La participación de los poblanos en el escenario científico del Segundo Imperio mexicano (1862-1867)

The participation of poblano´s in the scientific scene of the Mexican Second Empire (1862-1867)

Carlos Alfonso Lezama Liévano
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México
clezama@institutomora.edu.mx
https://orcid.org/0000-0002-6248-4720

Fecha de Recepción: 12 de junio de 2023
Fecha de Aceptación: 20 de julio de 2023
Fecha de Publicación: 14 de septiembre 2023

Resumen
El objetivo del artículo es explorar el proceso de inserción de veinticuatro actores sociales nacidos en Puebla a los proyectos científicos y culturales del Segundo Imperio Mexicano. Se analizan los motivos de su participación a través del análisis prosopográfico. Ello implica investigar sus antecedentes, su inserción a los proyectos del imperio y su desenlace después de este proceso para descubrir la importancia de su presencia en un breve episodio de la historia mexicana el que su vinculación con distintos organismos, la publicación de obras y la obtención de puestos políticos les posibilitó experimentar un ascenso en su autoridad científica.

Palabras clave: campo científico, escenario científico, participación prosopografía, Segundo Imperio

Abstract: The article's goal is to explore the process of integrating twenty-four social actors born in Puebla into the scientific and cultural projects of the Second Mexican Empire. Their reasons for participation are analyzed through prosopographic analysis. This involves investigating their background, their integration into empire projects, and their outcome after this process to discover the importance of their presence in a brief episode of Mexican history, in which their involvement with different organizations, the publication of works, and the attainment of political positions allowed them to experience an ascent in their scientific authority.

Keywords: scientific field, scientific scene, participation, prosopography, Mexican Second Empire.

Introducción

Entre 1864 y 1867 en México se dio una reconfiguración científica sin precedentes. Por un lado, surgieron proyectos científicos y culturales con objetivos precisos y bien definidos que dieron paso a un proceso de sistematización que sentó las bases del curso político, social y cultural del país. Por otro lado, se generaron relaciones científicas con el objetivo de reunir obras y un personal versado para estudiar los recursos naturales y la situación cultural que guardaba México.[1] Para cumplir tal cometido los organismos que surgieron integraron a personalidades de diversas partes de Europa como Holanda, Ginebra, Francia y Austria, por supuesto, para el desarrollo de actividades exploratorias se requería también la colaboración de los mexicanos.[2] 

En suma, durante el Segundo Imperio Mexicano, se integrarían actores de distintas áreas del orbe que contaban con profesiones bien definidas que fueron participes de la producción de conocimientos científicos y literarios. Con la intención de reconocer aquellos personajes que participaron durante el contexto científico que se dio entre 1862 y 1867 nuestro trabajo busca comprender cómo, por qué y para qué un conjunto de personajes se involucró en este proceso.

La tarea resulta titánica por lo que hemos decidido concentrarnos en el caso mexicano enfocándonos en veinticuatro poblanos que de una u otra manera se integraron a un esquema específico.[3] La elección no es arbitraria, más bien responde al interés por comprender cómo personajes que surgieron de un entorno buscaban hacerse de una imagen local, regional y nacional.  El lugar de nacimiento: Puebla jugó un papel en sus intereses políticos sociales, culturales y económicos. Ello se debía a que el ambiente del que surgieron estos actores fue un núcleo central de diversas actividades que les permitió contar con caudales, establecer relaciones e involucrarse con instituciones que los ampararon. De acuerdo con Evelyne Sanchez, se trata de descubrir cómo los actores locales jugaron un papel preponderante gracias al entorno que los vio nacer, a las decisiones que tomaron y un conjunto de circunstancias que les forjaron intereses territorializados y los llevaron a participar en diversos contextos para asimilarse como portadores de significado de su tiempo.[4]

Desde ese punto de vista, nuestro objetivo es adentrarnos en la valoración del medio poblano y de los actores que nacieron ahí que se vieron involucrados con el imperio para comprender su presencia en los proyectos científicos y culturales que se dieron en esa etapa. Por tal motivo, consideramos necesario responder cómo, por qué y para qué estos actores sociales se involucraron con actividades científicas y culturales durante el Segundo Imperio. Para poder logar tal cometido nos enfocaremos en los científicos poblanos que hemos identificado.[5]

Hasta ahora la historiografía versada sobre el tema de las relaciones científicas que se dieron en el imperio de Maximiliano de Habsburgo han girado en torno a su comprensión y significado. Por ejemplo, Nadie Prévost, Armelle Le Goff, Rosaura Ramírez e Ismael Ledesma se interesaron en los elementos constitutivos de la Comisión Científica de México y de la Comisión Científica Artística y Literaria de México. Estos autores han trabajado la estructura y la organización de dichas comisiones, han estudiado las biografías de sus integrantes y finalmente hacen referencia a las fuentes que nos permiten comprender las alianzas estratégicas y de las controversias generadas entre franceses y mexicanos, quienes tuvieron una preponderante presencia en las actividades de estas comisiones.[6]

Alberto Soberanis, por su parte ha tratado de comprender más a fondo cómo se dieron las relaciones científicas durante el Imperio. Para lograrlo se interesó en los orígenes históricos de los proyectos franco-mexicanos que se desarrollaron durante el imperio para comprender cómo en el transcurso del siglo XIX se dieron distintos contactos entre mexicanos y franceses y de qué manera organizaron sus quehaceres científicos antes del imperio. Eso le permitió descubrir las convergencias y divergencias entre dos países que se entrecruzaron entre 1862 y 1867. Asimismo, se interesó en descubrir las instituciones que surgieron, sus motivos, los actores que las rodearon, entre otros temas que desde nuestro punto de vista figuran un precedente para la indagación sobre las relaciones científicas que se dieron durante ese momento.[7] 

A diferencia de los intereses que los autores aquí mencionados nosotros proponemos indagar sobre la participación científica de un grupo específico de actores que se vio involucrado en ese proceso. Consideramos que a través de un estudio prosopográfico sociogenético lograremos responder estas interrogantes. Con ello esperamos iniciar el desarrollo de una radiografía social que responda por qué determinados actores tomaron la decisión de participar o no en un proceso que denominaremos escenario científico del Segundo Imperio.

  1. Sociogénesis de un grupo y de su inserción al curso de la ciencia moderna en México

Para comprender la integración de los poblanos a las actividades científicas del imperio de Maximiliano tendremos que ayudarnos de un análisis prosopográfico. La prosopografía ha sido una herramienta utilizada por los historiadores para poner de manifiesto un retrato grupal de individuos que estuvieron interrelacionados durante un tiempo y un espacio específicos.[8] Para construir ese retrato grupal es necesario rescatar e interpretar datos biográficos como: los años y lugares de nacimiento; los años y lugares de fallecimiento; la posición económica que se ha heredado y construido; la formación académica que ha obtenido; y las actividades socio-profesionales que llevaron a cabo.

De acuerdo con Laurent Rollet y Philippe Nabonnad, los historiadores de las ciencias recaban esos datos para construir una propografía sociogenética, esto es: analizar identidades disciplinarias, profesionales y sociales de un grupo de actores científicos para reconstruir su formación académica y su interacción con cierto tipo de instituciones, academias y sociedades que les permitieron producir, circular y apropiarse de conocimientos científicos.[9] Todo ello permite reconstruir “[…] el contexto en el que operan los actores estudiados, pensar cómo forman un grupo, analizar las modalidades por las que ellos se singularizan […] y cuantificar su importancia relativa en relación con la hipótesis de investigación”.[10] Como puede observarse, en este apartado nos dedicaremos a analizar cómo se conformó el grupo de poblanos que participaron durante el Segundo Imperio y las modalidades que los involucraron en las actividades científicas del México del siglo XIX.

  1.  Los actores científicos poblanos antes del Segundo Imperio

Nacidos entre 1800 y 1845,[11] los poblanos vieron surgir un país convulso que pasó por gobiernos improvisados, pugnas intestinas e intervenciones extranjeras. De acuerdo con Anne Staples, estos acontecimientos motivaron a distintos personajes nacidos durante la primera mitad del siglo XIX a pretender solucionar los problemas políticos, económicos y culturales de un país conflictivo. Esto lo lograron a través del ejercicio de profesiones y oficios que les permitieron crear leyes, gestionar códigos, dirigir negocios y producir conocimientos que crearon pactos sociales cuyo encargo fue mejorar el funcionamiento del país.[12]

Al buscar tomar decisiones que encaminaran al país en su definición como nación los poblanos estudiaron las carreras que les fueron útiles para ofrecer soluciones y generar prosperidad. En consecuencia, ejercieron carreras como medicina, ingeniería o abogacía, las cuales los facultaban para ser partícipes de un sistema político que necesitaba legitimarse.[13] En ese rubro, los poblanos estudiaron en tres ámbitos educativos: 1) los centros educativos locales como el Colegio Carolino, la Escuela de Medicina de Puebla y el Seminario Palafoxiano; 2) los espacios formativos de la capital del país como el Colegio Militar, el Establecimiento de Ciencias Médicas y el Colegio de Minería; 3) algunos de ellos estudiaron en países europeos como Madrid, Italia y Francia; 4) también hubo casos de personajes que tuvieron una educación autodidacta en sus hogares (véase Cuadro 1).

Cuadro 1. Lugares de formación de los científicos poblanos

Lugares de Formación

Número de actores que realizaron sus estudios

Academia de Letrán

1

Antiguo Colegio de San Idelfonso

1

Colegio Carolino de Puebla

9

Colegio de Nobles de Roma

1

Colegio de Minería

1

Colegio Militar (ciudad de México)

2

Desconocido

4

Educación autodidacta

2

Escuela de Medicina de Puebla

3

Educación en otros centros escolares de Europa y de Estados Unidos

6

Establecimiento de Ciencias Médicas (Ciudad de México)

3

Escuela Nacional de Agricultura (ciudad de México)

1

Hospital de San Pedro, Puebla

2

Real Colegio de Humanidades de Madrid

1

Real Colegio de Cirugía (ciudad de México)

1

Seminario Palafoxiano de Puebla

7

Universidad de México (Ciudad de México)

1

Fuente: Anexo 1. Los números que se reflejan aquí son indicadores de que los veinticuatro poblanos estuvieron vinculados con dos o más organismos al mismo tiempo. Sobre su vinculación individual véase: Anexo 1 Elaboración propia.

Ya sea a nivel local, en la metrópoli educativa del país o en el extranjero, los poblanos se relacionaron con el conocimiento de idiomas, el estudio de ciencias aplicadas (matemáticas, física, estadística) y el ejercicio legislativo. Eso les ayudó a conseguir un título que les aseguró garantías culturales y un catecismo político que les ratificó competencias ante una sociedad (véase Cuadro 2).[14] 

Cuadro 2. Profesiones y oficios ejercidas por los científicos poblanos (1830-1905)

Profesión/oficio

Actores que las ejercieron

Abogado

10

Agricultor

3

Agrimensor

1

Banquero

1

Bibliotecario

2

Cartógrafo

2

Escritor

14

Geógrafo

1

Hacendado

6

Historiador

2

Industrial

6

Ingeniero

3

Médico

7

Militar

5

Naturalista

3

Periodista

6

Poeta

2

Profesor

 

Topógrafo

10

2

   

Fuente: Anexo 1. Los números que se reflejan aquí son indicadores de que los veinticuatro poblanos ejercieron con dos o más profesiones y oficios a lo largo de su vida. Sobre su vinculación individual véase: Anexo 1 Elaboración propia.

Para poder realizar estudios superiores y desempeñar distintas profesiones y oficios los poblanos requirieron de una herencia que les respaldó una formación educativa y el desarrollo de distintas actividades socioculturales. Por una parte, los poblanos contaban con una herencia material, esto es: caudales, casas, terrenos, haciendas, molinos, centros manufactureros y comercios que obtuvieron a través de relaciones familiares, testamentos, casamientos y compadrazgos. La herencia material puede ser traducida en índices monetarios y tangibles que les proporcionaron un nivel de riqueza económica.

Por otra parte, tenían una herencia inmaterial, es decir, aquella que los antepasados de los veinticuatro poblanos les transmitieron y facilitaron a través de aspectos cognoscitivos y relacionales. En este rubro, consideramos pertinente recurrir a las propuestas de Pierre Bourdieu sobre las formas de capital al afirmar que la herencia inmaterial es el resultado de la convergencia de los siguientes aspectos: el capital social, es decir las relaciones, los nexos y vínculos que se le ha heredado a un individuo para que éste forje estrategias de reconocimiento que le permitan formar reputaciones; el capital simbólico que involucra a las acciones que pretenden conservar y aumentar la reputación del mismo individuo proporcionando esquemas de percepción y apreciación en un ambiente social; finalmente, el capital cultural, el cual tiene que ver con su reconocimiento como portador de conocimientos que se ratifican en competencias sociales.[15]

La herencia material e inmaterial de los poblanos se ubica preponderantemente en niveles muy altos y niveles altos (véase: Gráfica 1). Para realizar esta estimación debemos considerar que tanto la herencia material como la inmaterial de estos actores proviene de la ciudad de Puebla.[16] Allí se configuraron y consagraron sistemas de reglas y de relaciones en los que el abolengo, la obtención de puestos en el Ayuntamiento, la posesión de numerosas propiedades y de comercios convalidaba herencias materiales e inmateriales.[17]

Fuente:  Anexo I; Paleta, “Los pudientes”; Thomson, Puebla de los Ángeles; Liehr, Ayuntamiento y oligarquía; Aguirre, Personificaciones del capital; Ernesto de la Torre Villar, Biobibliografía de los escritores de Puebla y Tlaxcala (México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Instituto de Investigaciones Históricas. 2009). Elaboración propia.

De acuerdo con la gráfica anterior podemos ubicar a los poblanos en los siguientes niveles: 1) El nivel muy alto y el nivel alto que conforman un 33. 33 % y un 29. 16 % respectivamente del total de actores en herencia material y un 29. 16% y 41.16 % en herencia inmaterial (véase: Gráfica 1). El nivel muy alto y el alto estaban conformados por aquellos cuyos familiares eran parte integrante de una élite compuesta por hacendados, rancheros, manufactureros y clérigos. El poder adquisitivo de esa élite les permitió formar una línea familiar que favorecía y facilitaba la obtención de puestos y de medios. En consecuencia, se les aseguraba el desarrollo de una formación educativa y profesional en espacios locales, nacionales e internacionales.[18]

2)  El nivel medio bajo y el nivel bajo que representa el 12. 5 % y el 4. 16 % respectivamente en herencia material, mientras que en herencia inmaterial representaban 4.16% y 8.3% (respectivamente) del total de actores (véase: Gráfica 1). Este grupo estaba conformado por personajes que descendían de líneas familiares que no tenían un papel preponderante en la ciudad de Puebla, por lo tanto, creemos que probablemente se vieron en la necesidad de ascender social y culturalmente a través del mérito.[19] 3) Finalmente, cabe aclarar que pudimos hallar personajes que contaban con una herencia material baja y al mismo tiempo, contaban con herencia inmaterial alta. Ello se explica al observar que el nivel de capital económico que heredaron era bajo, no obstante, el capital social, el capital simbólico y el capital cultural eran altos.[20]

 En fin, encontramos un grupo diverso que se vio en la necesidad de proteger aquello que se les había heredado. Esto lo llevaron a cabo a través de una serie de decisiones basadas en creencias, en carreras profesionales y en formas de sociabilidad que les aseguraron un triunfo en un ambiente sociocultural. Es decir, el éxito de estos personajes dependió de su capacidad para saber aprovechar su herencia material e inmaterial para construir un patrimonio propio. ¿Cuál es la relevancia de arrojar los datos que presentamos aquí? Por un lado, nos ha permitido observar cómo los poblanos forman un grupo heterogéneo. Ya sea a través del mérito o del abolengo, estos actores se valieron de sus respectivas herencias para formar una carrera socio-profesional para hacerse de un lugar en la sociedad y de un nombre socialmente percibido y apreciado. Hacerse de múltiples actividades y estudios se traduce en un “servicio útil” que sirve de instrumento de representación para apoderase mediante estilos de vida y de circunstancias de un lugar privilegiado.

A modo de ejemplo, pensemos en el desarrollo de carreras políticas. Durante la primera mitad del siglo XIX la ciudad de Puebla era una entidad de naturaleza endogámica y continuista, es decir, grupos con cargos políticos que

 “[…] logran permanecer durante extensos periodos dentro o en los aledaños del poder político, incluso manteniéndose en dicho poder en regímenes de diverso carácter, lo que acentúa la capacidad de adaptación de estos individuos inmersos en contextos políticos marcados por la irregularidad evolutiva”.[21]

Como podemos observar, nos encontramos frente un grupo de poblanos que es capaz de adaptarse a las circunstancias irregulares del curso político del país durante 1821-1857 por lo que no es de extrañarse que varios poblanos se insertaran en las filas del Segundo Imperio. De acuerdo con Víctor M. Núñez, esto es signo más de un oportunismo y una adaptabilidad a las circunstancias reflejo de un proceso de formación ideológica que un auténtico compromiso con los proyectos del Segundo Imperio.[22] Además, esta adaptabilidad responde al desarrollo de estudios que los poblanos tuvieron. Como podemos observar en el Cuadro 2 la mayoría de los actores se desempeñó como abogado, elemento que los capacitó en ámbitos legislativos, administrativos y de jurisprudencia. Ello les permitió reconocer dimensiones organizativas regidas por códigos y leyes que les dieron acceso a la ocupación de altos cargos en la administración y en la política, así como la capacidad de llevar a cabo un “camaleonismo político” capaz de inscribirse en las necesidades políticas, sociales y culturales del contexto mexicano de la primera mitad del siglo XIX.[23]

Nos parece que con este antecedente hemos agrupado a los veinticuatro poblanos que se vieron involucrados en las actividades científicas y literarias del gobierno de Maximiliano. Hemos dicho que la prosopografía reúne datos que nos permiten formar un grupo heterogéneo, en este caso hemos identificado un grupo de poblanos que se singulariza por su formación, sus profesiones sus carreras políticas y su herencia material e inmaterial. Por un lado, encontramos personajes con la suficiente formación y caudales para ostentar cargos públicos a través del patrimonio y el abolengo; por otro lado, contamos con actores que se valieron del mérito para hacerse de una carrera y de una profesión. Como observaremos posteriormente ello estribó en su inserción al escenario científico del segundo imperio.

  1. La incorporación de poblanos a la ciencia mexicana de la primera mitad del siglo XIX

La importancia de reconocer una formación académica, el nivel de herencia material e inmaterial y el desarrollo de carreras profesionales y políticas nos ayudará a comprender cómo se incorporaron los poblanos a un mundo científico. En este tenor, es pertinente retomar las propuestas de Pierre Bourdieu sobre el campo científico.[24] Al introducir el concepto campo científico, podemos identificar a los poblanos como un grupo que fue parte integrante de un espacio de producción de relaciones (el de la ciencia); este espacio se define por los  diferentes instancias como la función que cumplen los agentes que pertenecen a ese espacio, “quienes determinan la estructura del campo que los determina, es decir, el estado de las fuerzas que ejercen sobre la producción científica, sobre las prácticas científicas”.[25]

En palabras certeras, el campo científico es un espacio tanto físico como simbólico que se define por las relaciones establecidas entre los integrantes de éste, los enfrentamientos que tienen para definir su lugar en él, así como los lenguajes y artefactos de los que se valen para definirse como detentores de un conocimiento específico (piénsese en los experimentos, en los libros, en los dispositivos de los que se auxilian para producir conocimientos científicos autorizados por un conjunto de organismos bien definidos y socialmente percibidos).[26] Al vincular a los poblanos con la categoría campo científico nos permitiremos enfocarnos en la identificación de estratos compartidos, de formas de especialización y de cimentaciones de autoridad.[27] Para realizar ese análisis consideramos pertinente reconocer cuál fue el espacio de producción científica en el que los poblanos se integraron.

El contexto científico en el que los poblanos necesitaron introducirse fue el de la primera mitad del siglo XIX mexicano. Por un lado, los agentes científicos mexicanos del siglo XIX eran herederos de un proceso de modernización en el que la ciencia amplió su campo de acción y diversificó el saber en disciplinas interrelacionadas que reunían el conocimiento humano y lo dividían en profesiones especializadas. Ello permitió que los conocimientos científicos empezaran a vincularse con las finanzas, el comercio y el gasto público para transformar al mundo y a sus recursos en un laboratorio que debía ser reconocido, instigado y ordenado acorde a principios utilitarios.[28] 

Por otro lado, eran herederos de una generación que empezaría a autoproclamarse como “sabios” pues “consideraron que su vocación era el ejercicio de un magisterio sobre el pueblo con el propósito de reformar sus costumbres.”[29] Estos “sabios” se encargaron de ser los precursores de movimientos emancipatorios.  Promulgando el progreso como una forma de prosperidad y la revolución como un medio de libertad, los sabios estimularon un proceso de ruptura y reintegración en el que surgiría una entidad independiente. Esto se logró cuando

“la vida científica organiza sus profesiones y sus laboratorios; los reyes desaparecen, las escuelas se multiplican, los viajes se vulgarizan; el aislamiento de las disciplinas favorece el desarrollo de la especialización que desembocará en el gran siglo de la ciencia que fue el siglo XIX”.[30]

Durante el periodo independiente, este magisterio social se legitimó a través de la mediación de leyes y la promulgación de constituciones.[31] A partir de entonces, las ciencias tomaron un sentido social mediante un papel gubernamental que pretendió dar solución a los grandes problemas del México independiente. En este sentido, los “sabios” mexicanos se valieron del uso aplicado de las disciplinas científicas para delimitar geográficamente un territorio, determinar sus recursos, tratar enfermedades y curar dolencias. En suma, se necesitaba definir México y las ciencias a través de sus métodos se encargaron de ello.

Además, las ciencias se hicieron cuerpo. Con la creación de instituciones, de sociedades científico-literarias, y de otros espacios, los científicos mexicanos fundaron lugares de inscripción social para las ciencias. Ello les permitió organizar el conocimiento científico a través de reglamentos y estatutos promulgados por socios y corresponsales que reinventaron el mundo social gracias a la conquista de aspectos materiales y simbólicos fechados, localizados y bien definidos en el seno del trabajo científico.[32] No es nuestra intención reflexionar sobre el proceso de institucionalización y profesionalización de la ciencia que se dio en México desde el siglo XVIII, mucho menos se trata de comprender cuál fue el papel de los “sabios” en ello. Más bien, buscamos identificar rasgos generales que nos permitan observar en qué contexto los veinticuatro poblanos de nuestro estudio necesitaron insertarse al desarrollo de las ciencias en México.

En ese entendido, hemos de considerar que los poblanos tuvieron la necesidad de verse involucrados en un contexto en el que para pertenecer a un campo científico que se estaba conformando importaban dos aspectos: 1) Para existir científicamente, los poblanos tuvieron que llevar a cabo estrategias que buscaban representar una afinidad por las ciencias, las técnicas, las letras y las bellas artes.[33] Es decir, tuvieron que relacionarse en espacios de sociabilidad para hacerse de un papel en su entorno inmediato. Estas formas de representación eran adquiridas, estructuradas y reproducidas en espacios como las escuelas, los comercios y las casas privadas. En estos lugares de reunión y discusión se tenían que destacar elementos distintivos como el idioma,[34] la etiqueta, el lujo, la moda y la galantería. Se trataba de toda una parafernalia que instituía a los individuos como una élite letrada.[35]

En Puebla, por ejemplo, estos lugares los representaban los cafés y las casas particulares. A los cafés acudían

“médicos jovenetes, abogados que huelen a herejía, oficiales de guardia nacional, y alguno que otro attaché del clero con afición al mundo que va y se desquita del papel mustio y gravedoso que tiene que desempeñar, cajeros de tiendas de ropa, transeúntes amables y liberales a toda prueba componen el resto”.[36]

A los cafés se asistía para el ocio, el placer y el reposo “con un aromático puro o un cigarro de las manufacturas que había desde tiempos coloniales en la ciudad”[37],  no obstante, los cafés poblanos —al igual que los de la Ciudad de México— también eran espacios de la discusión para clubes políticos y literarios, centros de conspiración, de espionaje, así como refugios.[38]

En cambio, a las casas asistían los más distinguidos personajes del entorno poblano junto a sus familias. Las casas eran espacios privados para distinguir la etiqueta, el abolengo, la fortuna y otras parafernalias (muebles, pinturas, vajillas, perfumes, etcétera) que servían de códigos culturales para establecer un estatus ante la sociedad poblana. En las casas de los acaudalados se  discutía “[…]literatura religiosa (Biblia y misales) y laica (magazines, libros de viaje, novelas y cuentos, además de numerosas obras de arte por tratarse de coleccionistas de ellas)”.[39] Sin duda, se trataba de un rito de iniciación que en la ciudad de Puebla estaba primordialmente disponible para los estratos muy altos y los altos; mientras que los estratos medios y los bajos asistían a otros lugares como las panaderías, las boticas, los parques, lugares que también implicaron una especie de iniciación en el mundo de las ciencias y las letras.[40]

2) Además, para ser percibidos como científicos, los poblanos requirieron de ampararse de personificaciones eruditas que fungían como ratificadoras de símbolos. Es decir, los espacios de inscripción social requirieron de la colaboración de los poblanos para publicar trabajos, realizar experimentos y para explorar el territorio mexicano. De acuerdo con los hallazgos que hemos realizado, fue entre 1848 y 1862 cuando diversos actores sociales de Puebla pudieron introducirse al campo científico.[41] Como puede observarse en el Cuadro 3, organismos como la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (en adelante SMGE) y el Establecimiento de Ciencias Médicas involucraron a los actores de nuestro estudio para organizar viajes, escuelas, comisiones e instituciones de estudio.

Cuadro 3. Vinculación científica de los poblanos entre 1848 y 1862

Miembros de número de la SMGE

3

Miembros corresponsales de la SMGE

6

Miembros de la Junta de Industria de Puebla

3

Miembros de la Junta de Sanidad de Puebla

3

Vinculación con la Escuela de Medicina de Puebla

1

Vinculación con el Ministerio de Fomento

3

Vinculación con el Establecimiento de Ciencias Médicas

2

Participación en actividades exploratorias

Desconocido

2

8

Los números que se reflejan aquí son indicadores de que los veinticuatro poblanos estuvieron vinculados científicamente con dos o más organismos al mismo tiempo. Sobre su vinculación individual véase: Anexo 1. Hemos rescatado esta información del Boletín de la Sociedad Mexicana y Geografía y Estadística, así como de diversos diccionarios biográficos que están incluidos en el apartado de fuentes. Fuente: Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística tomo III al XIX (1853-1862); Enrique Cordero y Torres, Diccionario general de Puebla, 3 t. (Puebla: Gobierno del Estado de Puebla. 1958) 3 t; Enrique Cordero y Torres, Diccionario biográfico de Puebla, 2 t. (México: Centro de Estudios Históricos,1989); Torre, Biobibliografía de los escritores. Elaboración propia.

De acuerdo con el cuadro anterior podemos afirmar que entre 1848 y 1862 diversos poblanos empezaron a ser reconocidos por distintos organismos. Gracias a una trayectoria académica y a carreras profesionales estos actores construyeron relaciones que les permitieron verse involucrados en el campo científico. Esto les aseguró un papel útil en la sociedad, no obstante, a partir de 1862 estos actores tuvieron que reorganizar sus estrategias para seguir viéndose involucrados en las actividades científicas del país.

Otro medio por el cual estos actores pudieron acceder a las actividades científicas fue a través del ejercicio político; en Puebla por ejemplo, era  necesario apropiarse de una visión facultativa que se consagraba con la obtención de puestos en el Ayuntamiento, el cual empezó incorporar a la sanidad como uno de los ejes administrativos de la sociedad debido a las actividades comerciales, la vida mundana, la acumulación de basura y el brote de numerosas epidemias que había que combatir para establecer un control social.  Con la llegada de la noción de orden y limpieza el Ayuntamiento impulsó un programa político sanitario a través de la creación de una Junta de Sanidad, organismo que sirvió como medio para ascender socialmente a través de la inserción individuos capacitados en ciencias médicas cuya carrera política y formación científica le permitiera lidiar médica, legislativa, social y políticamente con las necesidades sanitarias del entorno poblano.[42]

Desde ese punto de vista, para pertenecer a la Junta de Sanidad de Puebla, era necesario contar con un puesto en el Ayuntamiento y además hacerse de una carrera científica en la Escuela Medicina de Puebla o en su defecto hacerse de dicha carrera y valerse de su abolengo para ingresar a la Junta mencionada. Sea como fuere el caso, consideramos necesario desglosar los puestos políticos que los poblanos ejercieron antes del Segundo Imperio tanto para corroborar su vinculación con la ciencia a través de las carreras políticas como para que posteriormente observemos si hubo cambios, o mejor dicho ascenso en las formas de autoridad política una vez que el Segundo Imperio se estableció (véase Cuadro 4).

Cuadro 4. Puestos políticos ocupados por los poblanos antes del Segundo Imperio

Puestos ocupados

Número de actores que ocuparon el puesto

Diputado del Ayuntamiento de Puebla

2

Diputado estatal de Puebla

1

Diputado del Congreso de la Unión

3

Presidente interino del Ayuntamiento de Puebla

1

Miembro de la Junta Departamental de Puebla

7

Gobernador interino del estado de Puebla

1

Secretario de Relaciones Exteriores

2

Consejero de gobierno

1

Los números que se reflejan aquí son indicadores de que los veinticuatro poblanos ejercieron dos o más puestos durante la temporalidad aquí indicada. Sobre sus puestos políticos individuales véase: Anexo I. Fuente: Anexo I. Elaboración propia.

  1. La organización de un escenario científico

La búsqueda de un Estado funcional motivó a un grupo de mexicanos a pretender solucionar los problemas políticos, económicos y culturales del país mediante el apoyo de potencias europeas que otorgarían el progreso a cambio de que México se convirtiera en una Monarquía. Después de una serie de acuerdos, tratados y convenciones provocados por una deuda exterior, Francia fue la nación encargada de llevar a cabo una intervención político-militar. El país galo tuvo el propósito de convertir al territorio mexicano en un dique de contención de un ascendente Estados Unidos y la intención de construir un canal comercial para apropiarse de los recursos mexicanos y darles una utilidad productiva. En suma, se organizaba una quimera pues los que apoyaron la intervención creyeron que tanto Francia como el archiduque impuesto, Maximiliano de Habsburgo, se convertirían en figuras providenciales que solucionarían los conflictos que guardaba el país mediante el impulso de un sistema administrativo unificado y eficiente con el que se alcanzaría una prosperidad.[43]

¿Por qué los poblanos se vieron involucrados en la organización de una Monarquía? Por un lado, hubo quienes fueron elegidos, es decir, el gobierno de Maximiliano integró a aquellos poblanos que ya contaban con experiencia política y científica, es decir, aquellos que hemos incorporado al Cuadro 3 y en el Cuadro 4 fueron reclutados con la intención de hacer funcionar un sistema administrativo. De esta manera, la capacidad de adaptabilidad de los actores científicos poblanos les permitió acceder a altos cargos como la Consejería de Estado o convertirse en encargados de distintos establecimientos que requirieron de la colaboración de personajes del país por dos razones: Por un lado, hubo actores cuya adaptabilidad  política, necesidades económicas y convicciones políticas los llevaron a apoyar el establecimiento del Segundo Imperio bajo la creencia que dicho gobierno ayudaría a solventar las necesidades administrativas del país e impulsaría el desahogo económico, el progreso material y la prosperidad para definir un Estado-nación.[44]

Por otro lado, hubo quienes por sus convicciones políticas rechazaron formar parte de una Monarquía y decidieron enfrentar por las armas a un gobierno que consideraban inviable y sin sustento;[45] de los que apoyaban la causa republicana hubo actores sociales que simplemente rechazaron su participación para dedicarse a otras actividades.[46] Esos tres elementos abrieron las puertas para la ocupación de altos cargos, y permitió un ascenso en formas de autoridad política y de formas de especialización ya que con el Segundo Imperio varios poblanos experimentaron labores administrativas que les permitieron ascender social y políticamente; por ejemplo, en el Cuadro 5 podemos observar que entre 1862 y 1867, los puestos políticos de los poblanos que decidieron colaborar con Maximiliano y Carlota ascendieron y les permitieron tener una mayor presencia nacional sobre todo para aquellos que formaron parte de la Consejería de Estado como Alejandro Arango y Escandón (véase Anexo I).

Cuadro 5. Cargos políticos ocupados por los poblanos durante el Segundo Imperio

Cargo

Número de actores que lo ocuparon

Consejero de Estado

2

Consejero Honorario de Estado

1

Jefe de Establecimiento

4

Diplomático

1

Otro puesto

4

Fuente: Anexo I. Elaboración propia.

Dentro del grupo de poblanos que colaboraron con el Segundo Imperio se incorporan aquellos que hemos denominado aspirantes porque la mayoría de ellos nació entre 1840 y 1845, tenían entre 21 y 25 años cuando surgió el imperio, por ello, creemos que se vieron en la necesidad de verse percibidos y apreciados ofreciendo trabajos y participando en concursos científicos. Elegidos, aspirantes o detractores estuvieron involucrados en proyectos científicos y culturales que cimentaron un breve sistema administrativo basado tanto en los intereses franceses como en los proyectos de Maximiliano de Habsburgo.

Gracias a la apertura en los puestos políticos y a las carreras científicas que habían ejercido antes del Segundo Imperio, diversos poblanos se vieron involucrados en algunos de los proyectos del Segundo Imperio. Uno de ellos era la Commission Scientifique du Mexique (Comisión Científica de México). Creada en 1864, la Comisión Científica de México (en adelante CCM) tuvo la intención de continuar una tradición exploratoria que consistía en enviar expertos europeos a estudiar un territorio, exponer los resultados a Francia y sacar provecho de los trabajos realizados.[47]

La CCM pretendió llevar a cabo estudios de exploración de distintos aspectos que abarcaban desde el estudio de la geografía física hasta el estudio de los aspectos lingüísticos de México y de ser posible de América Central.[48] Para logarlo la CCM fue dividida en cuatro comités: el de Ciencias Naturales y Médicas; el de Ciencias Físicas y Químicas; el de Historia, Lingüística y Arqueología; finalmente el comité de Economía Política, Estadística, Trabajos Públicos y Cuestiones Administrativas.[49] Además, debemos de tener en cuenta que el surgimiento de la CCM servía a dos propósitos: 1) la CCM fue creada bajo intereses políticos, es decir existían objetivos comerciales y de supremacía política: si México debía explorarse y estudiarse científicamente era porque en ese territorio se hallarían los recursos para que Francia se consolidara como potencia; 2) La CCM también fue creada bajo objetivos científicos cuya intención era producir y hacer circular estudios sistematizados, cuantificados y ordenados sobre México.[50] 

Para atender ambos propósitos la CCM publicó un conjunto de instrucciones y facilitó instrumentos con el fin de promover trabajos de reconocimiento en el territorio mexicano. Para lograr ese fin, se asignaron quehaceres específicos a un personal versado en las ciencias que se encargó de recolectar, estudiar y enviar especímenes de plantas, anímales, insectos y rocas; del mismo modo, se enviaron mapas, manuscritos, dibujos, fotografías y moldes con el fin de analizarlos. Los resultados de esos trabajos fueron publicados bajo el título de Archives de la Commission Scientifique du Mexique, una obra dividida en tres tomos que puede ayudarnos a analizar por qué los franceses incorporaron a los poblanos a la CCM.

A los miembros de la CCM les interesaba integrar a los poblanos porque dentro de sus trabajos exploratorios la entidad de Puebla era de gran interés por su constitución hidrológica. En Puebla brotaban aguas sulfurosas que en palabras de León Coindet[51] eran de “color azul verdoso” y tenían un “olor a huevo podrido” y un sabor “desagradable.” “Se nos dice que se usa ampliamente en el país contra las enfermedades de la piel, contra el reumatismo, pero no hemos tenido tiempo para analizarlas”.[52]

A los miembros de la CCM también les interesaba la flora poblana. En Puebla se hallaban yerbas como el Chapuz, la cual molían y hacían polvo para combinarla con pomadas que servían para los dolores físicos.[53] La flora les interesaba para recolectar cortezas, flores y frutos y reconocer sus propiedades médicas, así como su potencialidad comercial para el desarrollo agrícola e industrial. Además, la flora poblana serviría para “[…] enriquecer nuestros parques y nuestros bosques tanto en su relación ornamental, como en el de su utilidad práctica”.[54]

No debe desestimarse su interés por el volcán Popocatépetl el cual pretendían estudiar “sobre todo lo que concierne a la geología y geografía física de esta famosa montaña” y así determinar aspectos topográficos, analizar los minerales, medir las temperaturas y observar las exhalaciones que en ese volcán se generaban.[55] Para recopilar datos hidrológicos, botánicos, geográficos, geológicos y médicos requerían de corresponsales que colaborarían informando a la CCM, especialmente al comité de Ciencias Naturales y Médicas para “centrarse en el estudio puramente científico del país”.[56] 

Entre esos corresponsales se encontraba Miguel F. Jiménez, destacado por sus estudios médicos; por otra parte, estaba Gabino Barreda, importante precursor del positivismo mexicano que realizó estudios en Francia, no obstante, éste rechazo su participación debido a sus convicciones políticas. En la CCM también puede ser identificada una presencia indirecta, es decir, entre los trabajos de los miembros de la CCM hay un reconocimiento de los trabajos de Pascual Almazán, por ejemplo, quien en 1855 ayudo a elaborar una carta topográfica de Puebla al medir alturas y describir valles.[57] Pese a ese esfuerzo existía una “falta de precisión” sobre “la zona más frecuentada del imperio, y que debe ser la más conocida”.[58] También Luis Hidalgo y Carpio era reconocido por los miembros de la CCM por su trabajo sobre la Clasificación Médico legal que había publicado en la Gaceta Medica de México[59] y que estaba desarrollado “más o menos como lo han hecho en Francia, algunos trabajos sobre medicina legal” y que contenía descripciones que no permitían “presentar conclusiones que nos permitan resumir el pensamiento de este trabajo”.[60] 

Los franceses requerían de la colaboración de los poblanos para crear relaciones científicas que les permitieran enriquecer sus conocimientos sobre el país y poder aprovecharlos tanto para incentivar la investigación sobre México en su inserción a las naciones civilizadas como para aprovechar los recursos con los que contaba el país. La intención de estas relaciones franco-mexicanas era “[..] generar y difundir ampliamente el servicio a la ciencia, la apropiación simbólica, así como de recursos naturales y transformarlos en particularidades que están sujetas a objetos y programas”.[61] Es decir, la colaboración de los poblanos sirvió a un proceso de apropiación de los recursos de México por parte de los franceses y a la formación de un conocimiento enciclopédico sobre el país.

La colaboración de los poblanos y de los mexicanos en general era menospreciada. De acuerdo con Nadia Prévost, los integrantes de la CCM afirmaban que los trabajos de los mexicanos “exageraban” sobre las ventajas políticas, científicas y económicas de México para ofrecer beneficios a la Intervención Francesa, además estos trabajos eran poco atractivos, desordenados y repletos de conjeturas que se debían a un patriotismo que había nublado su capacidad de analizar empíricamente las cosas.[62] Sin duda, este rechazo se debía a que la presencia de los mexicanos sólo sería tomada en cuenta para imponer objetivos organizativos sobre el saber científico.  A pesar de ello, la creación de la CCM dio apertura a muchos mexicanos, entre ellos los actores poblanos de nuestro estudio, quienes aprovecharon que Francia requería de corresponsales que les brindaran información para apropiarse de conocimientos, legitimar formas de especialización y de cimentaciones de autoridad.

  1. La inserción y colaboración de los poblanos

 Si bien, la CCM involucró a los poblanos para perseguir objetivos políticos, comerciales y científicos para beneficiar a Francia, debemos tomar en cuenta que los poblanos tuvieron capacidad de decisión para participar o rechazar puestos con el objetivo de servir a propósitos políticos y culturales. Por una parte, los poblanos fueron insertados, es decir, hubo actores a los que lo proyectos culturales del Segundo Imperio pretendieron involucrar, por ejemplo Manuel Azpiroz, Juan de Dios Arias, José Joaquin Arriaga y otros más que serían reclutados por los franceses y por el gobierno de Maximiliano; no obstante, estos personajes rechazaron su participación debido a voluntades políticas que se reunían en la resistencia republicana.[63] Por ahora, no nos interesaremos en ellos, pero los retomaremos después para realizar algunas afirmaciones.

Por otra parte, hubo quienes colaboraron con los proyectos científicos y culturales, ya vimos el caso de la Comisión Científica de México (CCM), pero también estaba la Comisión Científica, Artística y Literaria de México (en adelante CCALM). Creada en 1864, la CCALM surgió inicialmente como un organismo corresponsal de la CCM para servir como un brazo en la sistematización de conocimientos científicos, literarios y artísticos.[64] Para cumplir con ese propósito se dividió en diez secciones: Física y Química; Matemáticas y Mecánica; Astronomía, Física del globo,  Geografía, Hidrología, Meteorología; Medicina, Cirugía, Higiene, Estadística Médica, Materia Médica, Antropología (en adelante sección médica); Estadística General, Agricultura, Comercio, Industria, etc.; Historia y Literatura; Arqueología, Etnología, Lingüística; Bellas Artes, Pintura, Escultura, Música, Grabado, etc.

La participación de los poblanos puede hallarse en la sección de Historia y literatura, en la que destacó la presencia de José María Lafragua —quien rechazó participar— y Alejandro Arango y Escandón, no obstante, fue en la sección médica que hallamos mayor actividad de los poblanos gracias a su vinculación de la CCALM como organismo precursor de la Academia Nacional de Medicina y también porque publicaron trabajos en la Gaceta Médica de México. Por esa razón, nos limitaremos a comprender la participación de los poblanos en la sección médica.

En la publicación del “Prospecto” de la Gaceta Médica de México un poblano, Miguel F. Jiménez y un francés, el Dr. Charles Herrmann afirmaban que la publicación de trabajos en este medio era para “servir al “movimiento fiel de las ideas en el orden científico”. Desde nuestro punto de vista, eso se traduce en la construcción de un “interés”[65] que los poblanos mostraron para producir, circular y apropiarse de conocimientos científicos.[66] Para sustentar esta afirmación nos remitiremos a un ejemplo que por ahora bastara para comprender la participación de los poblanos en la sección médica de la CCALM.

1) Producción: Luis Hidalgo y Carpio, y J.M Bacelor publicaron un informe sobre el algodón hidrófilo del Dr. Touraine.[67] La importancia de este algodón es que se diferenciaba de las hilas —un conjunto de hilos trenzados entre sí— y del algodón normal “puesto que al contacto del agua absorbe ésta con la rapidez de la azúcar, y cae inmediatamente al fondo del vaso”.[68]. Desde nuestro punto de vista, este informe fue publicado con la intención de comunicar a los médicos, cirujanos y terapeutas sobre los beneficios del algodón hidrófilo, es decir, se produjo un texto para darle significaciones a un invento del cual pueden aprovechar sus beneficios y su “utilidad”.

2) Circulación y apropiación: Pero la publicación de este informe no tenía solo una intención comunicativa. Para Luis Hidalgo y Carpio y J.M. Barcelor era importante dar a conocer inventos como el algodón hidrófilo para comprobar si su introducción en México era necesaria. Se trataba de una trama científicamente construida para dar cuenta precisa y cuantificable de los beneficios y la utilidad del algodón hidrófilo a través métodos y observaciones experimentales.[69] Respecto a ello, Carpio y Barcelor concluyeron que este algodón debía ser introducido en México por las siguientes razones: Aspecto terapéutico: en cuanto a sus beneficios terapéuticos el algodón hidrófilo era indiferente pues “absorbe la supuración tanto como las hilas secas”. [70]

El aspecto quirúrgico por su parte tenía la misma función que las hilas, no obstante, el algodón hidrófilo poseía ventajas para acelerar la cicatrización; aspecto económico: la introducción del algodón hidrófilo resultaba más fácil y barata que la del algodón normal y que las hilas, pues mientras estos costaban respectivamente entre tres y cinco centavos, el algodón hidrófilo se conseguía dos centavos

“por lo mismo, la comisión desearía que la autoridad a quien corresponda dispusiera, por economía, que en los hospitales de su incunbencia [sic] no se comprasen hilas, que las que se hagan adentro de la casa sean de lienzo fino, y que el deficiente que hubiere de aquellas, se cubra con el algodón hidrófilo”.[71] 

Como puede observarse, a lo poblanos les interesaba producir textos para hacer circular conocimientos y apropiarse de ellos. En cuanto al algodón hidrófilo del Dr. Touraine, era necesario estudiarlo desde el punto de vista terapéutico, quirúrgico y económico. Carpio y Barcelor determinaron que la ventaja más importante de este algodón era su costo, por lo tanto, los hospitales que necesitaran de instrumentos de absorción y no tuvieran fondos suficientes para adquirir lienzo fino introdujeran este algodón económicamente accesible.[72] En conclusión, los poblanos fueron insertados y colaboraron para valerse de un reconocimiento como detentores de la ciencia y para apropiarse de los conocimientos que se publicaban por la vía impresa. Es decir, los poblanos estuvieron presentes en los proyectos científicos para forjar tensiones positivas con los franceses para apropiarse de los conocimientos que estaban fuera del alcance de éstos y aplicarlos a sus respectivos contextos.

Para seguir comprendiendo la inserción y la colaboración es necesario remitirse al gobierno de Maximiliano. Debemos tener en cuenta que el Segundo Imperio requería fundar una administración política eficiente a través de la investigación sistemática de la situación que guardaba el país. Con la instalación de escuelas, museos, institutos y con la reunión de un cuerpo científico se esperaba en promover la agricultura, la construcción y mejoramiento de caminos, la construcción de líneas férreas y de puertos marítimos, así como a la explotación de las minas.[73]

El objetivo era resolver los problemas que habían aquejado al país aprovechando sus recursos para financiar asuntos administrativos que buscaban dar paso a un gobierno comprometido con la creación de un Estado eficiente y próspero. Entre los proyectos que pretendían auxiliar esos intereses estaba la Academia Imperial de Ciencias y Literatura de México (en adelante AICLM).[74] Creada el 10 de abril de 1865, la AICLM fue dividida en tres clases: Ciencias Matemáticas, Físicas y Naturales (matemático-física); Filosofía e Historia (filosófico-histórica); Filología, Lingüística y Letras (filológico-literaria).

La instalación de la AICLM pretendía convertir a este espacio en un medio asesor del gobierno imperial al que le correspondía investigar y valorar la riqueza natural del país, su potencial marítimo, su viabilidad para la construcción de caminos y vías férreas y su explotación minera.[75] Para cumplir tales exigencias se congregó a científicos e intelectuales mexicanos y extranjeros para la elaboración de un trabajo enciclopédico que ofreciera la información suficiente a los inversores mexicanos y atraer a los franceses migrantes que habían llegado con el imperio para obtener ganancias a cambio del impulso en la investigación científica, tecnológica e industrial que permitiera trabajar por la unidad nacional, la prosperidad económica  y el progreso material que tanto ansiaba México.[76]

Entre las filas de la AICLM se encontraban poblanos como Pascual Almazán miembro de la clase filosófico-histórica; donó su obra titulada Tratado sobre Caminos Comunes (1865) a la AICLM con el fin de formar una biblioteca y de aportar a su proyecto de construcción de caminos y al tendido de vías férreas.[77] La obra de Almazán también se inscribía en los proyectos que el Ministerio de Fomento había organizado para estimular la productividad económica en el que la construcción de vías férreas planteaba la unificación del mercado nacional, la inserción a una economía global, entre otros grandes beneficios:

“Este admirable medio de comunicación, inventado en nuestro siglo, va cambiando la faz del mundo y nosotros estamos llamados a figurar muy ventajosamente en esa revolución social, planteando unas cuantas líneas principales, de las que, dependiéndose diversas arterias irradiadas, se forme una red que abastece todos los lugares de nuestro suelo. Entonces los artículos que hoy no explotan o que están reducidos al consumo interior, obtendrán un prodigioso desenvolvimiento, facilitándose en exportación con economía de fletes, dándose entrada a los mercados extranjeros”.[78]

Por otro lado, estaba la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, que con la finalidad de colaborar con el proyecto imperial empezó a organizar concursos de distinta índole. Por ejemplo, se solicitaban ensayos “sobre un asunto propuesto por la misma Sociedad” o trabajos “sobre cualquiera otra voluntad del autor respectiva”.[79] La SMGE buscó reunir a diversos actores para ayudar al gobierno imperial en la fundación de un sistema administrativo eficiente, nos parece que aquí podemos incluir a los poblanos que hemos denominado aspirantes, quienes aportaron sus conocimientos esperando obtener un lugar en el gobierno que se estaba construyendo.

Como podemos observar, la inserción y colaboración de los científicos mexicanos en el gobierno de Maximiliano respondía a la necesidad de legitimación de un sistema administrativo. De tal manera que la publicación de obras, ensayos y experimentos se traducía en una “carta patente” que convertía a las personas de ciencia en consejeros, en facilitadores del conocimiento y promotores del progreso que se encargarían de vigilar y estimular la productividad económica, social, comercial, intelectual y cultural del país a cambio de protección, prestigio y poder:

El que trabaja por las ciencias, trabaja, pues por el bien público. Así lo entiendo yo, y conmigo, el Gobierno, por eso es nuestro más vivo deseo reunir las primeras capacidades de nuestra patria en una sociedad permanente y duradera, la cual estimulase a todos nuestros compatriotas a lucir en la carrera científica y pudiese por otra parte iluminar al gobierno con sus sabios consejos y sus proposiciones de mejoras en el vasto campo intelectual. […] A vosotros, señores, corresponde desde hoy una gran parte de esta tarea; vosotros debéis vigilar sobre el desarrollo de las ciencias patrias; la inteligencia no falta en estas comarcas, y yo por mi parte os prometo todo el apoyo que esté en mi poder […]. [80]

Bajo ese punto de vista, era necesario recabar conocimientos científicos y literarios para aportar una utilidad social que reforzaría la orquestación de intereses políticos, económicos, sociales y culturales. Con la intención de integrarse a estos elementos, los poblanos publicaron distintos trabajos esperando obtener protección, seguridad y poder. Hemos hallado alrededor de sesenta obras, ensayos y experimentos que se publicaron entre 1862 y 1867 (véase gráfica 2).[81]

Fuente: Anexo I; Diario del Imperio t. II núm. 167 (1865): 79; Diario del Imperio, t. II núm. 266 (1865): 503; Diario del Imperio t. II núm. 300 (1865): 433-734. Diario del Imperio t. III núm. 321 (1866): 114-115; Diario del Imperio t. III núm. 323 (1866): 125; Diario del Imperio t. III núm.  324 (1866): 129; Diario del Imperio t. III núm. 328 (1866): 145; Diario del Imperio t. III núm. 332 (1865):160- 161; Diario del Imperio t. III núm.  335 (1866): 252-253; Diario del Imperio t. III núm. 371 (1866) 323-324; Diario del Imperio t. III núm. 380 (1866): 402 Diario del Imperio t. III núm.  430 Diario del Imperio t. III núm.  437; Diario del Imperio t.  IV, núm. 454 (1866); Gaceta Médica de México: Periódico de la Sección Médica de la Comisión Científica t. 1-3 (1865-67); Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística t. X-XII (1863-1866); Torre, Biobibliografía de los escritores; Cordero, Diccionario General; German Hernández Tapia, Bibliografía poblana de geografía e historia del Estado (Puebla: Publicaciones del Grupo literario Bohemia Poblana, 1962). Elaboración propia.

¿Cuál fue el propósito de la publicación de esas obras? Nos parece que la intención de los veinticuatro poblanos de nuestro estudio era experimentar un ascenso en las formas de autoridad científica. Estos personajes aprovecharon un momento en el que tanto Francia como el imperio de Maximiliano requerían de la elaboración de trabajos especializados que brindarían la información tanto para fundar una administración política, económica, social y cultural eficiente, como generar los veneros del aprovechamiento de los recursos mexicanos.

Su participación responde entonces a un oportunismo científico que les permitió experimentar un ascenso en las formas de autoridad científica. Como puede observarse en el Cuadro 6 varios empezaron a ser vicepresidentes de secciones, miembros de número de sociedades y academias, distribuidores de periódicos y organizadores de reuniones asociativas. Desde nuestro punto de vista, estas nuevas actividades que desempeñaron los poblanos entre 1862 y 1867 es reflejo de que este periodo fue la llave que abrió la puerta a la ocupación de puestos científicos que les permitieron cimentar carreras especializadas a través de la colaboración.

Cuadro 6. Ascenso en las formas de autoridad científica de los actores poblanos durante el Segundo Imperio

Actividad

Número de actores involucrados

Corresponsal de la CCM

2

Presencia indirecta en la CCM

6

Vicepresidente de sección en la CCALM

3

Profesor de la Escuela de Medicina de México

3

Distribuidor de la Gaceta Médica de México y del periódico L’Estafette

3

Organización de reuniones de la CCALM

2

Miembro de número de la SMGE

6

Corresponsal de la SMGE

3

Miembro de la AICLM

3

Vinculación con el Ministerio de Fomento

6

Fuente: Anexo 1. Elaboración propia.

Además, la ocupación de cargos políticos durante el Segundo Imperio les permitió tener un contacto directo con los proyectos científicos y culturales (véase: Cuadro 5). Esta vinculación política también catapultó a estos personajes en la adquisición de puestos vinculados con la ciencia y la cultura. De tal manera que buscaban apropiarse de motivos políticos para desempeñar carreras científicas y literarias con el propósito tener una posición de dominación social en un entorno a partir de la ocupación de puestos “útiles” a su tiempo.

 Pensemos, por ejemplo, en aquellos personajes que rechazaron su participación política y científica con los proyectos del imperio.  Anteriormente decíamos que la mayoría de ellos se reunió en la resistencia republicana, mientras que otros se dedicaron a otras actividades. Para los que contribuyeron con las armas para acabar con el proceso de intervención francesa, aprovecharon la situación para escribir trabajos sobre operaciones militares, es el caso de Juan de dios Arias, poblano comprometido con el gobierno juarista que escribió la Reseña histórica de la formación y operaciones del cuerpo del ejército del norte durante la Intervención Francesa en 1867.

 La escritura de obras como las de Juan de Dios Arias daban dos mensajes: el compromiso con el proyecto republicano encabezado por Benito Juárez y el desenvolvimiento de actividades científicas a propósito de ese compromiso. Desde este punto de vista, obras sobre operaciones militares buscaban destacar las estrategias emprendidas por actores que destacaban cómo se las ingeniaron para sortear con las fuerzas imperiales, elemento que conllevó al triunfo del proyecto republicano. Gracias a estas expresiones personajes como Juan de Dios Arias percibieron un ascenso en formas de autoridad política, científica y literaria. En este caso su rechazo a los proyectos imperiales le aseguro un papel social una vez que el gobierno de Maximiliano llegó a su final. Se podría decir que gracias a lo que sucedió entre 1862 y 1867 estos personajes que hemos denominado detractores también tuvieron la oportunidad de ocupar cargos relevantes gracias a sus convicciones políticas.

Los ejemplos que hemos visto nos permitirán caracterizar el Segundo Imperio como un escenario científico.  Es decir, se trataba de la puesta en marcha de un conjunto de apuestas que abogaban por la construcción de un Estado funcional, esto es: un aparato político proveedor y facilitador de aspectos administrativos que se traducían en prosperidad y progreso. Desde este punto de vista, el Segundo Imperio generó un conjunto de circunstancias que trajeron a actores, comisiones, instituciones e instancias gubernamentales que hicieron visibles representaciones para los poblanos a través de la obtención de papeles socio-profesionales.

  1. Más allá del Segundo imperio, el desenlace de las carreras políticas y científicas de los actores poblanos

A partir de 1867, tanto los que se habían involucrado con el imperio como los que no, tuvieron que llevar a cabo nuevas estrategias que les permitieran seguir ejerciendo papeles socio-profesionales para hacerse de una vida en el entorno local, regional y nacional. De acuerdo con Erika Pani, el largo proceso que derivo de la caída del Segundo Imperio reunió tanto a los actores que habían apoyado la resistencia republicana para favorecerlos con puestos de mayor importancia como a los que habían apoyado al imperio. Desde el punto de vista político y administrativo, había que generar las condiciones para que México se reorganizara en todos los niveles para consolidarse como Estado-nación. Tal compromiso requería del apoyo de todos los grupos del poder, ya sea que apoyaran al imperio o no, era imperante reorganizar un país orientado al liberalismo, a la democracia y al progreso para insertarlo en el concierto de las naciones.[82] 

Bajo esas miras, los actores poblanos de nuestro estudio fueron convocados para servir al proyecto de consolidación del Estado nacional. Con el regreso de Benito Juárez a la presidencia, algunos actores sociales que apoyaron al imperio se vieron afectados con el despojo de sus fortunas y el exilio en otros países. Por ejemplo, Antonio de Haro y Tamariz, Alejandro Arango y Escandón y Antonio Escandón. El primero vio el imperio caer y decidió regresar a Europa esperando mejor suerte, no obstante, tanto su fortuna desgastada como su estado delicado de salud lo llevaron a la muerte.[83] Alejandro Arango Escandón también dejo el país y abandonó cargos públicos por un tiempo, regresó a México para formar parte de la Academia Mexicana de la Lengua en 1875 y contribuir con la vida cultural del México finisecular hasta su muerte en 1883. Antonio Escandón por su parte, perdió gran parte de su riqueza y se vio exiliado en París Francia hasta su muerte en 1882. Sin duda, aquellos que fueron exiliados tuvieron dos destinos: verse despojados de gran parte de sus fortunas tratando de buscar mejor suerte en otras naciones o regresar a México para seguir haciéndose de una vida en su país.

Además, varios poblanos imperialistas que se quedaron en México siguieron ostentando cargos públicos, no obstante, eran puestos de menor relevancia a nivel nacional, por ejemplo, Pascual Almazán que había sido consejero de Estado y miembro de la AICLM regresó a su ciudad natal para encargarse de establecimiento del ferrocarril en Puebla. Otros que apoyaron al imperio si vieron ascender sus carreras políticas y científicas gracias a lo que aconteció durante el Segundo Imperio, tal es el caso de Ignacio Blázquez, quien junto a su hermano había mostrado apoyo al gobierno de Maximiliano con la publicación de una obra sobre el maguey. Durante el proceso denominado triunfo republicano siguió teniendo frecuente actividad científica y se le empezó a verse vinculado con sociedades científicas nacionales e internacionales.

Por su puesto, aquellos que habían apoyado al modelo republicano se vieron recompensados con cargos de alta relevancia. Por ejemplo, Manuel Azpiroz se convirtió en Oficial mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores y posteriormente vicerrector del Colegio del Estado de Puebla.[84] En fin, después del Segundo Imperio observamos dos destinos para los poblanos: 1) a los que apoyaron al modelo republicano se vieron recompensados con la adquisición de puestos de mayor relevancia; 2) a los que apoyaron a Maximiliano o fueron exiliados o fueron reclutados nuevamente por los gobiernos que le sucedieron al imperio para que siguieran brindando utilidad social, económica, política, cultural y científica a su país. Lo cierto es que aún debemos esclarecer cómo se las arreglaron los personajes que aquí hemos estudiado después de ver el imperio caer y perder los puestos que habían obtenido con esa administración. No obstante, consideramos que ese breve episodio les permitió visualizarse a nivel nacional e internacional, aspecto que les posibilito mostrarse como los agentes capacitados para el funcionamiento político y científico del país.

Conclusiones

Después del Segundo Imperio la suerte que les deparó a los personajes que aquí hemos estudiado fue variada. Para unos fue seguir experimentando ascenso de formas de autoridad para otros buscar mejores bríos. Frente a ese desenlace cabe cuestionarse ¿por qué y para qué participaron los personajes que aquí hemos estudiado en el escenario científico del Segundo Imperio? El estudio prosopográfico que hemos llevado a cabo en este trabajo nos lleva a interpretar que los actores científicos poblanos de nuestro estudio emprendieron estrategias singulares y se involucraron en los asuntos del imperio con la intención de hacerse de una vida aprovechando las circunstancias que se dieron a propósito de la necesidad de crear una administración eficiente.

 Desde ese punto de vista, lo sucedido durante el gobierno de Maximiliano de Habsburgo figuro como el momento ideal para que estos personajes se involucraran en un mayor nivel con los asuntos políticos, científicos, económicos, sociales y culturales del país. Como decíamos, el Segundo Imperio fue la llave que abrió la puerta para que estos actores desarrollaran distintas carreras a través de la colaboración política y científica.

Gracias a los diversos proyectos del Segundo Imperio fue posible que estos actores se vieran involucrados de una manera más directa con los asuntos sociales, políticos, económicos, científicos y culturales del país. Como ya observamos los poblanos que aquí hemos estudiado aprovecharon la situación para apropiarse de motivos que les permitieron conquistar puestos y ascender en formas de autoridad que les permitieron crear y legitimar representaciones sociales. En pocas palabras se trataba de un oportunismo que buscaba instaurar modos de agencia en su entorno.

De tal manera que la participación de los poblanos responde a un entramado de circunstancias que dieron apertura a un conjunto de personas de ciencia en proyectos que buscaban convertir al territorio mexicano en un laboratorio natural de experimentación y en un sistema político, administrativo, económico, social y cultural eficiente. Debido a la necesidad de resolver los problemas que aquejaban el país y a que el Segundo Imperio se percibía para sus promotores como la administración que lograría ese cometido, se crearon proyectos que le abrieron nuevos espacios a los poblanos. Gracias a esa apertura científica, política y cultural los poblanos obtuvieron nuevos puestos y se vieron involucrados en diversas y variadas actividades que les posibilitaron asegurarse de una vida política, económica, social, científica y cultural durante un breve periodo.

La importancia de haber investigado la participación de los poblanos en el escenario científico del Segundo Imperio radica en que rescatamos el impacto que tuvo en estos personajes el cambio administrativo y científico que se dio en nel país. De esta manera consideramos que rescatamos una radiografía social de los personajes que estuvieron involucrados con ese escenario científico, la manera en que se insertaron y cuál fue su desenlace. Valdría la pena rescatar las huellas de otros mexicanos que participaron durante este proceso para responder por qué los mexicanos decidieron participar científicamente con los proyectos de los franceses y los proyectos del imperio. La tarea de las relaciones científicas franco-mexicanas ya inició hace tiempo, no obstante, aún queda mucho por hacer, en nuestro caso buscamos responder a grandes rasgos cómo el entorno poblano se vio involucrado en lo que hemos denominado escenario científico.

Fuentes:

Fuentes Primarias

BHJML- Biblioteca Histórica José María Lafragua, Fondo Escuela de Medicina.

Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística

Diario del Imperio

Gaceta Médica de México: Periódico de la sección de medicina de la Comisión Científica

Periódico Oficial del Imperio Mexicano

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[1] Véase: Alberto Soberanis, “La ciencia marcha bajo la égida de la guerra. Las relaciones científicas franco-mexicanas durante el imperio de Maximiliano”, Revista de la Universidad de Guadalajara (1995).

[2] Por mencionar algunos, se encontraban Henri de Sassure, Armand de Quatrefages, Charles Étienne Brasseur de Bourbourg, Michel Chevalier, el barón de Larrey y Léon Coindet. De México: José Fernando Ramírez, Antonio García Cubas, José Salazar Ilaguerri, Joaquín García Icazbalceta, Ramón Almaraz entre otros. Los principales personajes involucrados en las actividades científicas del Segundo Imperio han sido estudiados por Alberto Soberanis, Rosaura Ramírez Sevilla, Ismael Ledesma y Armelle Le Goff. Véase: Soberanis, “La ciencia marcha”; Alberto Soberanis, “Continuidades y discontinuidades. La ciencia durante el Segundo Imperio”, en Continuidades y rupturas. Una historia tensa de la ciencia en México, coords. Francisco Javier Dosil Mancilla y Gerardo Sánchez Díaz (México: Instituto de Investigaciones Históricas/Michoacán: Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo/México: Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010); Rosaura Ramírez Sevilla e Ismael Ledesma, “La Commission Scientifique du Mexique: una aventura colonialista trunca”, Relacione Estudios de Historia y Sociedad, vol. 31, núm. 134 (2013), http://dx.doi.org/10.24901/rehs.v34i134; Armelle Le Goff, “Por una historia de las relaciones intelectuales franco-mexicanas: los Archivos de la Comisión de Exploración Científica de México. 1864-1867”, Istor. Revista de historia internacional, Año XIII, núm. 50 (2012).

[3] Al respecto véase el Anexo I.

[4] Evelyne Sanchez, “Estudio Introductorio”, en Actores locales de la nación en América Latina. Estudios estratégicos, coord. Evelyne Sanchez (Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2011), 7-21.

[5] A partir de ahora cada que usemos la palabra poblanos debe entenderse que nos referimos a los veinticuatro actores que participaron o no durante lo que hemos denominado escenario científico del Segundo Imperio. Véase Anexo I.

[6] Véase : Ramírez y Ledesma, “La Commission Scientifique du Mexique”; Nadia Prévost Urkidi, “La Commission Scientifique du Mexique (1864-1867): un exemple de collaboration scientifique entre l’élite savante français et mexicaine ?”  Revue d’Histoire des Sciences humaines, núm. 19 (2008), https://doi.org/10.3917/rhsh.019.0107; Le Goff, “Por una historia”.

[7] Véase: Soberanis, “La ciencia marcha”; Soberanis, “Continuidades y discontinuidades; Alberto Soberanis, “La Academia Imperial de Ciencias y Literatura. Sabios y militares durante el Segundo Imperio mexicano”, en La definición del Estado mexicano 1857-1867, comp. Archivo General de la Nación (México: Archivo General de la Nación, 1999), 353-390; Alberto Soberanis, “Las relaciones científicas franco-mexicanas durante el Segundo Imperio (1864-1867)” en Otras armas para la Independencia y la Revolución. Ciencias y Humanidades en México, coords.  Rosaura Ruiz, Arturo Argueta y Graciela Zamudio (México: Fondo de Cultura Económica/México: Universidad Nacional Autónoma de México/Sinaloa: Universidad Autónoma de Sinaloa/Michoacán: Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo/México: Historiadores de las Ciencias y las Humanidades A.C., 2010), 125-138.

[8] Laurent Rollet y Philippe Nabonnad, “Définir, classer, compéter : biographie et prosopographie en histoire de sciences” en Les uns et les autres. Biographies et prosopographies en histoire des sciences, Dirs. Laurent Rollet y Philippe Nabonnad (Nancy: Presses universitaires de Nancy/Lorraine: Editions de l’université de Lorraine, 2012), 13.

[9] Rollet y Nabonnad, “Définir, classer, compéter”, 13.

[10] Rollet y Nabonnad, “Définir, classer, compéter”, 18-19. Cursivas de quien aquí escribe.

[11] Sólo José Ignacio Durán es la excepción ya que nació en 1799, véase: Anexo I.

[12] Anne Staples, Recuento de una batalla inconclusa: la educación mexicana de Iturbide a Juárez (México: El Colegio de México, Centro de Estudios históricos, 2005).

[13] Staples, Recuento de una batalla. Véase: anexo I.

[14] Staples, Recuento de una batalla. A modo de ejemplo, en Puebla realizaban estudios que eran denominados “carreras de foro”. Divididas en dos: 1) las preparativas en las que se aprendía gramática, geografía elemental, cronología elemental e idiomas como castellano, francés e inglés; 2) las complementarias en las que se estudiaba “derecho natural y de gentes, el constitutivo y orgánico, economía política, elementos derecho romano, derecho canónico y civil y la práctica, en el que se aprenderán el derecho público y los principios de legislación”. El Regulador. Periódico oficial, tomo III, núm. 216 (1849): 5.

[15] Pierre Bourdieu, El oficio del científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad. Curso del Collège de France 2000-2001 (Barcelona: Anagrama 2003); Pierre Bourdieu, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción (Barcelona: Anagrama, 2007). Los conceptos herencia material y herencia inmaterial los retomamos de Giovanni Levi, quien en un estudio biográfico llevó a cabo un análisis en los términos que aquí explicamos. Véase: Giovanni Levi, La herencia inmaterial. La historia de un exorcista piamontés del siglo XVII (Madrid: NEREA,1990).

[16] Véase: anexo I.

[17] Véase: Pilar Paleta, “Los pudientes poblanos, sus fortunas y familias. 1780-1830. Un acercamiento a su larga historia de privilegios” (Tesis de licenciatura en historia Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1991); Guy P. C. Thomson, Puebla de los Ángeles. Industria y sociedad de una ciudad mexicana, 1700- 1850 (Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Puebla: Dirección General de Fomento Editorial, Gobierno del Estado de Puebla/México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2002); Reinhard Liehr, Ayuntamiento y oligarquía en Puebla, 1787-1810, 2 tomos (México: Secretaría de Educación Pública); Carmen Aguirre Anaya, Personificaciones del capital. Siete propiedades en la sociedad e industria textil de Puebla durante el siglo XIX. (México: Centro de Investigaciones Históricas y Sociales, 1987).

[18] Paleta, “Los pudientes”; Thomson, Puebla de los Ángeles; Liehr, Ayuntamiento y oligarquía; Aguirre, Personificaciones del capital.

[19]  Las élites poblanas del siglo XVIII y XIX, le daban mayor peso al abolengo, por ello era más difícil ascender socialmente a través de méritos individuales que no estuvieran respaldados por un patrimonio y un patrocinio que se reflejaba en la ocupación de puestos en el Ayuntamiento de la Ciudad de Puebla, por ello, consideramos que los poblanos pertenecientes al nivel medio bajo y bajo optaron por trasladarse a la ciudad de México, donde si podían ascender socialmente a través del mérito. Al respecto, véase: Staples, Recuento de una batalla; Liehr, Ayuntamiento y oligarquía; Aguirre, Personificaciones del capital.

[20] Véase anexo I.

[21] Victor M. Núñez García, “Los orígenes del liberalismo mexicano. Elites y grupos de poder en Puebla (1833-1857)”, Secuencia. Revista de Historia y ciencias sociales, núm. 78 (2010): 54, https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i78.1292.

[22] Núñez, “Los orígenes del liberalismo”, 54. Esta afirmación es válida para los grupos de actores sociales que estuvieron ligados con la ideología liberal de la primera mitad del siglo XIX, pero que deambularon entre distintas formas de gobierno como una manera de oportunismo político que les permitió ascender socialmente, mientras que grupos relacionados con el pensamiento conservador sí estuvieron comprometidos a instalar una Monarquía en México. Al respecto. Erika Pani, Para mexicanizar el Segundo Imperio: el imaginario de los imperialistas (México: El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2001).

[23]  Al respecto: Núñez, “Los orígenes del liberalismo”.

[24] Véase: Bourdieu, El oficio del científico.

[25] Bourdieu, El oficio del científico, 65; véase: Pierre Bourdieu, El sentido social del gusto: elementos para una sociología de la cultura (México: Siglo XXI editores, 2015).

[26] Bourdieu, El oficio del científico, 2003; Bourdieu, El sentido social, 2015.

[27] Este asunto será tratado posteriormente.

[28] Véase: Soberanis, “Continuidades y discontinuidades”.

[29] Annick Lempérière, “Los hombres de letras hispanoamericanos y el proceso de secularización (1800-1850)” en Historia de los intelectuales en América Latina, vol. 1: La ciudad letrada, de la conquista al modernismo, editor del vol. Jorge Myers, Dir. Carlos Altamirano (Buenos Aires: Katz editores, 2008), 247.

[30] Soberanis, “Continuidades y discontinuidades”, 180.

[31] De acuerdo con Juan José Saldaña en México, el constitucionalismo moderno estableció el fomento de principios científicos cuyo encargo fue dotar al Estado de un objetivo que consistió en estructurar el tejido social con base en principios de utilidad pública, progreso y prosperidad; ello traería felicidad a los integrantes de una nación que estaba definiéndose y por lo tanto generaría bienestar. Véase:  Juan José Saldaña, Las Revoluciones políticas y la ciencia en México, t. 1 (México: Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología 2010).

[32] Por mencionar algunos estaba la Sociedad de Amigos del País (1822), la Sociedad de Literatos (1831), el Instituto de Ciencias, Literatura y Artes (1826) y la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (1833).

[33] Hemos de considerar que durante gran parte del siglo XIX existía una relación estrecha entre la actividad científica, la literaria y las bellas artes, si observamos los diccionarios de la época estos tres saberes eran considerados como conocimientos útiles entregados a la investigación científica, la cual era considerada como un “conocimiento de las cosas por principios” (p. 202), mientras que las letras se definían como “un conocimiento profundo en las ciencias” (p. 625), además la noción de literatura también tenía que ver con la lectura elemento que puede causar confusiones entre los actores que se reunían para la erudición y los que empleaban charlas ocasionales de lectura de textos. D.R.B., Nuevo Diccionario de la lengua castellana arreglado sobre la última edición publicada por la Academia Española y aumentado con más de veinte mil usuales de ciencias, artes y oficios por D.R.B. (París: Librería de la rosa, Buret y Compañía, 1853).

[34] Para las élites decimonónicas era importante relacionarse con lenguas clásicas como el latín, así mismo, lenguas romances, literarias y científicas como el francés para comentar diarios y emitir juicios sobre ellos, además el conocimiento de idiomas significaba “[…] donarse de una prenda de gran valor que elevaba el prestigio personal y familiar”. Staples, Recuento de una batalla, 171.

[35] Véase: Luz Fernanda Azuela y Rodrigo Antonio Vega y Ortega Báez, “Ciencia y público en la ciudad de México en la primera mitad del siglo XIX”, Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, vol. 67, núm.  2 (2015).

[36] Guillermo Prieto, Ocho días en Puebla: impresiones profundas, arquitectónico, científico y estrambóticas de Guillermo Prieto (México: Vargas Rea, 1944), 80.

[37] Leticia Gamboa Ojeda, Las actividades económicas: negocios y negociantes de la ciudad de Puebla, 1810-1913 (México: Ediciones de Educación y Cultura/Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010), 166.

[38] Véase, Clementina Díaz y de Ovando, Los cafés en México en el siglo XIX (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2003)

[39] Gamboa, Las actividades económicas, 96.

[40] José Pablo Almendaro, Luciano Arroyazarco. Memorias de una ilustre familia durante el Segundo Imperio (Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2013).

[41] Los años corresponden a la información que proporcionan tanto diccionarios biográficos como la prensa de la época. Todos ellos los hemos agregado en el apartado de fuentes.

[42]  Al respecto, Reyna Beatriz Vázquez González, De la cirugía a la medicina quirúrgica en Puebla (México: Ediciones de Educación y Cultura, 2017).

[43] Sobre este asunto véase: Pani, Para mexicanizar.

[44] Al respecto, Pani, Para mexicanizar.

[45] Fueron once poblanos que combatieron por las armas a la Intervención Francesa (Véase Anexo I). A este grupo se le ha denominado resistencia republicana porque decidieron defender el sistema liberal encabezado en ese entonces por Benito Juárez a través de la vía armada. Véase: Patricia Galeana, “Entre TE DEUMS y las bayonetas francesas: la resistencia republicana en las entidades federativas”, en La resistencia republicana en las entidades federativas de México, coord. Patricia Galeana (México: Siglo XXI editores/ Senado de la República, 2013)

[46] Por ejemplo, José María Lafragua que fue reclutado por la Comisión Científica Artística y Literaria de México rechazó su participación en ese proyecto debido a sus convicciones políticas; no obstante, en lugar de defender su ideología por las armas, se dedicó a preparar una sistematización de sus documentos personales y de su biblioteca, la cual hoy resguarda la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

[47] Véase: Soberanis, “La ciencia marcha”.

[48] Archives de la Commission Scientifique du Mexique, t. 1, (París : Imprimerie Impériale, 1865), 5-8.

[49] Estos comités estaban conformados por personajes destacados de la época como Armand de Quatrefages, Charles Étienne Brasseur de Boubourg o Michel Chevalier, quienes contaban con el apoyo de las instituciones francesas como el Ministerio de Instrucción Pública, el de Finanzas, el de Agricultura y Trabajos Públicos, el de Marina y el de Asuntos Exteriores. Archives de la Commission, t. 1, 10-12. Para un estudio más detallado de la CCM véase: Soberanis, “La ciencia marcha”.

[50] Sobre este tema véase: Soberanis, “La ciencia marcha”.

[51] Fue un médico militar francés miembro del comité de Ciencias Naturales y medicas de la CCM y como resultado de sus investigaciones publico la obra Le Mexique considéré au point de vue médico-chirurgical en 1867.

[52] Léon Coindet, Le Mexique considéré au point de vue médico-chirurgical par León Coindet, t. 1 (París: Libraire de la médicine, de la chirurgie et de la pharmacie militaires, 1867), 32.

[53] Archives de la Commission, t. 1, 342.

[54] Archives de la Commission t. 1, 35.

[55] Archives de la Commission, t. 2, 134.

[56] Archives de la Commission, t. 1, 20.

[57] Archives de la Commission, t. 1, 265-266.

[58] Archives de la Commission, t. 1, 265-266.

[59] Se trataba del siguiente trabajo: Luis Hidalgo y Carpio, “Clasificación medicolegal de las heridas”, Gaceta Médica de México: Periódico de la sección de medicina de la Comisión Científica, t. 1, núm. 5. (1864),180-208.

[60] Archives de la Commission, t. 1, 417-418.

[61] Carlos Alfonso Lezama Liévano, “La inserción y la colaboración de los sabios poblanos en el escenario científico de la Intervención Francesa y el Segundo Imperio (185-1867): un esbozo de historia intelectual (tesis de licenciatura en Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Facultad de Filosofía y Letras, Colegio de Historia, 2020), 121.

[62] Véase: Prévost, ““La Commission Scientifique”: 111-114.

[63] Véase: Anexo I.

[64] Sobre la creación de esta comisión y de los cambios que tuvo véase: Soberanis, “Las relaciones científicas”.

[65] Francisco Jiménez y Charles Erhman, “Porspecto”, Gaceta Médica de México: Periódico de la sección de medicina de la Comisión Científica, t. 1, núm. 1 (1864): 1.

[66] Basta con leer entre líneas las afirmaciones que se presentan en “Prospecto” de la Gaceta como “abrazar”, “interés” “discusión” y “cuestión utilitaria” los cuales nos hablan de una necesidad de colaboración para apropiarse y beneficiarse de conocimientos científicos, el ejemplo que realizaremos me respaldara en esta afirmación. Francisco Jiménez y Charles Erhman, “Porspecto”, Gaceta Médica de México: Periódico de la sección de medicina de la Comisión Científica, t. 1, núm. 1 (1864): 1-3.

[67] Fue un médico francés que realizó diversas publicaciones y aseguró inventar un algodón capaz de absorber de manera eficiente y rápida el agua, la sangre u otras sustancias derramadas en la práctica de operaciones quirúrgicas y de tratamientos terapéuticos. M. Touraine “Note sur le coton hydrohile”, Gaceta Médica de México: Periódico de la sección de medicina de la Comisión Científica, t.1, núm, 7 (1864): 105-109.

[68] Luis Hidalgo y Carpio y J. M. Barcelor, “Informe sobre el algodón hidrófilo”, Gaceta Médica de México: Periódico de la sección de medicina de la Comisión Científica, t. 1, núm. 6 (1864): 104.

[69] Carpio y Barcelor, “Informe sobre”: 104.

[70] Carpio y Barcelor, “Informe sobre”: 104.

[71] Carpio y Barcelor, “Informe sobre”: 104.

[72] Carpio y Barcelor, “Informe sobre”: 104.

[73] Acta de la instalación de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura de México (México: Imprenta de Andrade y Escalante, 1866), 4.

[74]  Sobre este asunto, véase: Soberanis, “La Academia Imperial”.

[75] Acta de la instalación, 4.

[76] Al respecto, Soberanis, “La Academia Imperial”.

[77] “El señor Almazán presentó a la Academia la obra que ha escrito, sobre ferrocarriles. Que se le den las gracias y se registre su libro en las donaciones”. Diario del imperio, tomo 3, núm. 328 (1866): 145. Por otra parte, Alejandro Arango y Escandón posiblemente participó en la elaboración de un diccionario de literatura de México con la intención de informar al emperador sobre la producción artística y literaria que se había hechos en el país hasta ese momento. Tal obra también sería enviada a la AICL con la intención de formar una biblioteca. Diario del imperio, tomo 3, núm. 328 (1866).

[78] Luis Robles Pezuela, Memoria presentada a S. M. el emperador por el ministro de fomento Luis Robles Pezuela de los trabajos ejecutados en su ramo en el año de 1865 (México: Imprenta de Andrade y Escalante, 1866), 141. Este plan ferroviario atrajo a personajes como Antonio Escandón para realizar concesiones y contratos respecto para el tendido de vías férreas entre México y Veracruz, del mismo modo, la familia Haro y Tamariz brindo información sobre sus propiedades esperando beneficiarse con la instalación de ferrocarriles que permitieran incrementar la comercialización de productos como los granos. El proyecto ferrocarrilero suponía la oportunidad para establecer y hacer prosperar la industria y la empresa tanto en Puebla como en México. Robles, Memoria presentada, documentos núm. 26, 35, 36, 38, 41 y 112.

[79] Periódico Oficial del Imperio Mexicano, t. II, núm. 106 (1864) “Sección de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística”: 2.

[80] Acta de la instalación, 1866, 5-6.

[81]  Es una estimación que derivo de una exhaustiva búsqueda por las fuentes que se citan en el pie de la Gráfica 2.

[82] Pani, Para mexicanizar.

[83] Véase, Jan Bazant, Antonio Haro y Tamariz y sus aventuras políticas, 1811-1869 (México: El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 1985).

[84] Véase: Cristina Aguirrre Beltrán, “Manuel Azpíroz (1836-1905): Un poblano en la encrucijada de la historia patria”, Tiempo Universitario, Año 2, núm. 18, 1999. https://archivohistorico.buap.mx/sites/default/files/Tiempo%20Universitario/1999/num18/index.html (consulta: 1/05/2023).