la Juventud, en esa época en Madrid conoció a León Felipe al que prepararía, en octubre de 1936 su primer recital y años después en México lo convertiría en su albacea. En Madrid, fundaría el periódico Paso de Juventud, donde ya aparecía como seudónimo “Alejandro Finisterre”, donde publicaba artículos de corte política y dedicando parte de su tiempo a la publicación de su gran pasión, la poesía.
Con la edad de 15 años ensayó la bohemia, y junto al poeta Rafael Sánchez Ortega publicó con el subtítulo: “Periódico Inconoclástico Defensor de los Valores Anónimos” y en ese periodo conoce a León Felipe (Felipe Camino Galicia de la Rosa 1884-1968), a quien le uniría una duradera y fructífera amistad.
En 1936, contaba con 17 años, viviendo en Madrid y habiendo estallado la Guerra Civil Española; en noviembre del 36, durante el asedio a Madrid un bombardeo lo dejó sepultado, sería rescatado y trasladado a Valencia y desde allí al hospital improvisado, en el Hotel Masset de la Colonia Puig de Monserrat en Barcelona. Durante sus meses de recuperación le llevaría a crear su primer invento, el “paso de hojas mecánico”, un artilugio que consistía en unas pinzas móviles accionadas mediante un pedal de pie, que servirían para pasar las hojas de las partituras de una enfermera del centro médico donde estaba ingresado que daba recitales de piano, de la cual, Alejandro estaba enamorado. Con la colaboración de Francisco Javier Altuna, un carpintero vasco, Finisterre había creado el pasa hojas mecánico, y también será su "cómplice" en el invento del futbolín.
También viendo que los niños estaban mutilados o cojos como Alejandro Finisterre, por las heridas de las bombas y metralla, con un carpintero vasco, Javier Altuna, desarrolla unos planos para construir con una barras de metal, y campo de cristal, figuras de los jugadores de madera de boj y pelotas de corcho conglomerado (luego en Guatemala, las pelotas serán de caoba, la mejor madera del mundo para este juego según su inventor), crea en Olesa de Monserrat el primer futbolín para que todos los niños, que después de la escuela pudieran jugar, la idea le vino, de cómo era Finisterre un gran jugador del tenis de mesa, pues porque no crear un futbol de mesa y así nació el futbolín. Según palabras del inventor, en las navidades de 1936 ya se jugaba al futbolín, para el cual patenta en Barcelona, en 1937 y vaya que es un juego universal, triunfó Finisterre de pleno y no sería el último triunfo, vendrían muchos más a lo largo de su vida en América.
Al terminar la Guerra Civil Española, se le dio por aprender los bailes regionales y folclore de las diferentes regiones de España, en una ocasión lo invitaron a dar una conferencia en Cataluña, en sus propias palabras: “me emocioné mucho y olvidando los carteles que decía, hablar en la lengua del imperio, me despedí en catalán, lo que me valió mi primera detención”[2].
Acabada la guerra en el año 1939, no consigue salir de España y de ambulo de un lugar a otro hasta que se vio obligado a cruzar los Pirineos a los 18 años. Al terminar la guerra se instala en Cataluña y se aficiona por el folclore nacional, y había aprendido las danzas de su tierra natal y de otras partes de la península Ibérica. Y en una ocasión dando una conferencia en Barcelona, se le olvido lo que decías los carteles “Hable la lengua del Imperio” y Finisterre se despidió en catalán, lo que le valió la primera detención. Regresa a Galicia y lo meten en el calabozo de Ferrol por vagar sin dinero. Y luego lo trasladan al Ejército en África, por cuatro años, hasta que le dan el indulto en 1943, tenía entonces, veinticuatro años. En septiembre de 1943, el diario El Adelanto de Salamanca se hace eco de la gira de charlas folklóricas y recitales de poesía que estaba dando el polifacético joven poeta Alejandro Finisterre, dio recitales poéticos por Castilla, Aragón, Vascongadas, Asturias, León, Cataluña y Ceuta. Por estas fechas ya era un reconocido poeta y folklorista, como se recoge en varios nacionales españoles. Después de haber publicado en edición de autor La Gaita, y el poemario, Cantos esclavos. Versos del buen y mal humor (1946). Se exilió a Francia en 1947, su equipaje era escaso: "...la patente, una lata de sardinas y dos obras de teatro...". “Lo más denigrante para cualquier hombre, casi siempre con pocas luces, le diga qué puede y qué no puede leer”.
Estando en Andorra como refugiado legal, viaja a París, colaboró con el prestigioso balé del Marqués de Cuevas, en 1948, se percató, para su sorpresa, al ver un escaparate que vendían un pasa-hojas y futbolines idénticos al que diseñó en el Hotel Colonia Puig. Puesto en contacto con el fabricante, resultó ser el suyo, y mediante la asesora jurídica de la Asociación Internacional de Refugiados logró con un abogado que la empresa le pagara una cifra respetable, con ese dinero emprendió su viaje a América.
En París hará trabajos para la radiodifusión y colaborará como secretario de redacción en una de las revistas que aglutinaba a los escritores exiliados en Francia, L´Espagne Républicaine (1945-1949), dirigida por Ricardo Gasset Alzugaray y en la que colaboraron, entre otros muchos, Víctor Alba, Francisco Giner de los Ríos, Federica Montseny, Jacinto Luis Guereña. En sus páginas publicará Finisterre algunas de las entrevistas más sonadas de esta publicación junto a Rafael Alberti, Carmen Amaya, Pablo Picasso, etc. Y antes de marcharse aún tuvo tiempo de publicar una “Historia de la danza española” en Combat en 1948 y de ver estrenar en marzo de 1949, en Montecarlo un balé basado en su cuento Del amor y la muerte. Nadie que le haya visto bailar olvidará esa faceta suya. Estando en París conoció a la bailarina Tamara Turanova que entonces estaba en el Gran Ballet de Montecarlo compartieron bailes folclóricos españoles. Entonces Finisterre publica la obra Del amor y la muerte, montaron el ballet y se estrenó en marzo 1949 en Montecarlo, en abril en los Campos Elíseos y luego en el Coven Garden de Londres, todos fueron éxito rotundo.
Finisterre viajó a Quito, (Ecuador) en 1949 y retomó su trabajo de editor y su pasión de poeta, fundó la Revista de Poesía Ecuador 0°0´0´´, Revista de Poesía Universal. En 1949, empezó a publicar los primeros textos de los escritores del Boom, y que luego se publicó en México.
En 1952, Cabo de Santa María (Guatemala), junto a sus hermanos fundaron una juguetería llamada Campos Ramírez Hermanos y fabricaban cajas de música, porqué de música, su hermano había estado en Suiza, aprendiendo sus mecanismos de fabricación[3] y allí fue donde perfeccionó su futbolín con barras telescópicas de acero sueco y mesa de caoba de Santa María de Guatemala y fue un lugar idóneo para la difusión de sus inventos de le “futbolín”, el “básquet de mesa”, “hundir la flota” y las cajas de música, a los Estados Unidos, Panamá y el Caribe. Desarrolló sus inventos y prosperó en otros inventos como las cajas de música o el baloncesto de mesa. Estando en Guatemala conoció a Ernesto Ché Guevara en 1954, con quien le uniría una fuerte amistad, gracias a una hermana de Finisterre que se hizo amiga de Hilda Gadea. De ese golpe de estado que estaba financiado por los Estados Unidos de América, el Pentágono y la CIA y otros disturbios secuestran a Finisterre, truncando todos sus éxitos en Guatemala:
Su militancia de izquierdas y la competencia que hacía su monopolio de estatal de las tragaperras lo llevó a la detención y su extradición a España. Finisterre es embarcado en un avión con dirección a España. Finisterre se refugió en el lavabo del avión y construyó una bomba ficticia envolviendo una pastilla de jabón con papel de aluminio. Con esa “bomba” logró desviar el vuelo hacia Panamá, en lo que fue uno de los primeros Aero secuestros que se tengan registrados. Desde allí decide viajar a México en 1956, y su invento fue pirateado sin poder hacer nada, por lo que fundó y presidió la Editorial Finisterre Impresora, desde la que editó la revista del Centro Gallego de México y diferentes libros de poetas, esta nueva etapa en su vida a la edición de libros de arte y de la obra de los exiliados españoles a los que se le cerró las puertas de las editoriales españolas y todo volverá a ser un reencuentro con su amigo León Felipe y con Octavio Paz. Colaboró en el periódico El Nacional[4]. En Colaboración con los Talleres Gráficos Menhir, de la colonia Álamos, llevaría a cabo su labor editorial y donde tendría la más larga vida, según Juan Escalona divide en dos etapas, 1° etapa 1952-1968 y 2° etapa 1968-1977. Aquí pondría a funcionar su Editorial Ecuador 0°0´0´´ y Finisterre. Colaboró para El Nacional; editor de la revista del Centro Gallego de México.
Durante 1959 pronuncia un ciclo de conferencias por las Antillas, Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Francia y Suiza. El mismo año se acerca a Galicia y realiza estudios de Poesía Contemporánea que publicará en México, Ed. Ecuador 0º 0' 0". Viaja a Senegal, Guyana y Haití para estudiar el problema colonial; dándolo a conocer en reportajes publicados en Argentina, México y Francia.
En 1967, Alejandro filma un documental que recoge los bailes del grupo de Danzas de la Delegación de Betanzos de la OJE, en el atrio de la iglesia de Santa María del Azogue que forma parte de unos estudios de folklore gallego.
René Avilés Favila recuerda muy bien a Finisterre del que dice: “Y si de gratas comilonas y buena conversación se trata, tengo algunas registradas en el Prendes con el republicano Alejandro Finisterre, hoy radicado en Madrid y entonces editor de bellísimos libros de poesía latinoamericana y una figura clave del exilio español”. Olímpico de Poesía. Uno de los ganadores de este galardón, convocado por la Comunidad Latinoamericana de Escritores y por la Editorial Ecuador 0º 0’ 0’’, Revista de Poesía Universal, fue Luis Rius con su poemario Canciones a Pilar Rioja, homenaje a la bailarina, en el que se rinde tributo a la danza, la coreografía, la música, el cuerpo y los elementos que hacen inolvidable el arte de la danza (Camacho, 2012).
Además, a la muerte de su amigo León Felipe, Finisterre organizó en 1973, en el Bosque de Chapultepec (Ciudad de México), el gran homenaje del exilio a León Felipe. Allí congregó, a personalidades de la política, las artes, y la cultura en general, con los medios que le permitió el Gobierno de Luis Echevarría, a intelectuales de España y del exilio, así que pudieron verse por los pasillos del Hotel Camino Real de la capital mexicana a personajes como Ramón Xirau, Juan Larrea, Francisco Giner de los Ríos, Juan Marichal con escritores como José Miguel Ullán, Ramón Chao, o el orensano Celso Emilio Ferreiro, hubo conciertos poéticos y se develó la escultura en bronce de León Felipe que aún se encuentra en el Bosque de Chapultepec. Los organizadores fueron la Comunidad Latinoamericana de Escritores, La Academia Mexicana de la Lengua, el Patronato Promonumento a León Felipe y la Casa del Lago de la UNAM. Las cabezas visibles del evento fueron Teodoro Césarman (presidente del comité) y Alejandro Finisterre.
Finisterre había publicado en México su “Colección León Felipe” de 1968. En ella se llamaba a Franco “sapo iscariote y ladrón”. En 1973, los estudiantes de Oviedo y Zaragoza llevaron esos versos a los carteles universitarios, con una fotográfica de la portada del libro, donde se leía el nombre del editor. Al llegar a España en uno de sus viajes habituales en 1975, fue detenido y condenado por el Tribunal de Orden Público a un año de prisión. No cumplió más que cinco días en Ourense, ya que en diciembre le alcanzó la amnistía general que siguió a la muerte de Franco y todo porque en México su editorial Finisterre S.A. había publicado la obra de León Felipe.
Tras años después, durante la transición española, volvió a su país de origen y se casó con la soprano Ana María Amparo Herrero Palacios, ella tenía treinta años cuando estudiaba música y Alejandro ya con cincuenta y ocho años, se conocieron en Madrid. Los viajes fueron continuaos entre México y España para él y su familia. Ya en sus regresos intermitentes a partir de 1976, y sobre todo cuando se estableció definitivamente en España, Alejandro Finisterre siguió demostrando esta vocación de “editor del exilio”, dando a conocer tanto la obra de quienes ya habían publicado antes de la guerra como la de la llamada segunda generación del exilio. Consigo se llevó a España una editorial de los poetas españoles exiliados y la dio a conocer o a republicar otras nuevas ediciones. Como ponen de manifiesto su antología de la Poesía de Galicia contemporánea (1962), el primer y único número de Compostela. Revista de Galicia (1967), la edición de Pablo Picasso. Guernica de Juan Larrea en coedición con Cuadernos para el Diálogo (1977), las antologías de León Felipe para Alianza Editorial en 1981, Antología poética y Prosas, y Visor en 1983, Puesto ya el pie en el estribo y otros poemas, o ya tardíamente Del maltrato a León Felipe.
También editó la colección Perspectivas Españolas (ensayos sobre el exilio y las culturas españolas) y la colección León Felipe, con la obra completa del poeta. Colaboró también con proyectos editoriales en España, como una antología de poesía gallega aparecida en 1966. Al morir Franco, regresó para instalarse. Aunque ha parado poco. Siempre se consideró un republicano independiente que no perteneció a ningún partido político.
Alejandro Finisterre en España se traslada a vivir primero a Madrid en 1975, en la capital, el “lujoso editor”, como lo llamaba Salvador Novo, se instaló en El Escorial, con el archivo de León Felipe, de quien era albacea literario. El acervo, que había adquirido a lo largo de los años, contenía más de 2 mil 500 páginas manuscritas o mecanografiadas con correcciones del poeta, cartas, fotografías y pinturas[5]. Luego se pasa a vivir a Aranda de Duero (Burgos), donde continuó escribiendo mientras era miembro de la Real Academia Gallega. Después se trasladó a Zamora, de donde era su esposa y donde gestionaría la herencia del poeta León Felipe como albacea testamentario. Su amigo de toda la vida y logró que los documentos, escritos y demás pertenencias del poeta se quedaran en el Ayuntamiento de Zamora, hoy se conserva esta documentación en el Archivo Histórico Provincial de Zamora.
Finisterre, falleció el 9 de febrero de 2007, en Zamora de donde era su amigo, en su casa del Barrio de Pinilla, a la edad de 87 años. Sus cenizas fueron esparcidas en el Río Duero a su paso por la ciudad de Zamora y en el Atlántico en Finisterre. Hijo predilecto del Pueblo de Fisterra (Galicia, España) a título póstumo.
Cuadernos Americanos
Se crea en Madrid, España, el 13 de marzo de 1939, la revista España Peregrina y debido a la censura franquista, como una prolongación se reedita en México, el 1 de enero de 1942 con el nombre de Cuadernos Americanos.
Hablemos un poco de esta revista España Peregrina, en ella escribían lo mejor de lo mejor del mundo intelectual, en ella muchos escritores criticaban los comportamientos sociales y políticos de régimen fascista y con ellos se vio aniquilada, ya que sus escritores tuvieron que exiliarse a Francia y América con llevar su aliento intelectual a otras tierras.
Alejandro Finisterre en 1977, le tocó hacer la edición facsimilar de la revista España Peregrina, cuenta en la revista Cuadernos Americanos, n. 501, de 1991, lo siguiente:
Jesús Silva Herzog, director y mantenedor durante más de cuarenta años
de Cuadernos Americanos, en una carta que me remitió y que conservo, escribió: “Siempre he dicho cuando ha venido a cuento que Cuadernos Americanos es en cierta medida herencia de la revista España Peregrina creada por varios distinguidos intelectuales españoles asilados en México, al huir del fascismo instaurado por Franco en España con la ayuda de Hitler y Mussolini”. (Campos, 1991, pp. 91-92).
La revista España Peregrina esta creada por intelectuales en Madrid que forman parte de la Junta Administrativa y que eran los siguientes autores en el año de 1939 y que posteriormente por la caída de Madrid se trasladó su Junta Administrativa y redacción a París, según palabras de Ramón Xirau:
“José Bergamín, Josep Carner y Juan Larrea, siendo sus miembros Juan M. Aguilar, Roberto F. Balbuena, Corpus Barga, Carrasco Garrorena, Gallegos Rocafull, Rodolfo Halffter, Emilio Herrera, Manuel Márquez, Agustín Millares Cario y Tomás Navarro, Tomás, Isabel de Palencia, Pablo Picasso, Augusto Pi Sunyer, Enrique Rieja, Luis Santullano, Ricardo Vinos, Joaquín Xirau, y su secretario, Eugenio ímaz. Estos nombres representaban y representaban a gran altura las artes, las ciencias, las letras y el periodismo españoles en el destierro” (Campos, 1991, pp. 91-92).
Según Alejandro Finisterre la revista estaba compuesta por todos los intelectuales exiliados españoles que estuvieran fuera de España. El primer director de la revista de Cuadernos Americanos será Juan Larrea de enero-febrero de 1942 a septiembre-octubre de 1949. Larrea fue quien ideo la forma de presentación, las secciones, quien además fue apoyado por León Felipe y eso era un gran plus para la revista intelectual de escritores, europeos y americanos. Ente sus filas encontramos los siguientes autores en palabras de Finisterre:
“Rafael Altamira, Claudio Sánchez Albornoz, María Zambrano, Margarita Nelken, Américo Castro, José Gaos, Juan David García-Bacca, Juan Ramón Jiménez, Ramón Sender, Max Aub, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, Guillermo de Torre, Enrique Díez-Canedo, José Ferrater Mora, Pedro Salinas, Rafael Alberti, José Moreno Villa, Agustín Millares Cario, Luis Recaséns Siches, Joaquín y Ramón Xirau, Pedro Bosch Gimpera, Mariano Ruiz-Funes, Wenceslao Roces, Antonio Ramos-Oliveira, Eduardo Nicol, Segundo Serrano Poncela, Juan Comas, Emilio Prados, Francisco Ayala, Luis Abad Carretero, Aurora de Albornoz, Julio Álvarez del Vayo, Aurora Arnáiz, Jesús Bal y Gay, José Rubia Barcia, Agustí Bartra, Juan Ramón Arana, Carlos Blanco Aguinaga, Eduardo Blanco Amor, Blas Cabrera, Juan Cuatrecasas, Alvaro Custodia, Ernesto Guerra Da Caí, Juan José Domenchina, Juan de la Encina, Jesús de Galíndez, José Almeina, Francisco García Lorca, Juan Gil-Albert, Francisco Giner de los Ríos, Francisco Giral, Jorge Guillen, Eugenio ímaz, Benjamín James, Luis Jiménez de Asúa, Gonzalo Lafora, Vicente Lloréns, José Ignacio Mantecón, Juan Marichal, Manuel Márquez, José Medina Echawría, José Miquel i Vergés, Luis Nicolau d'Olwer, Indalecio Prieto, Lino Novas Calvo, B. F. Osorio Tafall, José Puche, José María Quiroga Pía, Juan Rejano, Fernando de los Ríos, Adolfo Salazar, Esteban Salazar Chapela, Adolfo Sánchez Yáiquez, Luis Suárez, José Saníaló, Luis Santullano, Ángel Palerm, Víctor Alba, Tomás Segovia, Germán Somolinos, Daniel Tapia, Florentino Torner, Manuel Timón de Lara, Josep Carner, Eduardo Zamacois, Alejandro Casona, etc., etc., sin olvidar a los españoles «del interior» que ya en marcha Cuadernos Americanos iniciaron su colaboración y su diálogo: Vicente Aleixandre, José Ortega y Gasset, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Ángela Figuera, Carmen Conde, José Ángel Valente, Salvador Espriu, Manuel Lamana, Alberto Gil Novales, Modesto Seara Vázquez, José Luis Abellán, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, Ángel González, José Agustín y Juan Goytisolo, Manuel Ortuño, Enrique Ruiz García, Juan Antonio Gaya Ñuño, Francisco Fernández Santos, José Luis Cano y tantos otros”. (Campos, 1991, pp. 91-92).
Hay que reconocer el trabajo titánico de Jesús Silva Herzog, que durante los primeros ocho años fue difícil consolidar la revista, para luego lograr mantener a flote la publicación de Cuadernos Americanos por más de cuarenta años que ha permitido que las plumas y pensamientos de los escritores que han formado parte de este elenco de élite quedan reflejados para la posteridad en las páginas de la revista y forman parte de nuestra cultura y lengua española. Uno de los acuerdos más importantes era que hubiese un binomio de directores, uno español y otro mexicano, entonces fueron Juan Larrea y el mexicano Bernardo Ortiz de Montellano y que Jesús Silva Herzog actuara como “Administrador Gerente”.
El aporte intelectual de los americanos, de los españoles exiliados y los que se quedaron en España en la revista Cuadernos Americanos fue un rotundo éxito y entre sus filas encontramos a Emilio Prados, Francisco Ayala, Luis Abad Carretero, Aurora de Albornoz, Julio Álvarez del Vayo, Claudio Sánchez Albornoz, María Zambrano, Rafael Altamira, Margarita Nelken, Américo Castro, José Gaos, Juan David García-Bacca, Juan Ramón Jiménez, Ramón Sender, Germán Somolinos, Daniel Tapia, Florentino Torner, Manuel Timón de Lara, Josep Carner, Eduardo Zamacois, Alejandro Casona, Pedro Salinas, Rafael Alberti, José Moreno Villa, Agustín Millares Cario, Luis Recaséns Siches, Joaquín y Ramón Xirau, Pedro Bosch Gimpera, Mariano Ruiz-Funes, Wenceslao Roces, Antonio Ramos-Oliveira, Eduardo Nicol, Segundo Serrano Poncela, Juan Comas, Aurora Arnáiz, Jesús Bal y Gay, José Rubia Barcia, Agustí Bartra, Juan Ramón Arana, Carlos Blanco Aguinaga, Eduardo Blanco Amor, Blas Cabrera, Juan Cuatrecasas, María Zambrano, Álvaro Custodia, Ernesto Guerra Da Caí, Juan José Domenchina, Emilio González López, Celso Emilio Ferreiro, Florencio Delgado, Juan de la Encina, Jesús de Galíndez, José Almeina, Francisco García Lorca, Juan Gil-Albert, Francisco Giner de los Ríos, María teres León, Francisco Giral, Jorge Guillen, Eugenio Ímaz, Benjamín James, Vicente Aleixandre, José Ortega y Gasset, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Ángela Figuera, Seoane Blanco Amor, Carmen Conde, José Ángel Valente, Salvador Espriu, Manuel Lamana, Alberto Gil Novales, Modesto Seara Vázquez, José Luis Abellán, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, Ángel González, José Agustín y Juan Goytisolo, Manuel Ortuño, Enrique Ruiz García, Juan Antonio Gaya Ñuño, Suárez Picallo, Francisco Fernández Santos, José Luis Cano, Luis Jiménez de Asúa, Gonzalo Lafora, Vicente Lloréns, José Ignacio Mantecón, Juan Marichal, Manuel Márquez, José Medina Echawría, José Miquel i Vergés, Luis Nicolau d'Olwer, Indalecio Prieto, Lino Novas Calvo, B. F. Osorio Tafall, José Puche, José María Quiroga Pía, Juan Rejano, Fernando de los Ríos, Adolfo Salazar, Max Aub, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, Luis Buñuel, Guillermo de Torre, Enrique Díez-Canedo, José Ferrater Mora, Esteban Salazar Chapela, Adolfo Sánchez Yáiquez, Luis Suárez, José Sanialó, Luis Santullano, Ángel Palermo, Víctor Alba, Tomás Segovia, León Felipe, Juan Larrea y Alejandro Campos Ramírez (Alejandro Finisterre).
Pero los lectores se preguntarán como era el correo y la comunicación con la edición de la revista, pues como en esa época no había internet, todo se hacía por correo postal o telégrafo, un ejemplo de esto es una carta que le envía Juan Larrea desde Nueva York, en 1 de julio de 1950, al director mexicano Jesús Silva Herzog:
“Me he retrasado bastante en corresponder a su última carta entre otras razones por haber estado resistiéndome a hablarle con la entera franqueza que me pedía acerca de la marcha de Cuadernos Americanos. Es mucho lo que esto implica. Pero de nada ha valido resistirme. He terminado por ver que debía aprovechar la oportunidad que me brindaba usted para circunstanciar cosas que no carecen de importancia, sobre todo en estos momentos de grave crisis internacional. Voy a hacerlo, pues, con sinceridad y con la buena disposición de siempre”.
A mi parecer la revista Cuadernos Americanos fue la más importante de la literatura, cultura y artes en lengua española de los exiliados y españoles que se quedaron, gracias a este contacto cultural entre Europa y América se mantuvo contacto con todos los intelectuales y nunca estuvieron tan cerca como con la revista. La revista se división el cuatro secciones, como los cuatro horizontes que representaban cuatro revistas en una: 1.- Invenciones y ensayos. 2.- Cartas de América. 3.- Lecturas y 4.- Notas. Para cerrar este ciclo Alejandro Finisterre nos envía estas palabras:
“Nos conmueve el recuerdo del reencuentro de Juan Larrea y Jesús Silva Herzog en 1974, con motivo del gran homenaje a León Felipe en México adonde el poeta bilbaíno no había vuelto desde 1949. El emocionado y estrecho abrazo de los dos viejos amigos - al pie del monumento a León Felipe recién inaugurado— reafirmó una amistad que les trascendió y ha de perdurar en la vida de Cuadernos Americanos, los que, estamos seguros, seguirán siendo —entre tantas otras cosas esenciales y universales— tribuna de la amistad hispano-mexicana e hispano-americana” (Campos, 1991, pp. 91-92).
Conclusiones
Alejandro Finisterre tuvo varios nombres, siete vidas, mil amores, una sonrisa triste y una biografía tal que si alguien quisiera escribirla le tacharían de fantasioso. Tuvo, también, la felicidad en su mente y en sus manos cuando un día se le ocurrió crear la magia de traer el fútbol a un salón para aquellos niños a quienes la guerra les impedía correr. Era un humanista, intelectual, idealista y defensor de los Derechos Humanos durante toda su vida. Tuvo cenizas de cigarros consumidos a ambos lados del Atlántico, ideales inquebrantables y palabras con las que juguetear cuando se le ponía triste el alma.
En algunas entrevistas, incluso, presumió de haber jugado futbolín con el Che Guevara durante su estancia en Guatemala. Conferencista de poesía gallega y los problemas de la colonia d en las Guayanas y Haití, mientras vivía en México.
Él decía que escribía “solo versos”, yo creo que fue más que eso, la morriña de Galicia le marcó en su personalidad, tranquilo, callado y afable con aquellos que le preguntaban. Se dedicó a editar para los demás, de los exiliados españoles y de muchos autores gallegos. Vivió en México más de veinte años y allí publicó más de doscientos títulos.
La paradoja es que nació en Finisterre donde según los roamos era el fin del mundo, o donde muere el Sol y luego se fue a México donde desarrolló su potencial poético y de editor, México tierra de Sol, donde nace el Sol.
Como resultado final podríamos decir que hay un antes y después, e las dos revistas España Peregrina y Cuadernos Americanos, siendo esta última con mayor tiraje y ediciones que a pesar de todo los problemas económicos se fueron lanzando. Que queda ahora, pues seguir trabajando e investigando sobre los autores que formaron parte de este elenco de éxitos de la literatura española en América, también escribían académicos americanos. A mi parecer hay un buen punto de partida para seguir trabajando y desarrollando nuevos trabajos académicos de calidad.
Bibliografía
http: //www.elem.mx/institución/editorial/43/0/false/año.
https://historia-hispanica.rah.es/biografias/50737
http://dbe.rah.es/biografias/57723/alejandro-campos-ramirez
https://www.adiantegalicia.es/cultura/2022/10/12/alejandro-finisterre-el-gran-editor-gallego-en-el-exilio.html
Las opiniones, análisis y conclusiones del autor son de su responsabilidad y no necesariamente reflejan el pensamiento de la Revista Inclusiones. |
[1] Manuel Campos Pedreira y su esposa Josefina Ramírez Barreiro, se casaron en enero de 1917.
[2] El País. “Si esto cambia, volveré a España”, (25/05/1976).
[3] Juguetería que trabajaba con madera y metal. Campos Ramírez Hermanos pertenecía a la Asociación de Empresarial de Guatemala. Su producto estrella era el “futillo” es decir el Futbolín y las cajas de música.
[4] Se llamaba El Nacional Revolucionario y fue dirigido por Basilio Vadillo en 1930.
[5] El Universal. https://confabulario.eluniversal.com.mx/las-memorias-perdidas-de-alejandro-finisterre/
[6] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/curiosa-historia-creacion-futbolin_16601